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Quién es el párroco

jarismi1960Ensayo29 de Septiembre de 2020

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Ensayo: Quien es el párroco

Autor: Jorge Aristizábal Muñoz

Fecha:  25 abril de 2019

1.- ¿Quién es el Párroco?[pic 1]

  1. El párroco es el pastor propio de la comunidad que le está en comendada c. 519

                     1.1.1 Partiendo de esta definición del párroco como pastor, el presente estudio se enfoca en mostrar porque él párroco  puede y debe santificar a la comunidad que le está encomendada. Razón por la cual es preciso remontarse a los orígenes de la aplicación del término «pastor» en la Biblia y así ir descubriendo la misión pastoral del párroco.

El pastoreo es una actividad común del ambiente del Antiguo Testamento, ciencias como la antropología muestran que muchas personas se dedicaban a cuidar ovejas como uno de los oficios comunes de aquel entonces y de aquellos lugares.

Desde el comienzo de la Biblia, se habla en Gn 4,2 que Abel era pastor de ovejas; Abraham con su sobrino Lot, vivían de sus rebaños, y por un conflicto parten su hacienda, Cfr. Gn 13,7.

Moisés fue pastor de su suegro Jetró, Ex 3,1 y fue desde allí como aprendió a tener paciencia para guiar a su pueblo.

David estaba pastoreando el rebaño de su familia, cuando es llamado por Samuel para ser ungido como rey de Israel, 1Sam 16,11. Y seguramente desde esa labor se dio cuenta de la similitud entre las personas y las ovejas, que ambos necesitan de alguien que les cuide, y de la forma como él cuidaba su rebaño, Dios también nos cuidaba a nosotros su pueblo, es desde ahí que tiene sentido y brota el Salmo 23, El Señor es mi pastor.

Dios se ha presentado como pastor de Israel desde los orígenes. Cuando Dios libra a su pueblo de la esclavitud de Egipto, se comporta como un pastor. Dios guía a su pueblo como un rebaño, le protege de sus enemigos, le conduce a aguas de vida, le alimenta con el maná y le conduce a una tierra rica y hermosa

Jeremías anuncia la promesa de dar pastores el pueblo: “Os pondré pastores según mi corazón que os den pastos de conocimiento y de prudencia” (Jr. 3,1,15). En un momento crítico del pueblo disperso, esta promesa alienta la esperanza como cumplimiento de la Alianza, Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado de pastores que lo congreguen y guíen (Cfr. PDV,1)[1]

A la vez el profeta denuncia la actitud de los pastores: “Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse a las ovejas de mis pastos” (Jr. 23,1)

El profeta recuerda al pueblo la promesa y llama fuertemente la atención a los pastores: “Pondré al frente de ellas pastores que las apacienten y nunca más estarán medrosas y asustadas (Jr. 23,4). Es un texto en términos de Alianza recordando que nunca los dejará solos y que perfila la misión del pastor.

Un pastor cuida todo el día de sus ovejas, las cuales no pueden estar encerradas, deben ser libres para un sano desarrollo, están en libertad, pero bajo cuidado, pues son indefensas; necesitan de buenos pastos y agua fresca, y si no los encuentran cercan deben ir en busca de ellos; deben ser protegidas de los depredadores y ladrones. En Juan 10, 11 Jesús nos dice cómo es el buen pastor.

Hay una íntima relación entre el pastor y sus ovejas, el pastor es parte del rebaño, huele a oveja y con el tiempo estas aprenden a conocerle muy bien, Jn 10, 3; 10,14.

El pastoreo necesita mucha dedicación, una entrega total que no admite un asalariado, Jn 10,12-13.

Tiene que darse un vínculo grande entre oveja y pastor que derive en cuidado, dirección y protección del rebaño para evitar los peligros latentes del enemigo 1Pe 5,8.

En Jn 10,1-4 encontramos cómo debería ser la labor pastoral desde la perspectiva del Señor Jesús: el pastor debe entrar por la puerta, no por atrás, para que las ovejas le vean y se alegren, y al verle le sigan porque le reconocen en su voz y actuar. El buen pastor guía, va marcando el camino, observa que no se desvíen, y si alguna se extravía va en busca de ella, trayéndola con cariño y protección (Cfr. Lc. 15,4)

San Pedro en 1Pe 5, 2-3 esboza rasgos claves para desarrollar una auténtica tarea pastoral:

“Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, cuidando de él, no forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por sórdida ganancia, sino de corazón; no como dominadores con los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey."

-        Apacentar, cuidar: Es la protección que debe el pastor a su rebaño, brindándole la atención que necesite para el desarrollo óptimo de la comunidad, además vigilar sobre los posibles peligros, como desvíos, intromisión de falsas ideas; falta de crecimiento y fortalecimiento, por descuido, abandono, etc.

-        No a la fuerza: El pastor ha de tener total libertad para asumir su rebaño, para que esa disponibilidad según el querer de Dios redunde en entrega y amor hacía aquellos que se le ha confiado.

-        No por sórdida ganancia: Cuando se asume la misión de apacentar como un verdadero pastor, la entrega y generosidad evitarán cualquier asomo de explotación económica, o de interés por el dinero que tanto daño hacen en las comunidades.

-        No como dominadores: Recordar las palabras del Maestro “No he venido a ser servido sino a servir” Mt, 20,28

Desde la imagen bíblica del pastor, se tiene una idea clara de cómo actuar el sacerdote, y precisa además su función como ministro, como guía y como servidor de la comunidad a él encomendada.

                    1.1.2. «Pastor» es utilizado en la mayoría de los documentos de la Iglesia, aludiendo siempre a la imagen de Cristo Buen Pastor; con frecuencia al obispo como pastor de su diócesis, al párroco se le designa también por ser análoga su tarea a la del obispo.

Los documentos de la Iglesia ayudan a entender desde el magisterio como interpretar la imagen del Buen Pastor, hay innumerables textos en ellos que desarrollan esta idea de forma apropiada, permitiendo aclarar aún más la labor del párroco como pastor:

El decreto Christus Dominus hablando sobre ello dice que es un pastor que debe conocer su propio rebaño, como Cristo Buen Pastor, llamando a cada una por su nombre, conociendo sus dolencias, sus carencias, sus posibilidades, conoce qué desea, qué le preocupa; una misión que cumplirá, siendo servidor de todas las ovejas, dice servidor, no dominador o capataz, es desde el servicio como se entiende toda la función sacerdotal de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir, Cfr. CD, 30.[2]

El párroco que recibe de Cristo su función de guiar a la comunidad como pastor, a través de su carácter sacerdotal, ha de obrar como el mismo Cristo, cumpliendo la voluntad del Padre, atrayendo a todos hacia él. Haciéndose el encontradizo con sus hermanos para llevarlos por el camino de la salvación.

El párroco ha de asumir su pastoreo, en esa actitud de servicio, dejando a un lado el clericalismo y actitudes prepotentes que le alejan de su rebaño; en una cercanía tal que, sin perder su identidad sacerdotal, se perciba tan próximo a quienes comparten su misión en la parroquia. Pues es cierto que una de las actitudes que más se critica al sacerdote hoy, es su distanciamiento con respecto al pueblo, es como si se resaltara su casta sacerdotal, separados, hieráticos, en su mundo, cada vez más alejados de la realidad envolvente.

El párroco, pastor, debe acercarse a su grey poco a poco, permitiéndole que le conozcan, y a la vez va descubriendo la realidad que le corresponde pastorear, seguramente habrá reticencias o rechazos al principio, pero es en la medida en que se va entregando a su ministerio pastoral como va venciendo esos obstáculos. Es el conocimiento personal que hará posible observar las carencias pastorales, las posibilidades de su comunidad, las personas claves para llevar a cabo alguna iniciativa o actividad eclesial o comunitaria que se requiera en el momento. La Exhortación Apostólica Pastores Davo Vobis N.º 13 recuerda:

“Jesús es el buen Pastor (cf. Ez 34)¸aquel que conoce a sus ovejas una a una, que ofrece su vida por ellas y que quiere congregar a todos en ‘un solo rebaño y un solo pastor’ (cf. Jn 10,11-16). Es el Pastor que ha venido ‘no para ser servido, sino para servir (cf. Mt 20, 24-28), el que, en la escena pascual del lavatorio de los pies (cf. Jn, 13, 1-20), deja a los suyos el modelo de servicio que deberán ejercer los unos con los otros, a la vez que se ofrece libremente como cordero inmolado para nuestra redención (cf. Jn 1,36; Ap 5, 6.12)”

Siempre encontrará el párroco esta fuente de inspiración a su ministerio, en el mismo Cristo, desde la imagen de Buen Pastor, dispuesto a servir, a entregarse abnegadamente, no buscando privilegios sino ante todo el cumplimiento del llamado a servir como solo el Maestro lo vivió. Oportuno será lo que dice PDV, N.º 15

“los presbíteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado…

Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de si mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu. En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor, y en su nombre”

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