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LA SEMANA DE LA CREACIÓN


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  10.649 Palabras (43 Páginas)  •  185 Visitas

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LA SEMANA DE LA CREACIÓN [1] En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, [2] todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas. [3] Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. [4] Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. [5] Dios llamó a la luz "Día" y a las tinieblas "Noche". Atardeció y amaneció: fue el día Primero. [6] Dijo Dios: «Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe unas aguas de las otras.» [7] Hizo Dios entonces como una bóveda y separó unas aguas de las otras: las que estaban por encima del firmamento, de las que estaban por debajo de él. Y así sucedió. [8] Dios llamó a esta bóveda "Cielo". Y atardeció y amaneció: fue el día Segundo. [9] Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo de los cielos en un solo depósito, y aparezca el suelo seco.» Y así fue. [10] Dios llamó al suelo seco "Tierra" y al depósito de las aguas "Mares". Y vio Dios que esto era bueno.

[11] Dijo Dios: «Produzca la tierra hortalizas, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda la tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie.» Y así fue. [12] La tierra produjo hortalizas, plantas que dan semillas y árboles frutales que dan fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie. Dios vio que esto era bueno. [13] Y atardeció y amaneció: fue el día Tercero. [14] Dijo Dios: «Haya lámparas en el cielo que separen el día de la noche, que sirvan para señalar las fiestas, los días y los años, [15] y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra.» Y así sucedió. [16] Hizo, pues, Dios dos grandes lámparas: la más grande para presidir el día y la más chica para presidir la noche, e hizo también las estrellas. [17] Dios las colocó en lo alto de los cielos para iluminar la tierra, [18] para presidir el día y la noche y separar la luz de las tinieblas; y vio Dios que esto era bueno. [19] Y atardeció y amaneció: fue el día Cuarto. [20] Dijo Dios: «Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento.»

[21] Dios creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno. [22] Los bendijo Dios, diciendo: «Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense asimismo las aves sobre la tierra.» [23] Y atardeció y amaneció: fue el día Quinto. [24] Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de diferentes especies, animales del campo, reptiles y animales salvajes.» Y así fue. [25] Dios hizo las distintas clases de animales salvajes según su especie, los animales del campo según su especie, y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios que todo esto era bueno. [26] Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.» [27] Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó. [28] Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.» [29] Dijo Dios: «Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas con semillas que hay sobre la tierra, y toda clase de árboles frutales. [30] A los animales salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman.» Y así fue. [31] Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Sexto.

[1] Tenemos que hacer un esfuerzo para mirar esta página de una manera sencilla. Desde hace ciento cincuenta años ha habido demasiadas discusiones sobre el tema "la creación según la Biblia y según la ciencia". No encontraremos aquí datos históricos o científicos, pues los que redactaron este capítulo querían enseñarnos cosas muy diferentes y Dios hizo suya su exposición, sin asustarse de que hablaran del cielo como de una bóveda azul de la que cuelgan las estrellas.Tenemos, pues, aquí una palabra de Dios, pero no leamos ese texto como si nos entregara "la" comprensión cristiana del universo. Como todas las religiones del pasado tuvieron sus "cosmogonías", es decir, sus relatos sobre el origen del mundo, así también la Biblia tuvo los suyos y éste es el más importante; pero ella tiene mucho más que decir y lo dice allí donde muchos no buscan, es decir, en el Nuevo Testamento. Habrá que esperar la venida de Cristo para que se revele el misterio de Dios creador: véase Jn 1 y Ef 1.Este relato rítmico, con sus repeticiones y su forma litúrgica, es como un prefacio, una obertura del primer núcleo de la Biblia realizado en el siglo quinto antes de Jesús, cuando los judíos retornaron del Exilio de Babilonia.Pero, ¿qué quería decir? ¿Que Dios lo ha hecho todo? ¡Por supuesto! Dios único, distinto de ese universo que creaba, y que existía antes que éste. Pero quería decirnos antes que nada que Dios está infinitamente más allá de esa creación que nos maravilla o que nos aplasta, más allá de una naturaleza tan rica y tan dominante que fácilmente nos dejamos llevar por sus impulsos.El espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Hay que saber que en hebreo la palabra "soplo" o "viento" terminó por significar "espíritu" (véase Jn 3,8). Aquí está, pues, el Espíritu de Dios, o su soplo, y lo nombran inmediatamente antes que la Palabra: Palabra y Espíritu serán como las dos manos de Dios, el Creador. Esto mismo afirma nuestro "Creo en Dios": el Espíritu habló por los profetas. Dios actúa por medio de su Palabra, portadora de sus voluntades. Desde este primer momento la Palabra, apodada en otra parte "la Sabiduría", organiza el universo, pero no como una tierra extraña, un mundo que Dios miraría desde arriba, sino como el lugar que vendría un día a visitar. Dijo Dios. Con estas palabras se pone como una frontera entre Dios y su criatura. El mundo no es Dios, no es un aspecto de Dios; tampoco salió de Dios como del seno de un Infinito que dejara escapar a sus riquezas sin conocerlas ni dominarlas. El mundo está en Dios de alguna manera, pero Dios es exterior al mundo y no depende de él. No habrá que olvidarlo cuando posteriormente se nos hable de comunión con Dios: ésta sólo se realizará

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