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Analisis del discurso histórico-discursivo


Enviado por   •  19 de Agosto de 2015  •  Documentos de Investigación  •  7.818 Palabras (32 Páginas)  •  125 Visitas

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Análisis Histórico del Discurso. Hacia un enfoque histórico-discursivo en el estudio diacrónico de la lengua Federico Navarro Universidad de Buenos Aires, FFyL, Dpto. Letras, Universidad de Valladolid, FFyL, Dpto. Lengua Española; becario AECI federicodanielnavarro@yahoo.com.ar Resumen Durante los últimos 25 años, el análisis diacrónico de fenómenos discursivos contextualizados no contemporáneos se ha denominado alternativamente Lingüística Sociohistórica (Romaine 1982), Sociolingüística Histórica (Milroy 1991), Lingüística Textual Diacrónica (Fries 1983), Historia Lingüística (Granda 1980), y, más recientemente, Pragmática Histórica (Jucker 1995) o Análisis Histórico del Discurso (Brinton 2001). Las distintas denominaciones señalan diferencias en las metodologías, tradiciones y objetos elegidos, pero también un mismo interés por conciliar el enfoque histórico y el enfoque discursivo, en sentido amplio, en el estudio de la lengua. En la pasada década, estas investigaciones han ganado visibilidad, haciendo explícito el interés por problemas pragmáticodiscursivos históricos, delimitando objetos válidos de estudio bajo este interés general, desarrollando diversas herramientas metodológicas para enfrentar la tarea, e institucionalizando estos avances. Nuestro objetivo es relevar los aspectos coincidentes y divergentes en la literatura, junto con las últimas tendencias de investigación, para mostrar el estado de la cuestión e intentar llegar a una delimitación más o menos consensuada de la disciplina, con especial atención por los estudios del español. Proponemos seguir la denominación Análisis Histórico del Discurso para enfatizar una perspectiva general que estudia el uso contextualizado del lenguaje (Dijk 1997a: 2-3). El Análisis Histórico del Discurso resulta valioso porque aporta una dimensión explicativa a la Lingüística Histórica convencional a partir de la inclusión de la organización histórica de las esferas sociales y, fundamentalmente, de los factores pragmáticodiscursivos que motivan algunos cambios lingüísticos. Además, incrementa el peso y brinda un marco común a los estudios discursivos históricos, muchas veces ignorados (Stein 1985) por aquella disciplina. Por otro lado, aporta una dimensión discursiva a los estudios históricos de las esferas sociales, rastreando las prácticas verbales de las configuraciones sociohistóricas propuestas. Por último, aporta una dimensión histórica al Análisis del Discurso convencional, explicando el origen y el cambio de los fenómenos discursivos contemporáneos. Palabras clave: Análisis Histórico del Discurso, Pragmática Histórica, Lingüística Histórica.

1. Introducción Durante los últimos 25 años, el análisis de fenómenos discursivos no contemporáneos se ha denominado alternativamente Lingüística Sociohistórica (Romaine 1982), Sociolingüística Histórica (Gimeno Méndez 1995; Milroy 1991), Lingüística Textual Diacrónica (Fries 1983), Historia Lingüística (Granda 1980), Nueva Filología (Fleischman 1990) y, más recientemente, Pragmática Diacrónica (Arnovick 1999), Pragmática Histórica (Jucker 1995), Análisis Histórico del Diálogo (Jucker, Fritz y Lebsanft 1999) o Análisis Histórico del Discurso (Brinton 2001). Las distintas denominaciones señalan diferencias en las metodologías, tradiciones y objetos elegidos, pero también un mismo interés por conciliar el enfoque histórico y el enfoque discursivo, en sentido amplio, en el estudio de la lengua. Desde hace algo más de 10 años, este enfoque histórico-discursivo ha logrado una importante visibilidad y sistematicidad dentro de los estudios del lenguaje. Sin pretender ser originales, en este trabajo relevaremos los aspectos coincidentes y divergentes en la literatura, junto con las últimas tendencias de investigación, para mostrar el estado de la cuestión y, en última instancia, intentar llegar a una delimitación más o menos consensuada de la disciplina. 2. Definición del Análisis Histórico del Discurso El Análisis Histórico del Discurso (AHD; también conocido, especialmente, como Pragmática Histórica; cf. § 5) es un campo multidisciplinar de aparición reciente dentro del Análisis del Discurso y la Pragmática. Se interesa, al igual que estas disciplinas, por el uso interaccional y comunicativo del lenguaje, en el modo oral y/o escrito, dentro de una situación comunicativa inscripta en una comunidad sociohistórica. Específicamente, el AHD aborda fenómenos pragmático-discursivos no contemporáneos. Se trata, en suma, del análisis funcional del discurso histórico (Fitzmaurice y Taavitsainen 2007a: 1).1 En 1995, Jacobs y Jucker identifican el AHD (o Pragmática Histórica en su terminología) con: Studies that focus on the linguistic inventory and its communicative use across different historical stages of the same language (Jacobs y Jucker 1995: 3). Historical pragmatics deals with changes in the linguistic structure resulting from altered communicative needs which are due to changes in the social structure (ibíd.:6). Esta definición general enfatiza el peso de las funciones discursivas y del contexto histórico-social en el estudio de diferentes estadios históricos del sistema lingüístico. El elemento distintivo de esta disciplina empírica (Taavitsainen y Fitzmaurice 2007: 13) de estudio del discurso es el carácter histórico o no contemporáneo de los textos que toma como corpus. En la tradición centroeuropea que estudia el inglés, no existe una limitación temporal en el estudio diacrónico de la lengua. Los análisis frecuentemente llegan hasta bien entrado el siglo XX (e.g., Bös 2007) para relacionar estadios lingüísticos pasados con otros más cercanos a la contemporaneidad, que pueden, de hecho, servir de punto de partida metodológico para el análisis (cf. § 7). En la tradición española de análisis histórico de la lengua no parece tan claro este interés por el siglo XX, aunque existen estudios de importancia que lo incluyen parcialmente (cf., e.g., Rigatuso 1992; Salager-Meyer, Alcaraz Ariza y Zambrano 2003; Vallejos Llobet 2005).2 Creemos, sin embargo, que las periodizaciones que incluyen el siglo XX pueden 1 Ya en 1969, Michael Foucault, de enorme influencia en el Análisis del Discurso (Fairclough 2003: 2), señala la necesidad de un estudio sociohistórico del discurso: “Creo por otra parte que se podría encontrar allí [en una tipología de los discursos] una introducción al análisis histórico de los discursos. Quizá es tiempo de estudiar los discursos no solamente en su valor expresivo o en sus transformaciones formales, sino en las modalidades de su existencia: los modos de circulación, de valorización, de atribución, de apropiación de los discursos varían con cada cultura y se modifican al interior de cada una” (Foucault 1999 [1969]: 103). 2 En este mismo sentido, el corpus histórico de la Real Academia Española (CORDE) llega hasta el año 1974, pero, una vez que se complete el primer lustro del nuevo milenio del corpus de español arrojar más luz sobre los fenómenos discursivos estudiados, ya que relacionan estadios remotos donde la intuición lingüística del experto es de poca utilidad con estadios más recientes donde es posible, si no la observación directa, sí el estudio etnográfico, las entrevistas con informantes, la reconstrucción más detallada del contexto, y la utilización de la intuición del analista. Además, no existen motivos razonables para dejar el siglo XX fuera de un estudio válido de Lingüística Histórica en sentido amplio. El carácter histórico de los textos analizados exige el desarrollo de instrumentos metodológicos específicos (Taavitsainen y Fitzmaurice 2007: 11), ya que se toman en consideración, junto con las formas lingüísticas, las funciones discursivas o comunicativas y el contexto situacional y sociohistórico de uso, de difícil relevo. El analista contemporáneo posee información reducida sobre las condiciones contextuales de producción, y no puede, en principio, servirse de sus intuiciones lingüísticas para recuperar las funciones discursivas de períodos remotos. Por otro lado, muchas investigaciones pretenden hacer afirmaciones que no se acoten al modo escrito, a pesar de que éste suele ser el único soporte disponible para el análisis. En consecuencia, dentro del AHD se ha reflexionado ampliamente sobre las decisiones metodológicas necesarias para que el modo escrito arroje luz sobre el uso oral de estadios históricos de la lengua (cf. § 7). Estos desafíos metodológicos parecen haber motivado la aparición tardía de la disciplina, y concentran hoy en día buena parte de sus propuestas. 3. Origen del AHD La disciplina existe como tal desde hace poco más de una década. El punto de partida es probablemente la extensa selección de artículos editada por Andreas H. Jucker (1995) y la fundación en 2000 de la revista científica Journal of Historical Pragmatics (de la editorial holandesa John Benjamins).3 Desde entonces, las publicaciones que se agrupan más o menos explícitamente dentro de la disciplina fueron numerosísimas. Se trata de un campo de investigación especialmente desarrollado en los departamentos de inglés de universidades de Europa central y Escandinavia (e.g., Alemania, Suiza, Finlandia, Suecia) y centrado mayoritariamente en el estudio del inglés, aunque también existe una importante producción en otros puntos cardinales (Estados Unidos, España, Inglaterra, Italia, Canadá, Venezuela, Argentina, etc.) y sobre otras lenguas. Sin embargo, el AHD no es un campo de estudio nuevo. Desde comienzos de los años 70 se publicaron investigaciones dentro de los estudios del discurso, en sentido amplio, que analizaban fenómenos discursivos no contemporáneos (e.g., Geis y Zwicky 1971), e incluso antes de estas fechas pueden encontrarse numerosas reflexiones pragmáticodiscursivas asistemáticas o incipientes. Las denominaciones diversas que fueron propuestas reflejan la heterogeneidad del propio Análisis del Discurso: Pragmática Histórica, Sociolingüística Histórica, etc. (cf. § 1). Estas etiquetas delimitan disciplinas y subdisciplinas que muchas veces comparten ciertos objetos y objetivos, herramientas metodológicas, y tradiciones teóricas. Existen, además, muchos importantes análisis diacrónicos de fenómenos discursivos que no se identifican claramente con ninguna de contemporáneo (CREA), el período 1975-1979 de este último corpus pasará a formar parte del primero. Es decir, la RAE considera español histórico a aquel que llega hasta 25 años antes del momento actual. Cf. www.rae.es/rae/gestores/gespub000019.nsf/voTodosporId/B104F9F0D0029604C1257164004032BE? OpenDocument&i=1 (consultado enero 2008). 3 Andreas Jucker ofrece una página web con cientos de trabajos (y llamativas omisiones; e.g., Ridruejo 2002) que considera dentro de la disciplina. Puede consultarse en www.es.unizh.ch/ahjucker/HistPrag.htm (consultado enero 2008). estas etiquetas y que provienen de la Retórica y la Lingüística Aplicada (e.g., Atkinson 1996; Bazerman 1984, 1988; Gross 1990; Gross, Harmon y Reidy 2002; Salager-Meyer y Defives 1998), la Lingüística Sistémico Funcional (e.g., Halliday y Martin 1993), o la Filología Románica (e.g., Coseriu 1978 [1973, 1958]); Schlieben-Lange 1976, 1983), entre otros campos. La novedad del (reciente) AHD como tal consiste, quizás, en su interés explícito y predominante por problemas discursivos históricos, en las propuestas de delimitación de objetos válidos de estudio bajo este interés general, en el desarrollo de diversas herramientas metodológicas para enfrentar la tarea, y en la gradual institucionalización de estas cuestiones. Esta visibilidad de la disciplina dentro de los estudios del discurso, más allá de la denominación que se siga, sí que es novedosa. Si en 1985, en la amplísima selección de artículos editada por Teun van Dijk (1985) que pretendía relevar todos los posibles objetos de interés para los estudios del discurso, no aparece ningún artículo que proponga el estudio de fenómenos discursivos no contemporáneos en general, en tres compilaciones equivalentes publicadas en los últimos años (Horn y Ward 2005; Schiffrin, Tannen y Hamilton 2001; Verschueren y Östman 2006) sí se cuentan artículos que explícitamente abordan este tema (Traugott 2004, Brinton 2001 y Jucker 2006a, respectivamente). Según Jacobs y Jucker, la institucionalización de la disciplina que proponen en su artículo fundacional “will give these research efforts a focus that has been lacking so far, and it sketches out the scope for future developments of the field” (1995: 4). El desarrollo del AHD tiene dos fuentes distintas. Por un lado, surge de la ampliación de los estudios tradicionales dentro de la Lingüística Histórica a fenómenos discursivos y pragmáticos, y a marcos teóricos y metodológicos tomados de los estudios modernos del discurso. Se trata, según esta línea, de una Lingüística Histórica Pragmática (Jacobs y Jucker 1995: 5-6) que se centra en el cambio lingüístico; aquí radica la continuidad entre el nuevo AHD y la Lingüística Histórica tradicional (Taavitsainen y Fitzmaurice 2007: 12). El desarrollo de la Sociolingüística Histórica (Milroy 1991; Romaine 1982) incorporó al objeto tradicional de la Lingüística Histórica el interés por la distribución social (en términos de edad, sexo, clase, procedencia geográfica, etc.; cf. Conde Silvestre 2007: 14) del uso del lenguaje y una consideración de éste no como entidad monolítica y homogénea, sino como heterogeneidad ordenada (Weinreich, Labov y Herzog 1968; cf. Conde Silvestre 2007: 27 y ss.). Estos avances en la Lingüística Histórica tradicional durante la segunda mitad del siglo XX, coincidente con una popularización de los estudios del discurso, llevó naturalmente a una ampliación del objeto de aquella disciplina a la distribución contextual y cultural de los significados lingüísticos y las funciones comunicativas.4 Por ejemplo, Ana María Fernández Lávaque (2005) ha estudiado recientemente, en un corpus epistolar en español del s. XIX, el cambio diacrónico en la organización de un subsistema gramatical (los pronombres de segunda persona en español). La investigadora salteña toma en consideración su uso pragmático (en tanto fórmulas de tratamiento) en distintos contextos de situación y basa sus explicaciones en la distribución social de los usos de este subsistema (según la edad, sexo, procedencia, rol en la comunidad y relación de los participantes) y en la organización sociohistórica y 4 En la tradición románica tiene actualmente notable importancia el estudio de las tradiciones discursivas definidas como moldes histórico-normativos, sociodiscursivos e intertextuales, de producción del discurso (Jacob y Kabatek 2001: VIII; cf. Ciapuscio et al 2006, Schlieben-Lange 1992). política general de la comunidad que los usa. El énfasis de este trabajo radica en explicar el cambio diacrónico de un subsistema de la lengua, tradicionalmente estudiado desde una perspectiva formal e inmanente, incorporando una perspectiva pragmáticodiscursiva que toma en consideración la distribución situacional y sociohistórica de los usos de la lengua. Por otro lado, el AHD surge de la ampliación de los estudios sincrónicos en el Análisis del Discurso y la Pragmática convencional a estadios históricos (perspectiva sincrónica) o al desarrollo histórico de fenómenos discursivos (perspectiva diacrónica). Esta ampliación aporta una dimensión explicativa adicional al estudio del estado actual de los usos de la lengua, porque revela el carácter intrínsecamente variable y negociado en el tiempo de los fenómenos discursivos, y, de manera fundamental, permite explicar mejor el cambio lingüístico. Esta línea de desarrollo de la disciplina, que designaría el AHD (o Pragmática Histórica) propiamente dicho (Jacobs y Jucker 1995: 5-6), se centra en el uso (histórico) lingüístico y podría entenderse, según Jacobs y Jucker, como una subdisciplina que provee material de interés para el análisis más general del cambio lingüístico llevado a cabo por la Lingüística Histórica. Por ejemplo, Dwight Atkinson (1999) ha publicado recientemente una importante investigación que, desde una perspectiva marcadamente cuantitativa, aborda un corpus de artículos de investigación publicados en una revista científica pionera (The Philosophical Transactions, publicación de la Royal Society of London) entre 1675 y 1975. Siguiendo una orientación metodológica heredada de su director Douglas Biber, Atkinson selecciona un conjunto de rasgos lingüísticos (e.g., grado de impersonalización) y un conjunto de rasgos retóricos (e.g., representación del autor y de la comunidad en el texto) e intenta explicar los cambios en el tiempo a partir de las diferentes configuraciones sociohistóricas del campo científico donde se produjeron. El énfasis de este trabajo radica en incorporar la variación diacrónica al análisis de elementos discursivos de distintos niveles (desde morfológicos hasta estructuras de funciones discursivas) asociados a un género o registro dado, bien estudiados sincrónicamente en su existencia contemporánea. Esta distinción entre una Lingüística Histórica discursiva y un Análisis del Discurso histórico es, en última instancia, sólo orientativa, porque las investigaciones dentro de la disciplina responden a tradiciones e intereses heterogéneos, pero sirve para entender dos tendencias teóricas generales, muchas veces implícitas, que pueden explicar ciertas elecciones teórico-metodológicas dentro de cada investigación particular (cf. § 7). 4. Objeto del AHD La emergencia de los estudios del discurso en los años 605 se debió a una insatisfacción con el estudio formal del lenguaje como conjunto abstracto y descontextualizado de reglas, e intentó conectar el estudio del código con el estudio de su uso (Beaugrande 1997: 40). El Análisis del Discurso, en sentido amplio, es un campo multidisciplinar que toma como objeto de estudio el discurso, entendido como uso interaccional y comunicativo del lenguaje, en el modo oral y/o escrito, dentro de cierta situación comunicativa inscripta en una comunidad sociohistórica (Dijk 1997a: 2-3). El Análisis 5 La disciplina comienza a desarrollarse, con distintas denominaciones, a fines de los años 60 del siglo pasado más o menos al mismo tiempo en lugares diversos (Connor 1996: 80; Dijk 1997a: 25). Para mediados de los años 70, el Análisis del Discurso es ya un campo disciplinar bien establecido. del Discurso también puede considerarse como una perspectiva funcional para el análisis del lenguaje (Menéndez 2006: 8-9). Bajo esta perspectiva, el lenguaje “se analiza a partir de textos que los usuarios de la lengua, los hablantes, producen en situaciones comunicativas determinadas dentro de su comunidad” (ibíd.: 8). Es decir, el Análisis del Discurso aborda el lenguaje, cualquiera sea el nivel considerado, como fenómeno comunicativo e interactivo entre agentes condicionados por factores situacionales y sociohistóricos. El interés por el uso comunicativo y contextualizado del lenguaje se especifica en ciertas prácticas y preferencias teóricas y metodológicas más o menos consensuadas dentro de la disciplina (Dijk 1997a: 29 y ss.), entre las que se encuentran las siguientes. En primer lugar, el Análisis del Discurso busca explorar las relaciones entre los textos y los condicionantes comunicativos de la situación local (comunicativa) y global (social, cultural, histórica y política), considerando aspectos como las características del entorno comunicativo; los objetivos, opciones y expectativas de los participantes; las normas, presupuestos y posiciones culturales e institucionales; y, en mucha menor medida (ibíd.: 31), el entorno cognitivo constituido por procesos y representaciones mentales. En segundo lugar, se interesa por los significados y las funciones del lenguaje, y considera que éste está guiado por reglas, principios y, especialmente, estrategias comunicativas disponibles a los usuarios. En tercer lugar, el Análisis del Discurso permite la explicación y la interpretación crítica de los fenómenos textuales estudiados a partir de su estudio contextualizado, considerando que entre los factores textuales y contextuales se da una influencia dialéctica y bidireccional (Fairclough 2003: 16; Hyland 2004 [2000]: 3). En cuarto lugar, utiliza preferentemente textos reales (en este sentido, es una disciplina empírica e inductiva), sin privilegiar el discurso escrito frente al discurso oral, aunque con cierta preferencia por este último, sobre todo en los enfoques más ligados a la Sociolingüística (Biber y Finegan 1994: 5) y la Pragmática (Jacobs y Jucker 1995: 3). En quinto lugar, va más allá del nivel de la oración y explora estructuras organizativas amplias y funciones discursivas, aunque los niveles suboracionales también integran su espectro de interés. En sexto lugar, tiene cierta tendencia a priorizar el estudio cualitativo por sobre el estudio cuantitativo (McEnery, Xiao y Tono 2006: 111), y prefiere estudiar textos en su totalidad, aunque actualmente se está imponiendo una tendencia creciente a incorporar herramientas de la Lingüística del Corpus (e.g., Beaugrande 2001; Stubbs 2001). En séptimo lugar, toma prestados modelos de otras disciplinas si son relevantes (e.g., la psicología, la sociología, la historia, la antropología, la estadística), ya que la integración de dimensiones e intereses que defiende el Análisis del Discurso requiere de un estudio multidisciplinario del lenguaje. En último lugar, tiene importancia para campos aplicados como la enseñanza de lenguas, y muchas veces la aplicabilidad de sus hipótesis determina sus decisiones teóricas. Dentro de esta delimitación amplia del Análisis del Discurso, los objetos concretos de estudio posible son muy variados (para una propuesta de clasificación, cf. Dijk 1997a: 13 y ss.). De igual manera, el estudio de fenómenos pragmático-discursivos no contemporáneos que aborda el AHD incluye un conjunto también heterogéneo y amplio de intereses concretos. El campo es especialmente multidisciplinario y sus límites son marcadamente elásticos (Brinton 2001: 152; Taavitsainen y Fitzmaurice 2007: 11). En cualquier caso, los temas de interés para el AHD tienen en común, como sucede con el Análisis del Discurso, una perspectiva sobre el lenguaje en tanto instrumento comunicativo y contextualizado. Según la más reciente reflexión sobre el tema, las investigaciones dentro de la disciplina engloban: A range of issues that consider the role of context and contextual factors in conditioning the different ways in which we might read/interpret expressions. They explore the ways in which the conventions that mark particular genres are instrumental in characterizing and perhaps fixing (or not) the communicative functions associated with expressions or forms on the one hand, and the linguistic realizations of certain communicative functions on the other (Fitzmaurice y Taavitsainen 2007a: 2). Como se desprende de esta cita, el AHD suele utilizar el contexto (situacional, social, cultural, histórico y político) como factor explicativo, y tiende a estudiar funciones comunicativas (y sus manifestaciones lingüísticas) organizadas en géneros discursivos. Durante esta última década se han propuesto algunas clasificaciones de la disciplina en función de los objetos de estudio que se privilegian y la metodología que se sigue. Según Jacobs y Jucker (1995), el AHD tiene dos ramas principales: la Filología Pragmática y la Pragmática Diacrónica. La Filología Pragmática incorpora a los estudios tradicionales en fonología y morfología (y, en menor medida, sintaxis y semántica) de la Lingüística Histórica “the contextual aspects of historical texts, including the addressers and addressees, their social and personal relationship, the physical and social setting of text production and text reception, and the goal(s) of the text” (Jacobs y Jucker 1995: 11). Se trata de una descripción sincrónica de aspectos pragmáticos de textos históricos en su contexto sociocultural. Heinz Bergner (1995), por ejemplo, estudia la flexibilidad (openness, en inglés) generalizada de los textos medievales escritos en inglés. El investigador concluye que su ambigüedad morfológica, sintáctica, semántica y textual se debe a un contexto sociohistórico que carecía de convenciones conceptuales, comunicativas, lingüísticas y literarias estandarizadas, consensuadas y unívocas. La Pragmática Diacrónica, en contraste, estudia etapas históricas sucesivas rastreando el cambio lingüístico, esto es, adopta una perspectiva diacrónica (Jacobs y Jucker 1995: 13 y ss.). Este enfoque contrastivo requiere, metodológicamente, el establecimiento de un claro tertium comparationis, o elemento común a las partes, que permita la comparación (cf., e.g., Connor y Moreno 2005). Dentro de los estudios históricos contrastivos, Jacobs y Jucker distinguen entre estudios semasiológicos (o formafunción), que rastrean los cambios en las funciones discursivas de alguna(s) forma(s) lingüística(s), y estudios onomasiológicos (o función-forma), que rastrean las distintas realizaciones formales de algún(os) fenómeno(s) pragmático(s). En un estudio formafunción, el tertium comparationis es la forma lingüística, aunque, claro está, la forma puede variar en parte su manifestación gráfica. Por ejemplo, Scott Schwenter y Elizabeth Closs Traugott (1995), en el marco de la teoría de la gramaticalización y la lingüística cognitiva norteamericanas, examinan el desarrollo de tres frases preposicionales en inglés (e.g., “in stead of”) a partir del valor semántico de locativo que originalmente poseían en inglés antiguo. Los autores explican que el significado locativo se debilitó y la fuerza pragmática que señala un elemento (in)esperado se incrementó, de forma tal que pasaron a utilizarse para expresar sustitución. En un estudio de Pragmática Diacrónica función-forma, en cambio, el tertium comparationis es la función discursiva o comunicativa, aunque ésta también puede modificarse en parte a lo largo del tiempo.6 Por función, Jacobs y Jucker entienden actos de habla, estrategias de cortesía, géneros discursivos (o tipos textuales), formas dialogales, etc. Por ejemplo, la importante monografía de Leslie Arnovick (1999) estudia el desarrollo de actos de habla en inglés como prometer, insultar, saludar, etc., en relación con los parámetros etnográficos de cada lugar y tiempo de su uso. Arnovick utiliza estos estudios de caso para identificar procesos generales de desarrollo pragmático, como la pragmaticalización, la aparición y desaparición de actos de habla, el incremento del valor epistémico y discursivo, etc. Su enfoque intenta integrar la influencia de factores morfológicos, sintácticos, semánticos, pragmáticos y culturales en el cambio lingüístico, y presta atención a cambios tanto forma-función como funciónforma. Elizabeth Traugott, por su parte, definió recientemente la disciplina como “a usagebased approach to language change” (2004: 538). En su relevo bibliográfico, la experta en gramaticalización adopta la distinción propuesta por Jacobs y Jucker, especificando que la Filología Pragmática constituye un enfoque general (o macro) que atiende el cambio externo, ya que se ocupa de los distintos condicionamientos histórico-sociales que determinan el cambio lingüístico. En contraste, la Pragmática Diacrónica es un enfoque particular (o micro) que estudia el cambio interno, ya que se interesa por la interfaz lingüística entre forma y función (enfatizando, alternativamente, la continuidad en la forma y el cambio en la función, o viceversa). De esta manera, operarían dos estrategias explicativas dentro de la disciplina. Por un lado, puede ponerse el énfasis en explicaciones internas al sistema lingüístico, tales como la pragmaticalización, lexicalización o idiomatización (cf., e.g., Brinton y Traugott 2005). Por otro lado, puede ponerse el énfasis en explicaciones externas al sistema lingüístico, o ligadas dialécticamente a él, tales como diferencias en los sistemas convencionalizados de pensamiento (e.g., escolástica vs. empirismo en el discurso médico; cf. Taavitsainen y Pahta 2004), en la organización sociopolítica general (e.g., desplazamiento de los focos político-económicos y lingüísticos de influencia; cf. Fernández Lávaque 2005), en la estructura e ideología específica de una comunidad discursiva productora de conocimiento (e.g., cambios en la biología británica desde el s. XVII; cf. Valle 1999), o en factores más concretos de los contextos situacionales (e.g., elemento preregateo, donde comprador y vendedor creaban posiciones adecuadas para la discusión posterior del precio de venta en los intercambios de servicios en inglés del s. XVI; cf. Bös 2007: 224 y ss.). Laurel Brinton (2001), en cambio, propone una triple demarcación dentro de la disciplina.7 En primer lugar, Brinton distingue el AHD propiamente dicho, o Nueva Filología (ibíd.: 152), que estudia sincrónicamente la estructura discursiva, ya sea forma-función o función-forma, en estadios históricos de la lengua (cf. Filología Pragmática de Jacobs y Jucker). Entre los objetos de esta rama disciplinar, Brinton incluye los marcadores del discurso, el tiempo y aspecto verbal, las formas pronominales anafóricas y referenciales, el orden de palabras (tematización, 6 En cualquier caso, la función es considerada un elemento relativamente estable que permite la comparación (Jacobs y Jucker 1995: 23-24). 7 Vale aclarar que Brinton adopta una definición de Análisis del Discurso acotada a aspectos formales de la estructura textual supraoracional (Brinton 2001: 139). La autora deja de lado cuestiones fundamentales del uso contextualizado del lenguaje como las presuposiciones, las estrategias comunicativas, etc., que liga implícitamente al objeto de la Pragmática Histórica (ibíd.: 149, nota 3). tópico/comentario, nuevo/dado, etc.) y los géneros discursivos. En segundo lugar, Brinton identifica la Lingüística Histórica discursivamente orientada. Esta rama disciplinar incorpora recursos del Análisis del Discurso al análisis diacrónico del cambio lingüístico de la Lingüística Histórica convencional. El agregado permite explicar las motivaciones pragmático-discursivas en el cambio lingüístico en cualquier nivel de la lengua (fonológico, morfológico, sintáctico o semántico). Los factores discursivos se incorporan como factor explicativo general, pero no como objeto de estudio en sí mismo. Por ejemplo, resulta útil considerar los motivos discursivos que explican procesos como la gramaticalización (ibíd.: 146). En tercer lugar, Brinton señala la existencia del Análisis del Discurso diacrónicamente orientado (cf. Pragmática Diacrónica de Jacobs y Jucker). Esta rama, defendida especialmente por Brinton, incorpora el análisis de elementos discursivos (e.g., estructura textual, funciones discursivas, metadiscurso, etc.) al estudio diacrónico del cambio lingüístico, junto al tradicional estudio del cambio fonológico, morfológico, sintáctico y semántico. Por ejemplo, aborda el origen y desarrollo de los marcadores del discurso, los cambios en la señalización metadiscursiva del discurso, los cambios en los géneros discursivos, etc. (ibíd.: 152). Emilio Ridruejo (2002), en su relevo del tema presentado como ponencia en 2000, señala el escaso desarrollo de la disciplina, en particular en el estudio del español (cf. también Conde Silvestre 2007: 13). En términos generales, Ridruejo atribuye este retraso al carácter predominantemente oral y sincrónico de la Pragmática convencional (cf. Jucker 1994). Por otro lado, Ridruejo insinúa que los exitosos avances en Pragmática Intercultural han abierto, en buena medida, las puertas al AHD (o Pragmática Histórica en su terminología). Estos estudios pragmáticos comparan convenciones comunicativas entre lenguas y estructuras sociales distintas, desarrollando una compleja metodología que hace viable la comparación. De la misma manera, el AHD compara el cambio pragmalingüístico, en su caso no sobre el eje cultural sino sobre el eje temporal. Para Ridruejo, la disciplina es necesaria porque aporta una perspectiva explicativa para cambios lingüísticos que la Lingüística Histórica no puede justificar desde un enfoque puramente gramatical (ibíd.: 160-161). Ridruejo también propone una organización posible de la disciplina. Una primera vertiente, ligada en su origen a la Sociolingüística Histórica, estudiaría “las condiciones concretas de realización de actos de habla y cómo el entorno sociocultural determina los rasgos en que ciertos actos de habla muy caracterizados se realizan” (ibíd.: 164). Se trataría de un enfoque sincrónico que estudia la conexión entre el sistema lingüístico y el contexto (cf. Filología Pragmática según Traugott 2004). Ridruejo cita el estudio de Lang (1998) sobre el acto de habla reto caballeresco presente en el Cantar de Mio Cid y el estudio de Oesterreicher (1999) sobre el acto de habla requerimiento previo a la conquista española del pueblo inca. Por otro lado, Ridruejo identifica una segunda vertiente, ligada en su origen a los estudios tradicionales en Lingüística Histórica, que “se centraría en los instrumentos lingüísticos y en su uso comunicativo en diferentes etapas de la historia de la lengua” (ibíd.: 165), es decir, en el estudio diacrónico de la interfaz entre la gramática en sentido amplio y la pragmática (cf. Pragmática Diacrónica según Traugott 2004). Se trata de un estudio más bien interno al sistema lingüístico que, como critica Ridruejo, puede pasar por alto los condicionantes no lingüísticos que frecuentemente motivan cambios en los repertorios pragmáticos. Ridruejo relaciona este enfoque con los trabajos incluidos en la compilación al cuidado de Jucker (1995), aunque, en realidad, éstos son notablemente heterogéneos en sus objetos, metodologías y estrategias explicativas. Ridruejo incluye entre los objetos específicos de esta vertiente los derivativos apreciativos, los conmutadores, y los operadores discursivos (2002: 164-6), junto con los tradicionalmente estudiados pronombres personales, posesivos, morfemas de persona, tiempos verbales, etc. Según el relevo más reciente del campo (Taavitsainen y Fitzmaurice 2007), las investigaciones actuales son especialmente eclécticas y combinan metodologías, tradiciones e intereses diversos. En cualquier caso, Taavitsainen y Fitzmaurice (ibíd.: 11 y ss.) proponen distinguir dos perspectivas metodológicas muy generales, atadas a tradiciones distintas, dentro de la disciplina. Por un lado, un enfoque, dominante hoy por hoy, que se sirve de las herramientas de la Lingüística del Corpus y que estudia cuantitativamente el discurso no contemporáneo de cualquier esfera social. Por ejemplo, Taavitsainen y Jucker (2007) llevan a cabo un estudio cuantitativo en cuatro enormes corpus computarizados de un grupo de verbos realizativos expresivos en inglés, pertenecientes al campo semántico ‘agresividad verbal’ y asociados al acto de habla insultar. Los autores demuestran que estas formas verbales raramente realizan actos de habla; por el contrario, su función es describir y reportar los actos. Además, hallan que sus contextos de aparición cambian gradualmente de textos religiosos a descripciones de interacciones entre hablantes (e.g., para negociar la intención del interlocutor, como en “Do you mock me?”). Por otro lado, Taavitsainen y Fitzmaurice identifican un enfoque cualitativo de estudio de textos escritos –en particular, literarios– que tiene sus raíces en la Estilística y en la Filología tradicional. Por ejemplo, Gabriella del Lungo Camiciotti (2007) estudia cualitativamente cómo las Legends of holy women (1447), de Osbern Bokenham, modifica las reglas establecidas en la época para el género discursivo vida de santos en inglés. La investigadora italiana propone que la priorización del discurso directo en este texto de Bokenham responde a que está menos atado a la circulación oral que los ejemplares previos del género y a que sirve otro tipo de funciones textuales (e.g., marcar los clímax en la historia), en el contexto general del cambio en las formas de producción y consumo textual en la baja Edad Media. 5. Denominación del AHD En los trabajos recientes, las denominaciones más frecuentes para esta disciplina son Pragmática Histórica (Bax 1991; Fitzmaurice 2000; Fitzmaurice y Taavitsainen 2007b; Jucker 1995, 2000, 2006a y 2006b; Ridruejo 2002; Stein 1985; Traugott 2004) y Análisis Histórico del Discurso (Atkinson 1996; Brinton 2001; Taavitsainen 2002; Valle 1997), con una relativa preferencia por la primera, aunque, hoy en día, se usan de forma prácticamente indistinta (Taavitsainen y Fitzmaurice 2007: 15). La definición amplia del objeto de estudio del Análisis del Discurso que propusimos antes (§ 4) muestra ciertas coincidencias con el objeto de estudio de la Pragmática (Brinton 2001: 138-139). Van Dijk define a la Pragmática como el estudio del uso del lenguaje en tanto acción socioculturalmente contextualizada (1997a: 14). En este sentido, creemos con el lingüista holandés que la Pragmática es una subdisciplina dentro del Análisis del Discurso, entendido en sentido amplio. La Pragmática especificaría algunos de los múltiples intereses y tradiciones dentro del Análisis del Discurso. Por ejemplo, la Pragmática prioriza la atención por contextos más bien locales, prefiere estudiar interacciones orales en tiempo real, suele estudiar un conjunto de característica

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