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Patty Y Juan


Enviado por   •  15 de Junio de 2015  •  428 Palabras (2 Páginas)  •  159 Visitas

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eador. Adán y Eva, dotados de dones mentales y espirituales superiores, fueron creados en una condición “un poco menor que los ángeles”2, a fin de que no discernieran solamente las maravillas del universo visible, sino que comprendiesen las obligaciones y responsabilidades morales.

“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”3. En ese lugar, en medio de las hermosas escenas de la naturaleza que no había sido tocada por el pecado, recibieron su educación nuestros primeros padres.

Por el interés que tenía en sus hijos, nuestro Padre celestial dirigía personalmente su educación. A menudo iban a visitarlos sus mensajeros, los santos ángeles, que les daban consejos e instrucción. Con frecuencia, cuando caminaban por el jardín “al aire del día”, oían la voz de Dios y gozaban de comunión personal con el Eterno. Los pensamientos que él tenía para ellos eran “pensamientos de paz, y no de mal”4. Solo deseaba para ellos el bien.

Adán y Eva estaban encargados del cuidado del jardín, para que lo guardaran y lo cultivaran. Aunque poseían en abundancia todo lo que el Dueño del universo les podía proporcionar, no debían estar ociosos. Se les había asignado como bendición una ocupación útil, que había de fortalecer su cuerpo, ampliar su mente y desarrollar su carácter.

El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra. Los moradores del Edén trataban con la creación animada e inanimada; con las hojas, las flores y los árboles, con toda criatura viviente, desde el leviatán de las aguas, hasta el átomo en el rayo del sol, y aprendían de ellos los secretos de su vida. La gloria de Dios en los cielos, los mundos innumerables con sus movimientos prefijados, “las diferencias de las nubes”5, los misterios de la luz y el sonido, del día y de la noche, todos eran temas de estudio para los alumnos de la primera escuela de la tierra.

El Infinito Autor de todo abría a sus mentes las leyes y operaciones de la naturaleza, y los grandes principios de verdad que gobiernan el universo espiritual. Sus facultades mentales y espirituales

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