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Juan Camaney

chino_rg724 de Febrero de 2012

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Es en el pasado siglo XX, en concreto, cuando la arquitectura evolucionó más rápidamente. Los anteriores siglos, con la incorporación de nuevos materiales más resistentes, como aleaciones metálicas y el tratamiento de los cristales, o con nuevas técnicas de construcción, como la incorporación de los tensores, que permiten de construir enormes cúpulas suspendidas en el aire reduciendo los espesores de hormigón, al sustituirlo por planchas prefabricadas y, también, por la aparición de nuevos estilos culturales. Veamos:

Construida en Barcelona por Antonio Gaudi (en 1905 - 1910).

Este edificio, más conocido como “la Pedrera”, se podría comparar con el aspecto de un barranco en el que se distribuyen cuevas-habitáculos de tribus Africanas en toda la superficie.

Este emblemático edificio y símbolo de Barcelona fue construido después de la “Sagrada Familia”, y siguió el mismo estilo que en la construcción del edificio que le hizo más famoso: la utilización de las curvas para dar un aspecto de movimiento y en la imitación del tejado, muy parecido al estilo de los bancos del Parc Güell, utilizando cerámica rota para hacer mosaicos en todo el exterior. Esta técnica del mosaico, prácticamente no utilizada hasta entonces, es una constante en todas las obras de Gaudí pero con un detalle único en “la Pedrera”: el aspecto de las chimeneas, que son muy parecidas a los cascos de los soldados.

En esta imagen se puede observar con claridad el detalle de las balconadas y de las ventanas exteriores que dan a la calle, protegidas por un amasijo de hierros retorcidos, con su color de forja, que da el aspecto de un grupo de hojas y ramas.

Construida alrededor de dos patios, tiene una estructura de pilares de piedra y ladrillos, que libera la fachada de funciones de carga, lo que permite tener grandes oberturas a la calle que facilitan el paso de la luz a las viviendas. El tejado descansa sobre un conjunto de arcos parabólicos, que forman las guardillas. Una verdadera innovación para la época la constituye la construcción de un “parking” subterráneo, para carruajes y automóviles, al que se entra por las rampas de acceso helicoidal. Este edificio fue muy importante en su momento, sobre todo por la incorporación de tantas curvas, algo poco común en las construcciones de la época

La Bauhauss fue una escuela de arte que se formó después de la Primera Guerra Mundial en Alemania, por un grupo de personas con una ideología que intentaba mejorar la unión entre el arte y la tecnología para el beneficio mutuo de cada ciencia o arte.

Influenció en muchas generaciones que hicieron posible la arquitectura moderna. Esta escuela está incluida en los movimientos de principios de siglo que se opusieron a la arquitectura del siglo pasado y buscaron crear otra, surgida de los nuevos materiales y con la ayuda de la tecnología más moderna. La nueva estética, carente de ornamentos, buscaba sobre todo la sencillez, la utilidad y la difusión. Esta ideología, enfocada a todas las clases sociales, evitaba que la arquitectura se siguiera desarrollando para una élite social, de obras públicas y monumentos.

La arquitectura de la Bauhaus sobresalió por su funcionalidad: en ella se utilizaban al máximo los nuevos materiales y la tecnología. Las clases de arquitectura en esa Escuela procuraban, además, crear una profundidad analítica en el estudiante. Sus cursos trataban temas relacionados con la estática, la construcción, la calefacción y la ventilación; sobre sus materiales, y las matemáticas y la física. Asimismo, desarrollaba estudios sobre urbanización, sobre la relación de los volúmenes, sobre los distintos caminos para desarrollar un proyecto (orientación de viviendas e integración de interiores y exteriores), siempre teniendo en cuenta sus integrantes.

Crearon un centro de consulta para integrar arte y tecnología.

Combinaba el estilo de los artistas plásticos y las actividades de los ingenieros; y lo aplicaban sobre todo las formas que podían, como en la arquitectura de los teatros, museos, casas...

Los efectos y las influencias de la Escuela de la Bauhauss se notan y se pueden ver fácilmente en hogares y oficinas de los Estados Unidos. Después estos trabajos sus miembros pasaron al campo del mobiliario del hogar (sillas, lámparas y otros productos manufacturados); poco más tarde saltó a otros campos, aumentando su influencia. Su finalidad mas importante era promover el concepto de que la idea (utilidad) está por encima de todas las “formas” de un objeto.

Sin duda alguna, los experimentos de esta escuela llevaron al desarrollo de la arquitectura de este siglo y al renovador concepto del diseño...

El Palacio Nacional de Montjuïch se construyó con la finalidad de ser la sede para celebrar la Exposición Internacional. Esto coincidió además con la celebración en Sevilla de la Exposición Ibero-Americana.

Estos dos edificios son muy parecidos entre si, tanto en el exterior como en el interior.

Los dos son obras representativas de la arquitectura regionalista y están realizadas en ladrillos vistos con aplicaciones de cerámica policroma y con utilizaciones de hierro forjado, dentro del más puro regionalismo.

En la Plaza España de Sevilla, obra del arquitecto nativo Aníbal González, destaca el largo y las torres que rodean la plaza formando un semicírculo de 200 metros de diámetro, la función de las cuales es únicamente decorativa.

Integrada en el Parque de María Luisa, esta plaza peatonal ofrece la oportunidad de disfrutar al aire libre de la belleza arquitectónica del palacio que se alza en sus inmediaciones. La particularidad de este edificio radica en la evocación que hace de todas las provincias españolas, representadas en distintas secciones, bancos con alicatados, cuadros históricos o escudos; también se representan en la fachada medallones en relieve con hombres ilustres de España. Las regiones españolas se evocan en los cuatro puentes de ladrillos y azulejos que permiten el paso por el lago que separa a la plaza peatonal de la plaza interior.

En los extremos de la plaza se alzan dos torres que flanquean un semicírculo de 200 metros de diámetro. Y en el centro, una fuente circular luminosa, que por las noches ofrece espectaculares juegos de agua y colores.

Plaza España

En cambio, en el proyecto de rehabilitación del Palacio Nacional de Montjuïch, Aulenti partió de tres pilares básicos: una colección y un proyecto museográfico, un edificio existente y un grupo de arquitectos.

La idea de crear un gran museo de todo el arte catalán arranca de principios del siglo XX, de la época de predominio ideológico Funcionalista de la Liga Regionalista de Cataluña.

El edificio, un palacio gigante, construido expresamente para la Exposición Universal de 1929, que tuvo como cualidad urbana esencial definir el fondo, el skyline del Montjuïch, especialmente desde la perspectiva de la avenida de María Cristina. Se conserva, por tanto, en la medida que representa la imagen emblemática de Montjuïch.

El edificio, sin embargo, es bastante extraño, tanto desde un punto de vista tipológico como desde el lenguaje arquitectónico: un híbrido y monumentalista Tardo Meaux-Arts. Sólo el gran salón interior, de dimensiones singulares, constituye su máximo atractivo. En la medida en que fue construido en poco tiempo, sin previsión de permanencia, el palacio ha necesitado primero un proyecto de consolidación, en el cual han intervenido arquitectos como Fernando Ramos y Enric Steegman. Por lo que respecta al encargo creativo de este proyecto fue otorgado a Gae Aulenti, famoso por sus intervenciones en el Pompidou, la Gare d'Orsay y el Palazzo Gras. Gae Aulenti (Palazuelo, 1927), profundamente enraizada en el ambiente cultural de la arquitectura italiana de los años cincuenta, se tituló como arquitecto en 1954, participó en el equipo de redacción de la revista Casabella-Continuità. Del ambiente artístico italiano de los años cincuenta y sesenta ha heredado la actitud realista y empírica que, en sintonía con la arquitectura nórdica, defendía un “nuevo empirismo”, respetuoso con el contexto y con los datos de cada proyecto. Gae Aulenti defiende esta actitud empírica y pragmática en la medida que considera que no existen actualmente unos patrones generales para resolver un museo; cada cuadro o colección ha de tener su propio espacio y sistema de iluminación. Además de que es cada país, ciudad, lugar y contexto el que configura la diversidad de formas del museo contemporáneo, son las mismas obras de arte las que lo acaban de construir y configurar.

Para ello, Gae Aulenti ha intentado interpretar las leyes de la estructura del edificio, su forma axial y simétrica resulta a partir de un “hall” de acceso, y de la disposición de dos grandes alas en fachada y un cuerpo en torno al salón gigante. Las características del edificio se han transformado ligeramente, modificando el sistema de escaleras de acceso y creando dos patios alargados y ajardinados que, en el primer piso, permiten respirar al edificio.

Para delimitar el recorrido se ha recurrido a la configuración de un triple itinerario que se complementa y que organiza todos los giros del mismo. Existe un recorrido cronológico tradicional, un recorrido simbólico que, apoyándose en la idea de estilo, permite captar rasgos generales de

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