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BABILONIA


Enviado por   •  26 de Agosto de 2014  •  Ensayos  •  1.852 Palabras (8 Páginas)  •  170 Visitas

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BABILONIA

Los espacios

"Es que entro al comedor e estoy pirdido", confiesa uno de los mucamos. "Non estoy a justo...Non es mi oficio...", agrega el gallego Alcibíades. Desolado, dice que no sirve, que se olvida de los mandados y que se "traba" ante los ojos de la patrona. Isabel, la madrileña, opina que "es estúpido esto de esperar a que ellos terminen para cenar nosotros" y Eustaquio, el criollo, observa con ojo crítico: "¡Hay que ver cómo vive esta gente aquí abajo!"(p.130). En tanto que Secundido, el portero, se lamenta del hambre y del frío que pasa en el portal y piensa en los de arriba, al calor de la gran chimenea. Agrega exaltado: "allí los quisiera, en la puerta, viendo pasar la pulmonía, allí." (p.139)

En esta magnífica obra, Discépolo resume el enfrentamiento de dos niveles sociales antagónicos, los de arriba y los de abajo. Amos y criados ocupan espacios perfectamente delimitados: el comedor luminoso, lleno de mujeres bonitas y muebles lujosos, frente al sótano de criados, donde conviven gallegos, napolitanos, alemanes, criollos y franceses.

Por otro lado, sería interesante destacar que los recorridos son en su mayoría de abajo hacia arriba. Pocas son las veces en las cuales los amos bajan al sótano y cuando esto ocurre, la pequeña "babilonia" se conmociona: "¡Araca, la niña!... Baja la niña.!", grita Eustaquio. Y como si de un grito de guerra se tratase, en cuestión de segundos, los criados se "alistan": Isabel saca cosas de sobre la mesa, China la ayuda, Piccione aparece con la gorra en mano y agrega el autor: " se les ha apagado el brillo a todos, son ahora lacayos"(p.144) Algunas escenas más adelante, lo mismo ocurre cuando baja la señora, dice Piccione: "¡Atenti!...Todo el mundo a su puesto." (p.151)

La distancia entre el sótano y el comedor es inmensa, los de abajo viven en tanto que los de arriba existen. Cuando Emma, la niña, le pregunta a Cacerola, el pinche napolitano, cómo está, contesta: "arregolar". La respuesta perturba al resto de los sirvientes y es Piccione quien le explica que eso no se dice, "¿e per qué?", pregunta el niño, "¡porque se te échano vas a estar peor, brutto!" (p.146). La opción es soportar y aceptar las migajas que caen de arriba, "el chorro de luz", en palabras de Isabel. En una escena, la orquesta ejecuta un aire español e Isabel se traslada a sus tierras y empieza a bailar encantada por la música de "aquellas plazas". Los espacios se desdibujan y ella se entrega al baile y olvida su entorno, hasta que Piccione explota la burbuja y dice: " e sí... quien má quien meno... todo estamo a la parriya."

En los personajes de Babilonia se profundiza el sentimiento de nostalgia por la tierra natal que lejos de unir a los inmigrantes, los subjetiviza, los aísla, los torna vulnerables, ya que cada uno está solo frente a sus recuerdos, explica Osvaldo Pellettieri. En el sótano los criados, compiten por el amor de los criados, la desconfianza los destruye y ya no se trata de poder vivir, sino de sobrevivir. Eustaquio le comenta a Otto que José "está en enemigo", lo sigue, lo cuida, "parece que oliera algo." (p.130) Unas escenas más adelante, es José quien le dice a su mujer: "No me quieres, me soportas. Tu también me tienes asco." (p.133) Estas diferencias y desencuentros trasmiten el egoísmo, el amontonamiento y la gran polémica entre el individuo y la sociedad que iguala, a inmigrantes y argentinos, tolerando una convivencia social que se torna imposible, agrega Pellettieri.

Discépolo pone en Piccione la definición de su visión de la Argentina de 1925:

Piccione: (...) Vivimo en una ensalada frantásteca. ¡Colchonero!...Eh, no hay que hacerle, estamo a la tierra de la carbonada: salado, picante, agrio, dulce, amargo, veleno, explosivo...todo e bueno: ¡a la cacerola! ¡te lo sancóchano todo e te lo sírveno! "Como, como o revienta". Ladrone, vittimas, artistas, comerciantes, ignorante, profesores, serpientes, pajaritos...son uguale: ¡a la olla!...Te lo báteno un poco e te lo brídano. "Trágalo, trágalo e reviente!" ¡Jesú qué Babilonia!..."Señores habitante, que cada cual se agarra co la uñas que tiene, la cuestión es agarrarse..." (Subrayado personal, p.136)

En este discurso reconocemos la versión "culinaria" de Cambalache, el tango de Discepolín. Dice el músico: "¡Ignorante, sabio, chorro,/ pretensioso o estafador!.../¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!". En una misma cacerola se confunden los sabores, los oficios y no se distinguen los niveles ni los valores – "¡lo mismo un burro/que un gran profesor!"(Cambalache) – sólo cuenta la capacidad de tragar, de sobrevivir, en la que "cada cual se agarra co las uñas que tiene".

El enfrentamiento entre argentinos y gringos, el resentimiento del criollo con el inmigrante, los celos, la simulación para poder convivir en el espacio de cruce - en este caso la cocina - acaba por convertirse, dice Pellettieri (op.cit.p.91) , en un ambiente de agresividad, ya que unos permanecen al acecho de los otros y todos se acechan entre sí.

En la última escena, cuando todos condenan al ladrón y llaman a la "señora", es Alcibíades quien grita: "¡Aire! ¡Aire!..." No queda espacio para la solidaridad humana. Desde el sótano se proyecta "la maldad insolente" de aquellos años, se trasluce el "siglo veinte cambalache, problemático y febril".

El Dinero

"No, José, no. Eso es robar", le dice Lola a su marido, rechazándole una movida que ella

considera indigna. José le responde: "No es robar: es defenderse." (p.134) Este personaje a fin de mejorar su situación entre los sirvientes de la casa, no duda en destruir al prójimo. Sus funciones son quejarse, mentir, disimular, ser enemigo "del otro", señala Pellettieri (op.cit.p.89).

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