Pastorela
arianamarquezmon2 de Octubre de 2013
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La pastorela
En nuestra cultura la pastorela tiene sus antecedentes en la época colonial, cuando los evangelizadores aprovecharon la tradición teatral de la cultura náhuatl para difundir en forma didáctica el cristianismo. Los jesuitas fueron los principales impulsores de los coloquios, representaciones que señalan el inicio de estas expresiones teatrales.
Desde el punto de vista religioso, la pastorela es la recreación de los problemas que enfrenta un grupo de pastores para llegar a la adoración del Niño Jesús nacido en Belén. En el trayecto luchan contra Lucifer quien, representando los siete pecados capitales, pone todo tipo de trampas, obstáculos y tentaciones para hacerlos desistir. El Arcángel San Miguel libra una intensa batalla con él y finalmente lo vence. Se trata de un enfrentamiento entre el bien y el mal del que se desprenden ciertas lecciones. Estas representaciones adquieren un nuevo carácter al salir de los atrios de las iglesias para escenificarse en las calles y plazas, donde se recogen las costumbres y prácticas de cada región. Por ello, en las postrimerías del siglo XVI existen referencias de una pastorela propiamente mexicana, sobre todo en regiones de antigua influencia jesuita como Puebla, Querétaro, Guanajuato y Jalisco.
Posteriormente surgieron las pastorelas más pícaras que, dejando a un lado su lenguaje pulcro, dieron paso a otro, cargado de sensualidad, sentido irónico, cómico y, muchas veces, soez. De esta forma, en los últimos años, la crítica social y política también se ha hecho presente en la trama de muchas obras que son producto de la creatividad popular.
Como modalidad teatral surgió a partir de que José Joaquín Fernández de Lizardi escribió en el siglo XIX La noche más venturosa, primera pastorela que se representó en un escenario con actores profesionales y un lenguaje culto. Desde entonces, este género dramático se ha representado en época navideña en los teatros mexicanos y, a pesar de que ha sufrido indudables transformaciones, aún conserva un contenido y una estructura más o menos permanente, cuyo tema central sigue siendo el nacimiento y la adoración del niño Dios, e incorpora algunos personajes nuevos.
En la pastorela mexicana son representados fundamentalmente: los pastores Bato, Brasy y Gila, entre otros; los demonios, Lucifer, San Miguel, José, María, el Niño Jesús y un ermitaño. A éstos se les han agregado una serie de cantos y música tradicionales que le dan un sello particular a las pastorelas de cada región, estado o pueblo, sin olvidar las danzas y otras manifestaciones populares. En ellas, hay cantos, caminatas, diálogos entre diablos y pastores, la lucha entre San Miguel y Lucifer, la adoración de los pastores, el ofrecimiento de regalos y la despedida.
Cabe señalar que la trama de muchas pastorelas ha ido pasando de generación en generación a través de la tradición oral. Entre otras, se conoce la de Metepec en el Estado de México, la de Tepotzotlán en Puebla y la del Altillo en la ciudad de México.
Es así como este género se ha ido afianzando en el gusto del pueblo, a la vez que se ha convertido en un buen pretexto para poner en juego creatividad e ingenio, y reflejar la realidad social por medio de una tradición cultural como la Navidad.
GUION DE PASTOLERA
PRIMER CUADRO.
Narrador: En tiempos de Herodes, envió Dios al angel Gabriel a Nazareth, a visitar a una virgen desposada con un varón de la Casa de David, llamado José. El nombre de la Virgen era María, y el Arcángel la saludo diciendo:
Arcángel: Dios te salve María. Llena eres de gracia. ( María observa asombrada). El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres. Oh, María, no temas, porque has hallado gracia a los ojos de Dios. Sábete que has de concebir en tu seno, y darás a luz a un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Este será grande, y será llamado hijo del Altísimo, al cual el Señor Dios dará el trono de David, y reinará en la casa de Jacob eternamente y su reino no tendrá fin.
María: ¿Y cómo ha de ser eso? Pues yo no conozco varón alguno (acercándose)
Arcángel: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el fruto santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu prima Isabel, que en su vejez ha concebido también un hijo, porque para Dios no hay nada imposible.
María: (arrodillándose) He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
SEGUNDO CUADRO
Narrador: Por aquellos días, partió María a una ciudad de Judá y entrando en la casa de Zacarías, saludó a su prima Isabel.
María: (Aparece Santa Isabel sentada, se levanta al oir entrar a la virgen María) Dios te salve, Isabel.
Isabel: Bendita tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Y ¿de dónde a mí tanto bien, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? Bienaventurada tú que creíste que se cumplirían las cosas que te han dicho de parte del Señor.
María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque se ha dignado mirar a su humilde esclava.
Narrador: Por aquellos días en que iba a nacer Jesús, el gobierno dio una orden de registrarse, es decir, empadronarse en el lugar de origen de su tribu. María y José, en cumplimiento de las órdenes, salieron de viaje hacia Belén, ciudad de Davidde donde era la familia de José. Narra el Evangelio que en los contornos de Belén estaban velando unos pastores haciendo centinela de noche junto a su rebaño.
TERCER CUADRO
Narrador: En esa noche maravillosa en la que vamos a situarnos, viajando con el pensamiento hasta Judea.
Pastor 1: ¡Qué claras se ven las estrellas esta noche!
Pastor 2: Tienes razón, siento que esta noche no es como todas, tiempo después de meterse el sol, el campo aún estaba iluminado como si fuese de día.
Pastores: ¡Es cierto, es cierto!
Nestor: ¡Qué cierto, ni que nada! Ustedes están siempre viendo visiones. Yo lo único raro que he visto es que a mi bota se le acabó el vino desde antes del mediodía, y no se quién habrá sido.
Pastor 1: Ya empiezas con tus reclamaciones infundadas.
Nestor: ¡Sí, ya sé! Fuiste tú, Antonio.
Pastor 1: Yo no he tocado tu vino, y no vengas a levantarme falsos.
Nestor: Tú me devuelves mi vino.
Pastor 1: Cállate, yo te vi robar el borrego de Juan y luego esconderte.
Nestor: Eso no es cierto.
Pastor 2: A callar ¿es que no pueden estar juntos sin dejar de pelear?
Pastor 1: Es cierto lo que digo. Esta noche tiene algo especial, yo creo que se acerca el cumplimiento de las profecías.
Pastores: ¿Qué dicen las profecías?
Pastor 2: Que nacerá el Redentor.
Pastora 1: Que ha de venir el Pastor a su pueblo.
Pastora 2: ¿Cómo será el Mesías?
Pastora 3: Un guerrero fuerte y valeroso. ¿Sino,cómo podría salvar a nuestro pueblo?
Pastora 1: Será un rey que domine a los extranjeros.
Pastor 2: Están equivocados, será más que un guerrero, más que un rey.
Nestor: Sigan soñando, crédulos. ¿Cómo puede un judío ser más grande que el César? Están locos.
Pastor 1: Tú eres un descreído. Eres irritable.
Pastora 3: Que Gil nos cuente algo de las profecías.
Gil: Bien, todos saben que nuestros padres y los padres de nuestros padres, desde todos los tiempos han esperado que vendrá un Mesías. Los profetas hablaron de El, diciendo que será la esperanza de las naciones. El Profeta Isaías dijo que nacerá de una virgen, y se llamará Emmanuel, que quiere decir, "Dios entre nosotros".
Pastores: ¿Dios entre nosotros?
Antonio: El profeta Malaquías dijo que los reyes vendrán a tributarle honores y presentes a su cuna.
Pastora 1: Sí los reyes le tributarán honores, será más que un rey.
Gil: El Profeta Jeremías anunció lo que en ese tiempo sucederá: que verán los ciegos, oirán los sordos, andarán los cojos, y hablarán los mudos.
Antonio: Y Zacarías nos dijo que el Mesías será llamado el Príncipe de la Paz.
Sara: Bueno, a todo esto, ¿dónde nacerá el Redentor?
Gil: Oigan lo que dijo Malaquías: "Y tu Belén, no eres la menor de las ciudades de Judá, puesto que de ti ha de salir el que ha de gobernar a mi pueblo".
Todos: En Belén
Sara: Aquí mismo.
Luisa: ¡Qué maravilla! La verdad del Señor se nos ha revelado por medio de sus profetas, ahora entendemos claro.
Nestor: Como cuento está muy bien; pero todos los profetas han esperado al Mesías, y se han muerto sin verlo.
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