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Biografía Júpiter


Enviado por   •  21 de Mayo de 2020  •  Biografías  •  644 Palabras (3 Páginas)  •  187 Visitas

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Júpiter

¡No oséis olvidarme, humanos! Yo, Júpiter, padre de dioses y de hombres, os ordeno que me veneréis como me merezco, como habéis hecho durante tantos años. Noto como en vuestros corazones a medida que pasan los siglos empiezan a anidar dudas acerca de mi existencia, hasta el punto de que la mayoría habéis dejado de creer en ella, pero… ¡es un error! Escuchad mi historia, os lo ordeno. Os aseguro que es completamente real, ¡y me adoraréis! Comprobaréis por cuánto he pasado para conseguir el poder, y entenderéis por qué realmente soy un Dios.

Recuerdo con dolor el día de mi nacimiento, ya que lo primero que vi fue posiblemente el rostro más feo que veré jamás: El rostro de Saturno. Y, para colmo, es mi padre. Y, mirando atrás, puedo asegurar que no era una buena persona, y encima de todo el tío Titán le impuso la condición de comerse a sus hijos para gobernar, por lo que posiblemente estaba a punto de ser su almuerzo…

Pero para compensar el infame padre que tengo, tengo la madre más bondadosa y misericordiosa que se puede tener: Ops. Ella dio el cambiazo e hizo comer a mi padre un pedrusco envuelto en pañales (en serio, no sé cómo no notó la diferencia…). Mamá nos llevó a mis hermanos (Neptuno y Plutón) y a mí fuera del alcance de mi maldito padre, y yo terminé en una isla donde me acogió una señora que estaba como una cabra (porque literalmente, era una cabra…) que se llamaba Amaltea, que me amamantó y me cuidó como a un hijo. Sí, la Isla de Creta fue mi hogar durante mucho tiempo, lugar donde pude crecer para un día cobrar la venganza contra mi odiado padre Saturno.

 Una vez crecí y me sometí a entrenamiento (no fue un entrenamiento de película de superhéroes cliché de las que consumís en el siglo XXI…) fui a buscar a Saturno, y aunque mi primer impulso fue utilizar la fuerza, razoné mejor. Al fin y al cabo, no podía llegar y enzarzarme en una pelea sin ningún tipo de plan. Por lo que pensé y pensé, hasta que la respuesta vino en forma de divinidad: La diosa Metis me concedió una pócima  que permitiría que mi padre vomitase a todos los hijos que se había tragado. Siendo esta una idea genial, me infiltré como copero en los territorios de mi padre, y cuando llegó el momento le entregué la bebida.

 De repente, Saturno empezó a vomitar y vi una de las escenas más sangrientas que he visto nunca: Vi a todos mis hermanos, bañados en sangre, uno por uno, después de ser vomitados por el rey. En ese momento, me descubrieron, y decidí (mejor dicho, decidimos)  que era hora de tomar cartas sobre el asunto.

Neptuno, Plutón, los Hecantóquiros, los Cíclopes y yo nos aliamos para enfrentarnos en una guerra sin precedentes contra mi padre y los titanes que le servían. Estábamos preparados. Los Cíclopes (sí, esos seres de un solo ojo) le dieron un tridente a Neptuno, a Hades un casco que le hacía invisible y yo recibí un rayo. Podéis imaginaros la magnitud de la pelea con esas armas, pero sobre todo tened en cuenta que la guerra duró 10 años. Terminamos ganando (era obvio, ya que yo, Dios supremo, luchaba en ella…), y encerramos a los Titanes y a mi padre en el Tártaro, siendo vigilados por los Hecantóquiros (no sería gracioso que se escapasen, creedme…)

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