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Ecología Y Religiones


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2014  •  3.545 Palabras (15 Páginas)  •  382 Visitas

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Desde una aproximación empírica y observadora, puedo afirmar que la sociedad, y sobre todo la juventud, se mueven a un ritmo sumamente veloz. La masificación tecnológica ha reducido las relaciones sociales a aparatos electrónicos, y la duración de éstas se ha vuelto cada vez más corta. Esta situación no aplica sólo a las relaciones humanas, sino a las relaciones entre las personas y su entorno, reduciendo el contacto del “aquí y el ahora” a un fenómeno accidental. Por tanto, se ha desvirtuado la relación estrecha que antes existía entre la humanidad y la naturaleza, pues finalmente, la industrialización y la globalización han convertido a la naturaleza, en la sociedad occidental moderna, en un medio más de productividad activa, y no en un fin, ni en una situación concreta que merezca atención especial.

En este sentido, en este artículo pretendo referirme a las relaciones entre el hombre y la naturaleza, en la actualidad, afirmando que en gran medida la poca espiritualidad y el gran materialismo que nos rodea se alejan de enseñanzas ancestrales que invitan a reflexionar sobre cómo se vive el estrecho vínculo que existe entre la naturaleza y el hombre, refiriéndome entonces al budismo y la ecología. Por tanto, abordaré este tema en tres aspectos argumentativos. Primero, sobre la relación del hombre con la naturaleza, en términos jurídicos, o de propiedad y apropiación, agregando a esto la materialización de la naturaleza como necesidad de producción en una sociedad capitalista. Luego lo abordaré desde el argumento espiritual, pudiendo referirme a cómo se ha entendido la relación entre el hombre y la naturaleza, y cómo y cuáles son las razones por las que en la actualidad se ha sentenciado nuestra sociedad a un desapego inminente. Y tercero, me referiré al argumento personal, de cómo es posible ponderar el interés económico con el interés espiritual de la sociedad, para poder hacer cuestionamientos basados no en especulaciones sino en argumentos establecidos, pudiendo buscar una solución práctica al problema que en principio se plantea, encontrando aplicaciones personales en la realidad.

El primer tema y argumento que me gustaría abordar es el jurídico o legal, pudiendo afirmar que la evolución de la propiedad y la industrialización en masa han desvirtuado la relación estrecha entre el hombre y la naturaleza, convirtiendo a esta última en un medio y no en un fin, en un sinónimo de poder y producción, una necesidad productiva, y no una situación ni un objeto por el cual se tomen precauciones ni medidas de protección. Considero que la razón por la que la relación entre las personas y la naturaleza se encuentra en este estado es porque se enfrentan dos valores sociales, el espiritual, o el que se relaciona con la manera de entender la naturaleza y acercarse a ella, y el material, que es el que prepondera en la actualidad, del que tanto he mencionado anteriormente. Haciendo mención a la historia de la propiedad (Domenech, 2009), puedo referirme a la evolución del concepto, demostrando como la naturaleza se ha vuelto un recurso invaluable pero por su valor económico y no por su valor innato.

Anteriormente la propiedad como hoy la conocemos no existía, no había como tal un derecho de propiedad que permitiera la explotación de los bienes propios, por tanto, la relación entre la naturaleza y el hombre se trataba de una relación de cooperación, reciprocidad y colaboración.

El hombre necesitaba de la naturaleza para subsistir, pero siendo éste su único medio de subsistencia, se necesitaba de cuidados y protección, por lo que había una conciencia generalizada del respeto que debía tenerse por los recursos que la naturaleza de manera bondadosa les brindaba a los hombres, en una demostración de nobleza, podría decirse. A medida que la sociedad se fue desarrollando, y empezaron a crearse herramientas que daban al hombre un más fácil acceso a los recursos, empezó a utilizarse la acumulación de recursos.

En este momento, la relación del hombre con la naturaleza seguía basándose en el respeto, pero por la capacidad de almacenar recursos naturales para el futuro –así fuese próximo- permitió al hombre concebir la naturaleza en una forma de fuente de abastecimiento. En el desarrollo del tiempo, por la posibilidad de acumular recursos, la propiedad como concepto también empezó a desarrollarse, entre las personas comenzaron a intercambiarse recursos acumulados e incluso manufacturados, el trueque permitió entender al hombre la idea de poder intercambiar objetos por el derecho que tenían sobre ellos. Algo como intercambiar lo mío por lo tuyo. Este fenómeno de intercambio empezó a masificarse, al igual que se masificó la tecnología y las herramientas que posibilitaban la facilidad de trabajo y captura de recursos y animales del hombre. Adelantándose muchos siglos en el tiempo, podemos entender cómo el significado de propiedad permitió al hombre apropiarse de recursos naturales para su beneficio y su exacerbo económico. Mirémoslo en el ordenamiento colombiano, el derecho de propiedad, que se consagra constitucionalmente en el artículo 58 y en el Código Civil en el artículo 665, permiten entender cómo el hombre tiene la posibilidad de explotar, utilizar, administrar y gozar de sus cosas sin contravenir la ley. Esto, sin embargo, no quiere decir que el hombre pueda apropiarse de todo, pues existen bienes que no son apropiables, como lo es un río o una montaña, el cielo o el mar. Este es el valor económico al que me refería, que se contrapone con el espiritual.

El valor espiritual al que me refiero podemos encontrarlo en la lectura de “Los bienes de la tierra y de la humanidad en la perspectiva de las religiones” (Tamayo, 2012), de Juan José Tamayo, donde en principio explica cómo la tierra es un bien colectivo, que le pertenece a todo el mundo sin interesar su vocación ni religión. Este sentido espiritual es el que se consagra en la Declaración Universal del Bien Común, por ejemplo, como freno a la explotación de los recursos naturales. Esta lectura hace énfasis en cómo este documento se convierte en un paradigma en la relación de la ecología y la humanidad, hace énfasis en cómo cambia el sentido del hombre como dueño absoluto de todo y se hace de suma importancia recordar la interactividad dinámica que debe existir en un modelo ecológico, acorde con las necesidades del hombre, pero también con las necesidades humanas. Es un documento que hace importante notar que la naturaleza y el hombre perviven, y que ambos subsisten en el mismo ambiente, en contraposición a la rivalidad constante que se maneja cuando el hombre utiliza la tierra para su beneficio. Por eso la importancia de trabajar por la naturaleza, su protección y su vida.

A esto se agrega también la importancia del diálogo interreligioso, al

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