Los Hackers
ellymjb5 de Junio de 2015
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los Hackers
ABSTRACT:
La contracultura, como las sociedades, siempre está en movimiento. De esta manera, a cada período histórico corresponden distintas prácticas y ensayos de lucha. Por ello, con la voluminosa tendencia informativa de las sociedades de servicios, la llegada de la era comunicativa, gracias a prótesis como las computadoras, los modems y demás artefactos similares, se empezaron a constituir frentes, a hacerse realidad la gestación de diferentes hábitos políticos. Así surgió un conjunto de personajes autodenominados guerrilleros de las pantallas, pero que han sido mejor conocidos como hackers.
TEXTO:
De la hippie-comunas a las hacker-comunas
Cuando escuchamos la palabra contracultura nuestra memoria vuela inmediatamente hacia el pasado, a los años sesenta, cuando se dio a conocer en la costa Oeste de Estados Unidos, en San Francisco concretamente, un conjunto de manifestaciones entre las cuales destacaron: cambio radical en la vestimenta, transformación de la estética musical, variación sustancial de las prácticas sexuales, cuestionamiento e incredulidad sobre la idea de progreso, retorno a los aspectos místicos y mágicos, una opción por el modo de vida preindustrial, surgimiento de alternativas educativas y rechazo a la educación oficial, ubicación de la esfera política como factor prioritario del movimiento individual y colectivo...
Contracultura para muchos refiere a cierto olor a hippiesmo, a un amor por la naturaleza, a personas de cabellos largos, a chavos vestidos de mezclilla rodeados con surcos de mota e
impregnados de colores y texturas propias de LSD, a conglomerados vegetarianos escuchando algunas rolas de los Rolling Stones o de Jim Morrison y sus Puertas, a un rosario de cuestiones ligadas al trip (al viaje por los interiores de uno mismo y por las zonas míticas y mágicas de la tierra) y conectadas con el arribo de la era de Acuario, a la búsqueda de felicidad (por vía de las tocadas, los orgasmos y la misma actitud epocal) y la anulación de cualquier tipo de antagonismo.
No obstante, el término contracultura, como indica José Antonio de Villena, [1] es un término equívoco, es una palabra prestada del inglés: counter-culture. A pesar de ello, la descripción que se conecta de mejor manera con lo aspirado a lograr por los practicantes de la contracultura es no ser una manifestación ni una inquietud dedicada a ir en contra de la cultura, sino una locución cultural que camina en sentido opuesto a la cultura tradicional y oficial. Es una demostración cultural desarrollada en los circuitos marginales, que cuestiona y propone rutas distintas a la cultura oficial. La contracultura, entendida como cultura marginal, se concibe en los tiempos que vivimos como un problema conectado a lo alternativo o underground. [2]
Pero como ciertos autores han indicado, si el concepto como tal es relativamente reciente, lo cierto es que a lo largo de la historia hemos tenido un sinfín de demostraciones que pueden ser ubicadas como contraculturales, no oficiales, y sus expositores y practicantes han sido ubicados como herejes, de caminar a contra corriente de las
ideas en boga. No obstante, tal ejercicio efectuado por "minorías" ha sido un aspecto que en el horizonte temporal se caracteriza por hacer avanzar a la sociedades y las asociatividades, consiguiendo con el transcurso que dichos problemas contraculturales sostenidos por estrechos grupos sean aceptados y comunes. [3]
La contracultura, tal como la difundieron los comuneros hippies y otras tribus de los sesenta, ha fenecido: por ejemplo, en el caso de la droga como vehículo adecuado para lograr la trascendencia individual y alcanzar la experiencia creativa, se ha visto modificada. Es usada únicamente como línea de diversión: ha dejado de lado su aspecto sagrado y místico para tornarse en un atenuador de la flagelación industrial, urbana y de la misma modernidad. No obstante, se ha presentado un renovado interés por parte de algunos teóricos del alucine y la psicodelia como Timothy Leary, renovándose el optimismo por los alucines químicos, naturales y virtuales. [4] Sin olvidar que las drogas de diseño, como el éxtasis, han venido a despertar un nuevo interés por las mismas.
En la cuestión musical ya no es la vía pop la adecuada para trasmitir las coordenadas de la contracultura, es el sonido electrónico (particularmente el unido a los instrumentos electrónicos, los videos, las pantallas, el láser y otras cuestiones de la tecnología interactiva) el que anuncia los nuevos modos de lucha y el nuevo espíritu epocal, y entre los cuales destacan el no tan actual house y un sinfín de variantes tecno. [5]
En el rubro místico, todo parece indicar que las
variables sagradas siguen siendo una cuestión retomada por algunos grupos actuales de la contracultura: lo frecuentan y practican (aunque todo pasado por el filtro de la electrónica: por ejemplo, la meditación puede hacerse con lentes especiales o la acupuntura puede aplicarse con máquinas especiales) de manera común. La nueva tendencia contracultural anida en los intersticios de la "sabiduría" electrónica, en las coordenadas de la información, en los desarrollos "punta" de la ciencia, como la ingeniería genética o la biotecnología.
En la cuestión sexual todo se ha visto trastocado: desde antes de concluir los setenta se abandonó la aspiración de hacer de la cama y los combates carnales un producto revolucionario; además, ello fue potenciado en la era de los ochenta por enfermedades letales como el sida o el recrudecimiento del herpes. Hoy se ha desechado la libre circulación de la energía sexual y se ha enviado a mejor vida la idea de emprender la ruta del ligue sabatino. De esta forma, las nuevas tendencias sexuales en la contracultura proponen la experimentación sexual con distintas prótesis interactivas: por vía de trajes especiales y aditamentos propios de la realidad virtual y la telesexualidad que en el lenguaje especializado se designa con el término teledildónica. [6]
Con la difusión mundial de las habilidades de Pongo, se descubre las habilidades de estos nuevos sujetos contraculturales. Como es sabido, Pongo (uno de los más renombrados hackers) fue juzgado a inicios del actual decenio en su natal Berlín por haber entrado a las bases
de datos de la OTAN y vender la información extraída a los rusos. [7] A partir de esto, era más que evidente la irrupción de un nuevo escenario de lucha y de neocontracultura.
La contracultura, como las sociedades, siempre está en movimiento. De esta manera, a cada período histórico corresponden distintas prácticas y ensayos de lucha. Por ello, con la voluminosa tendencia informativa de las sociedades de servicios, la llegada de la era comunicativa, gracias a prótesis como las computadoras, los modems y demás artefactos similares, se empezaron a constituir frentes, [8] a hacerse realidad la gestación de diferentes hábitos políticos. Así surgió un conjunto de personajes autodenominados guerrilleros de las pantallas, pero que han sido mejor conocidos como hackers. Estos actúan con métodos distintos y continúan una herencia hippie que tuvo sus primeros efectos en el segundo lustro de los sesenta.
La cuestión a destacar es que los hackers no siempre gozaron de una mala imagen: después de un período en el que quienes encarnaban el término eran considerados como personas honorables e indispensables, ya que por vía de su ingenio se encontraban formas de franquear los obstáculos haciendo avanzar la computación, se pasó a un episodio totalmente opuesto. Con el crecimiento y desarrollo de la industria de la computación, las compañías y la misma legislación (particularmente la estadunidense, ya que es ahí donde surgen primeramente), empezaron a ubicar las actividades de investigación paralela y, sobre todo, el acceso a las redes sin previo consentimiento
o sin estar abonado a la cuenta, como delito, como ladrones o delincuentes.
Cuando la computación estaba en una fase experimental y requería de mentes aventureras. De apuestas por el placer del conocimiento. Cuando ninguna compañía se arriesgaba a embarcarse en la difusión de un producto (que según la manera en que lo ponderaba la IBM, [9] era sólo adecuada para elegidos) no se contó con ninguna traba. Fue más adelante, al aparecer marcas como Hewlett Packard o la Apple con su revolucionario producto Macintosh, cuando se dio un viraje en la manera de conceptuar a los hackers. Sin embargo, sobre la rutina del hacker se han dado diversos puntos de vista. [10] No obstante, una cuestión destacada al leer las propuestas sobre este tenor, externadas en revistas como Decoder o Terminal, es que por tal término se designa a los piratas informáticos, quienes fueron los que inicialmente empezaron a explotar el ciberespacio, [11] parten del plan de socializar la información, ya que al ser el producto más preciado de nuestra época debe estar al alcance de cualquiera con capacidad de hacer uso de las tecnologías de la información. Como las compañías no lo permiten, han emprendido una lucha contra las mismas, han inundado de virus sus bancos de datos, han establecido un ataque contra los mismos académicos y los laboratorios de computación de las universidades para ironizarlas y criticarlas por haber puesto su servicio en favor del capital. Hurtan dinero de las cuentas electrónicas con el fin único de demostrar su ingenio y sufragar gastos, y de paso demostrar la
fragilidad de la seguridad en la era de la ingeniería informacional.
Fruto
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