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Aranceles


Enviado por   •  23 de Julio de 2013  •  540 Palabras (3 Páginas)  •  210 Visitas

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¿Es la pena de muerte un acto de justicia o un crimen para castigar otro crimen?

A nivel mundial la pena de muerte es considerada como el castigo más severo que se puede impartir a un ser humano a quien se lo cataloga y se lo juzga sin piedad, negándole al máximo sus derechos. Es una pena cruel, devastadora y discriminatoria.

La pena de muerte no reduce la delincuencia, ni la violencia, no se puede justificar que esos actos no se lleven a cabo, pues sirve de modelo para que otros las inflijan, una imitación criminal que no se escarmienta y tampoco atemoriza. Sólo les enseña a seguir preparándose como tales delincuentes que ni en su pensamiento dejaran de serlos, ellos a la pena de muerte no le temen, sólo les temen a un castigo largo.

Albert Camus (1913-1960), premio Nobel de Literatura en 1957, en Reflexiones sobre la guillotina señaló: “La pena capital no puede intimidar al que no sabe que va a matar, al que se decide en un momento y prepara su acto en medio de la agitación o bajo una idea fija, ni al que, cuando a un cita para tener una explicación, lleva un arma para asustar a la infiel o al adversario y se sirve de ella cuando no quería o creería no querer. En una palabra, no podría intimidar al hombre lanzado al crimen como se es lanzado a la desgracia”.

La misma sociedad por medio de la pena de muerte discrimina a un sector vulnerable como la gente humilde, personas que por su condición social no han podido surgir como merecedores de dignidad, benevolencia y respeto hacia la integridad de otro ser humano. Son delincuentes que por el abandono que han sufrido por parte del Estado y sociedad viven en la miseria, sin ningún orden moral y económico desde sus hogares, éstos y más determinantes enfrascan a un ser que no podrá defenderse de esta pena como tal, siendo éste la víctima más frágil de este castigo sin sentido.

En la antigüedad se usaba con tanta tiranía la pena de muerte, que permitía que se la justifique por tan sólo un tema político, económico y hasta religioso ya que la Iglesia durante la Edad Media participaba en estas ejecuciones, condenando a muerte a un sinnúmero de personas, por no estar de acuerdo con una creencia, juzgados por injurias, por apropiarse de bienes ajenos, estas personas no reciban ninguna piedad al ser decapitados en la guillotina, incluso en la horca. Han sido cómplices de estas ejecuciones al acompañar al condenado hasta su lecho de muerte, apoyando así a los diferentes países que aplicaban esta pena contradiciéndose con uno de los diez mandamientos: “No Matarás”.

Sólo Dios puede juzgarnos, ningún ser humano puede impartir a otro una condena tan devastadora; una ejecución que se compara a la misma que el acusado cometió o una menor a ésta. Una rara definición de impartir justicia, cuando ésta hace que el más inocente de las personas señale con un dedo o con una simple apreciación

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