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Psicologia


Enviado por   •  8 de Enero de 2013  •  447 Palabras (2 Páginas)  •  301 Visitas

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en matizar nuestros juicios en este delicado tema. Estos temas pueden ser profundizados en la obra magistral del pediatra y psicoanalista René Spitz intitulada El primer año de vida del niño.

De lo anterior se colige la importancia de la prudencia en el estudio del comportamiento humano, no sólo por lo probabilístico de las afirmaciones, sino porque los seres humanos rompen, así sea en forma relativa, los determinismos y los lineamientos causales. Entonces, podemos seguir dando a conocer aquellas investigaciones que nos dan pistas sobre el inmenso enigma del comportamiento humano. Esa confianza generada por el niño que ha sentido cerca la presencia de una protección parental, tiene poco que ver con la autonomía que se desarrollará en los años futuros. Es importante la obstinación o la negación, recurrente tantas veces en la niñez, ante las frecuentes demandas de los padres, al margen de su pertinencia, justicia y oportunidad, de hecho son las primeras manifestaciones de la independencia y de la autonomía. La rebeldía o la pataleta son los indicadores de esa fuerza humana que no conoce las razo nes: la voluntad.

En esas primeras etapas del desarrollo la familia se convierte una vez más en un reorientador de carácter; así, el egoísmo y el orgullo son la fuerza de tracción de esa voluntad, y a su vez, son manifestaciones desaprobadas, sancionadas o reprimidas por los padres y en general, por el grupo primario al cual pertenezca el niño. En efecto, otras voluntades se oponen a la suya. La misma naturaleza que le rodea responde a su voluntad con una oposición: las cosas pesan, o queman, o se rompen y ante semejante decepción el niño se enfurece. Pero además la familia es la depositaria de una voluntad mucho mayor que se opone a la del niño: la de la sociedad y sus normas. Progresivamente el entorno familiar moldea el carácter del niño preparándolo para una vida social que no le permitirá manifestar su voluntad salvo con destino hacia metas socialmente constructivas. El orgullo y el egoísmo permanecerán, pero velados por actitudes socialmente aceptadas como la presunta nobleza o el altruismo siempre impregnadas de intereses egocéntricos del individuo.

Esta formación del comportamiento o la voluntad, no se da por otro camino que por la oposición de una fuerza, o acto coercitivo. Fuerza de los argumentos, esto es persuasiva o fuerza física, vale decir, disuasiva, el objetivo es el mismo: doblegar o por lo menos morigerar la voluntad del otro. Los padres pueden empezar por convencer al niño de la inconveniencia de sus demandas, pero ante el fracaso de las palabras, podrían alzar la voz, amenazar, y en última instancia, someter inclusive aplicando un castigo cuya intensidad o método,

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