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LIBRE DE CULPA


Enviado por   •  18 de Marzo de 2013  •  Tesis  •  568 Palabras (3 Páginas)  •  316 Visitas

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LIBRE DE CULPA

Qué es la culpa

El Señor no solo perdona nuestros pecados sino que nos libra de la culpa de haberlos cometido. La culpa es el sentimiento de haber fallado, el cual nos acusa del mal, condenándonos por nuestras acciones.

“... he aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”. Esto fue lo que escuchó el profeta Isaías al confesar que era inmundo de labios. Como profeta, a través de su boca había hablado varias veces la palabra de Dios. Pero también había pecado con ella. Cuando Dios se le reveló sintió culpa por su pecado, y Dios, lleno de amor y misericordia, no sólo limpió su pecado, sino que también le quitó el peso de la condenación de la culpa. (Isaías 6.1-7)

Jesús nos libra de la culpa

Un ejemplo de la libertad de la culpa que Jesús nos ofrece se nos relata en el pasaje de la mújer adúltera. Esta era una mujer que los fariseos llevaron ante Jesús tras de haberla descubierto en el acto de pecar, preguntándole al Señor si debían o no apedrearla. Ante la insistencia, Jesús dijo que aquel que no tuviera pecado fuera el primero en tirar la piedra, y aquellos, acusados por su conciencia y no estando libres de culpa, abandonaron el lugar. Quedaron Jesús y aquella mujer solos, y el Señor, el único libre de pecado entre ellos, dijo a la mujer que él no la condenaba (Juan 8.1-11). La actitud y las palabras de Jesús revelaban su prósito de perdonarle el pecado y librarla de toda culpa.

La Biblia nos enseña que Jesús vino a salvar al mundo, no a condenarlo (Juan 3.16-17), y que por su sangre nos limpió la conciencia de toda culpa (Hebreos 9.14).

Otro ejemplo de lo que el Padre hace por limpiarnos la culpa es el relato del hijo pródigo. Después de vivir perdidamente y malgastar los bienes, el hijo se arrepintió y decidió regresar a la casa de su padre, pensando que había perdido su posición de hijo y que ahora le correspondía ser un jornalera. Cuando el padre lo vio lo recibió lleno de misericordia, recordándole su dignidad de hijo y restaurándolo en su posición; mandó a vestirlo espléndidamente y ordenó a los jornaleros servirlo y hacerle una gran fiesta, dejando claro a su hijo que le extendía su perdón y que su pecado no había disminuido su amor hacia él (Lucas 15.11-32).

La mujer con flujo de sangre nos presenta otro ejemplo de la gracia de Dios para librarnos de toda la culpa. Esta era una mujer enferma por 12 años, que al oir hablar de Jesús de le acercó a tocarle el manto, creyendo que sería sana. En aquellos tiempos una mujer con flujo de sangre no podía tocar ni acercarse a un hombre, pues lo hacía impuro; las leyes y las costumbres eran bien rígidas, y las mujeres que lo hacían eran rechazadas y hasta apedreadas.

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