LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
GiovannaCMG19 de Enero de 2014
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LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia.
TEMA 1: LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
1.1 Naturaleza de los sacramentos
1.1.1 Noción de los sacramentos
1.1.2 Los sacramentos son realidades sensibles
1.1.3 La realidad sensible de los sacramentos tiene el carácter de signo
1.1.4 El signo sensible del sacramento está constituido por la materia y por la forma
1.1.5 La institución de los sacramentos por Cristo
1.1.6 Los sacramentos no sólo significan la gracia, sino que también la producen
1.2 La eficacia sacramental
1.3 Efectos de los sacramentos
1.3.1 La gracia santificante
1.3.2 La gracia sacramental
1.3.3 El carácter
1.4 Institución y número de los sacramentos
1.5 Validez y licitud sacramental
1.1 NATURALEZA DE LOS SACRAMENTOS
1.1.1 Noción de los sacramentos
A. Definición nominal
La palabra latina sacramentum significa etimológicamente algo que santifica (res sacrans), y equivale en griego a la voz misterio (mysterion: cosa sacra, oculta o secreta).
Del significado nominal se ve claro que el sentido de la palabra es muy amplio: significa cualquier cosa sagrada o religiosa.
En este sentido amplio, toda la Creación es un sacramento, es decir, un signo en cierto sentido sagrado, por ser un modo visible en que se manifiesta la realidad del Dios invisible. Dios se ha hecho conocer en el mundo creado de modo analógico y finito, de forma que puede ser entrevisto en su poder y divinidad, tal como explica san Pablo en Romanos 1, 20: “Desde la creación del mundo, su eterno poder y su divinidad, son conocidos mediante las creaturas”.
A la virtud simbólica del mundo total y de las cosas en particular hay que añadir otro simbolismo sagrado: el que Dios quiso asociar a las realidades del Antiguo Testamento que representaban anticipadamente las del Nuevo, por ejemplo, el Cordero Pascual, signo de Cristo; el Arca de la Alianza, símbolo de la Iglesia; el maná, de la Eucaristía, etc.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas realidades difieren esencialmente de los sacramentos de la Nueva Ley, porque no producían la gracia, sino sólo figuraban la que había de venir por la Pasión de Cristo.
Bajo esta concepción de misterio, ha de afirmarse que el sacramento esencial es Cristo. Cristo es el misterio personificado: su ser, sus palabras y sus obras son la manifestación visible de lo invisible, la aparición de Dios oculto en la realidad de un hombre. Los sacramentos como tales no serán sino la ampliación del ser y del obrar del misterio de Cristo a través de los tiempos y del espacio. Ellos manifiestan el Amor de Dios que está oculto y, como oculto, presente en el mundo. El Amor divino se actualiza a través de ellos.
B. Definición real
Como ya dijimos, el misterio de Cristo se continúa en la Iglesia, que goza siempre de su presencia y lo sirve, especialmente a través de aquellos signos instituidos por Él mismo, que significan y producen el don de la gracia, y son designados con el nombre de sacramentos. El Catecismo de la Iglesia Católica ofrece la siguiente definición:
“Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina” (n. 1131).
O, en definición equivalente del Catecismo Romano (parte II, cap. I, n. 11), “una cosa sensible que por institución divina tiene la virtud tanto de significar como de conferir la gracia santificante” .
La noción de sacramento incluye los siguientes elementos:
1) que es una ‘cosa sensible’, es decir, algo que el hombre es capaz de percibir por los sentidos corporales (el agua en el Bautismo, el pan y el vino en la Eucaristía, etc.);
2) esa cosa sensible es, además, ‘signo’ de otra realidad (la ‘gracia’ o ‘vida divina’);
3) que haya sido instituido por Jesucristo durante su vida terrena;
4) que tenga eficacia sobrenatural para producir la gracia en quien lo recibe. No sólo significa la gracia sino sobre todo la produce de hecho;
5) como los sacramentos han sido confiados a la Iglesia, se dice que ‘los sacramentos son de la Iglesia’. Esto tiene un doble sentido: existen ‘por ella’ y ‘para ella’. Existen ‘por la Iglesia’ porque ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo. Y existen ‘para la Iglesia’ porque ellos son ‘sacramentos que constituyen la Iglesia’
Explicaremos detalladamente los elementos de la definición.
1.1.2 Los sacramentos son realidades sensibles
Jesucristo pudo haber comunicado los frutos de la Redención directamente, sin necesidad de recurrir a ningún elemento sensible. A veces lo hace así, y envía su gracia invisible como una ayuda real, sin mediar elemento externo alguno.
Sin embargo Dios, creador de la naturaleza humana, ha querido acomodarse a ella al darnos su gracia. Jesús, p. ej., realizaba de ordinario los milagros sirviéndose de algunos elementos materiales, o de algunos gestos y palabras:
“tocó con su mano al leproso y le dijo: quiero, queda limpio…” (Mateo 8, 3); “diciendo esto, sopló y les dijo: reciban el Espíritu Santo…” (Juan 20, 22); “untó con barro los ojos del ciego de nacimiento; éste se lavó después y comenzó a ver” (Juan 9, 6-7).
Del mismo modo, quiso Jesús en los sacramentos unir su gracia a signos externos en los que se encarna, se materializa, la acción invisible del Espíritu Santo. La pedagogía divina ha querido comunicar al hombre la gracia sobrenatural a través de las mismas realidades materiales que usamos en nuestra vida ordinaria, dándoles una significación más alta y una eficacia que de suyo no tiene ni pueden tener.
1.1.3 La realidad sensible de los sacramentos tiene el carácter de signo
Definición.- Por signo se entiende todo objeto, fenómeno o acción que representa otro objeto, fenómeno o acción.
El valor de un signo no proviene de lo que él es de por sí, sino de su función indicadora y demostrativa que trasciende su propio ser. Así, por ejemplo, el tender la mano es un signo de unión interior y de ofrecimiento del yo al tú. En la palabra puede expresarse formalmente esa intención; en el signo está representada. En ocasiones los gestos escapan incluso al dominio del lenguaje hablado.
El signo ha de guardar de algún modo relación natural con lo significado. La virtud simbólica concedida por Dios a las cosas no es algo caprichoso, sino que estriba en su ser propio y lo trasciende.
Por ejemplo, al orar levantamos las manos hacia arriba para expresar que nos trascendemos a nosotros mismos hacia Dios. También podemos expresar este deseo quemando incienso que asciende a lo alto. Juntamos las manos para simbolizar que estamos dispuestos a dejarnos atar por Dios. Pero podemos también representar nuestra entrega por medio de la vela que arde y se consume. Nos santiguamos para simbolizar nuestra fe en Cristo crucificado y nuestra participación en su sacrificio mismo. Pero también hacemos imágenes de Cristo crucificado como símbolos de nuestro deseo de unión con Él.
Así, pues, Cristo no eligió una realidad material cualquiera, sino aquella que ya en el plano natural sirve para un fin similar al que Dios quiere producir sobrenaturalmente: el agua, para lavar; el aceite, para fortificar el cuerpo; el pan, para alimentar, etc. Luego determinó que, mediante unas palabras pronunciadas con su autoridad, estas realidades materiales significaran y causaran un efecto santificador: el agua lava la mancha del pecado en el alma.
1.1.4 El signo sensible del sacramento está constituido por la materia y por la forma
Al elemento material del sacramento se le llama materia, y a las palabras que completan y dan su eficacia a la materia se le denomina forma. Cuando la forma es pronunciada por el ministro con la intención de hacer lo que hace la Iglesia, Dios confiere su gracia a través del sacramento, que es el instrumento del que se sirve para santificarnos. Tenemos ahí el signo externo de la gracia (materia y forma) y la gracia conferida.
El signo sensible lo componen conjuntamente la materia y la forma, y es a lo que la Iglesia da el nombre de sacramento.
La materia y la forma constituyen la esencia del sacramento y no pueden variarse o modificarse, pues fueron determinadas por institución divina. La Iglesia, al establecer modificaciones en los ritos, jamás varía esta parte esencial, sino que sólo regula las ceremonias litúrgicas alrededor de los dos elementos constitutivos de cada sacramento.
1.1.5 Institución de los sacramentos por Cristo
Cristo instituyó directa y personalmente todos los sacramentos: Él determinó tanto el signo externo correspondiente como la gracia que de él se derivaría.
La Sagrada Escritura muestra con toda claridad la institución del Bautismo (cf. Mateo 28, 19; Marcos 16; 16: Juan 3, 5), la Eucaristía y el Orden sacerdotal (cf. Mateo 26, 26-29; Marcos 14, 22-25; Lucas 22, 19-20; I Cor. 11, 23-25), y la Penitencia (cf. Juan 20, 23). Aunque la institución de los
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