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Bajo Los Robles


Enviado por   •  5 de Febrero de 2015  •  1.181 Palabras (5 Páginas)  •  112 Visitas

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Bajo los robles, de decadentes vestidos, me encontraba yo, con mi bolígrafo, escribiendo algo que ni yo mismo sabía porque lo había empezado, pero que tenía el firme propósito de terminar.

Llegadas las siete de la tarde la oscuridad propia de un día de invierno se ceñía sobre mí. Los dedos que ya no había tenido nunca demasiado hábiles, en el ámbito de la escritura, se me agarrotaban, pero ese no era mi problema, había tenido un día inspirado y había avanzado mucho en la redacción de la novela, pero, mi mente llevaba un buen rato repitiéndome la misma cuestión, y yo no encontraba la respuesta adecuada que la dejara satisfecha. ¡¿¡¿Por qué empecé a escribir esto!?!? Puede que para algunos esta pregunta no tuviera sentido, para mí sí, con lo vago que soy no escribiría un libro por hacer algo, para entretenerme jugaría a la Play o al fútbol, pero esto no era para entretenerme, y ahora necesitaba darle contestación a una pregunta salida de la nada.

Llevaba cuarenta minutos hipnotizado, mirando una gran biga de madera de eucalipto, que habían puesto sobre las piedras de la pequeña junquera a modo de trampolín, allí nos pasábamos la mayor parte de las horas de los veranos. A parte del trampolín, también había un pequeño pantalán, al que se le notaba el paso del tiempo, la gran parte de su estructura de hierro oxidado había quedado ya al descubierto, la única zona dónde la madera aún revestía el armazón era en la punta, a donde yo y David nos dirigíamos varias veces en los días de verano para jugar a derribarse el uno al otro, inconscientes del peligro que eso entrañaba, ya que en el fondo, bajo el pantalán había un gran lodazal a no mucha profundidad, y ya no seríamos los primeros que no logramos volver a la superficie. Al poco tiempo volví en mí, me di cuenta de que tendría que volver a leer lo que llevaba escrito para responder la pregunta que me corroía por dentro.

Decidí levantarme, recogí mi cuaderno de piel forrado que me había regalado mi abuela por mi cumpleaños, y que solía tener por casa tirado hasta que me viniera la inspiración, también guardé mi pluma en su estuche, y me dirigí a la casa de mi amigo Hugo, que quedaba a menos de cinco minutos con ritmo tranquilo, necesitaba evadirme y dejar de pensar en mi libro, tenía una extraña sensación de satisfacción en mi subconsciente pero necesitaba darle explicación y estaba completamente seguro de que esa extraña sensación tenía algo que ver con la cuestión que se me repetía una y otra vez.

Al fin llegué a casa de Hugo. Hugo es un gran amigo mío, llevo con él desde los tres años y le tengo mucho aprecio, y sé que él a mí también. Peté en la puerta y salió su abuela a abrirme:

-Ay, al fin te vemos oh, ¿te hicimos alghún mal en esta casa? –me dijo Herminia – Si te lo hicimos dínoslo eh, que nosotros no queríamos hacerte ninghún male.

-Que va, parece mentira, pero como Hugo está tan ocupado con el conservatorio no me paso por aquí.

-Ah vale, pues sube que está arriba.

Subí hasta la habitación de Hugo, era una habitación vieja un poco decadente que había pertenecido a su abuela antes de que le habilitaran otro cuarto. Ese día nos limitamos a jugar al FIFA 11 en su Play Station 2, como ya era natural no perdí ningún partido, era bastante

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