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Maria

whalienbabyApuntes1 de Octubre de 2022

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¡De María destacamos la confianza debió de haber tenido Jehová en ella! Para dar a luz y criar al mismísimo Hijo de Dios, ella tenía una amistad muy estrecha con Jehová. Era evidente que conocía bien las Escrituras, se calcula que hizo unas veinte referencias estas, un ejemplo es en una conversación con Elisabeth, la madre de Juan el Bautista, ella citó lo registrado en lucas 1: 46-49: “Mi alma engrandece a Jehová, y mi espíritu no puede menos que rebosar de alegría a causa de Dios, mi Salvador, porque él se ha fijado en la humilde condición de su esclava.+ ¡Y de ahora en adelante todas las generaciones me llamarán feliz! Porque el Poderoso ha hecho cosas grandes por mí, y su nombre es santo.”. Estas palabras, muy parecidas a las que pronunció Ana cuando presentó a Samuel en el tabernáculo, demuestran la actitud reverente que tenía María, que a pesar del favor que se le muestra, ella dirigió toda la honra a Jehová.

Otro hecho admirable, es que a María le preocupaba su prometido, José. Ella no espero a que su embarazo fuera evidente para hablar con el antes de darle la noticia, quizá le surgieron preguntas de ¿Cómo lo convencería de que no le había sido infiel? ¡Y la responsabilidad de educar y cuidar a Jesús! No sabemos todo lo que pasó por la mente de la María mientras el ángel hablaba con ella. Lo que sí sabemos es lo que respondió, ella dijo: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración” No preguntó qué pensarían los vecinos al notar su embarazo, ni cómo se vería afectada la relación con su prometido. Se limitó a referirse a sí misma como la sierva más humilde, demostrando así confianza absoluta en Jehová. Con esta respuesta, ella evidenció algo que Dios ya conocía: su excelente actitud de corazón, que la llevaba a aceptar de buena gana la voluntad divina.

A veces, nosotros también nos enfrentamos a responsabilidades y retos en el servicio de Dios que pudieran parecernos abrumadores. En tales casos, hacemos bien en preguntarnos: “¿si confiamos sin reservas en que Jehová intervendrá para que todo salga como él desea? ¿o si demostramos que estamos dispuestos a hacer lo que Jehová nos pida?”. No nos debe caber la menor duda: Jehová nos concederá su espíritu si confiamos en él con toda el alma, y lo reconocemos como nuestro soberano y acatamos su voluntad

Además, pensemos en esto: aunque María estaba comprometida con José, el ángel de Jehová no se le apareció primero a él. Antes le habló directamente a María y le dijo que daría a luz al Hijo de Dios (Luc. 1:26-33). Jehová conocía bien a María y estaba seguro de que ella amaría y cuidaría a su Hijo. Y, sin duda, María siguió teniendo una buena amistad con Jehová incluso después de que Jesús murió y fue llevado al cielo (Hech. 1:14).

También podemos resaltar el valor que tuvo para afrontar el viaje a Belén ya que seria particularmente duro para ella, en su estado cualquiera preferiría haberse quedado en su casa con familiares y amigos para que la ayuden, pero ella apoyo la decisión de José de obedecer el decreto, al estar casada esto influía en sus decisiones y ella respetaba el papel que Jehová le había asignado al hombre como cabeza de familia , ella apoyaba fielmente las decisiones de José, y su profunda fe la ayudo a ser obediente a su esposo. Sin duda

¿Qué pueden aprender las esposas del ejemplo de Maria? La esposa debe respetar la autoridad de su esposo, pero ella sigue siendo responsable de mantener fuerte su propia fe (Gál. 6:5). Así que tiene que apartar tiempo para su estudio personal y para meditar. Esto la ayudará a seguir amando y respetando a Jehová, y a ser feliz estando bajo la autoridad de su esposo.

Otro hecho resaltante fue que María formaba parte de una familia judía y practicaba la religión de sus padres. Adoraba a Dios en la sinagoga —el lugar de culto de los judíos— y viajaba al templo de Jerusalén. Sin embargo, a medida que fue entendiendo mejor cuál era el propósito de Dios, comprendió que las tradiciones que había heredado ya no contaban con la bendición divina. Ella sabía que los líderes religiosos judíos eran culpables del asesinato de su hijo. Incluso antes de morir, Jesús había declarado su rechazo a estos líderes. Todo esto demostraba que Dios había dejado de aprobar la religión en la que María se había criado (Gálatas 2:15, 16). Ahora bien, para cuando nació la congregación cristiana, María debía contar unos 50 años. ¿Qué haría? ¿Pensaría que no estaba bien abandonar las tradiciones familiares y su religión de toda la vida? ¿Se excusaría diciendo que ya era demasiado mayor para cambiar sus creencias? Por supuesto que no. Sabía que Dios ya no bendecía al judaísmo, sino a la congregación cristiana, y tuvo la fe y el valor necesarios para cambiar de religión.

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