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Blanca Nieves

Genchi201513 de Mayo de 2015

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B L A N C A N I E V E S

J A C O B Y W I L H E M

G R I M M

B L A N C A N I E V E S

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Jacob y Wilhelm Grimm *

Blancanieves

Había una vez, en pleno invierno, una reina que

se dedicaba a la costura sentada cerca de una ventana

con marco de ébano negro. Los copos de nieve

caían del cielo como plumones. Mirando nevar se

pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre

cayeron en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo

sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.

-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nieve,

tan roja como la sangre y tan negra como la madera

de ébano!

* Jacob Grimm nace en Hanau en 1786. Bibliotecario en Cassel y luego bibliotecario

y docente en Gotinga, ingresa en la Academia de Ciencias de Berlín en 1841.

Discípulo de Savigny, es el fundador de los estudios germánicos y el representante

más caracterizado de la aplicación del método histórico a los estudias literarios.

Realiza una paciente y documentada tarea de recopilación de la mitología y el

folklore de su pueblo y rastrea la poesía germánica primitiva. Publica, en colaboración

con su hermano Wilheim, una gramática histórica de la lengua alemana y

los Kinder un Hausmärchen y es autor de una Geschichte der deutschen Sprache.

Al morir, en 1863, trabajaba en un monumental vocabulario alemán.

Wilhelm Grimm nace en 1786 en Hanau y colabora en todo con su hermano

Jacob, acompañándolo en sus tareas de bibliotecario, de docente y de investigador,

e ingresando junto con él en la Academia de Ciencias de Berlín. Es el

responsable de la recopilación de la mayor parte de los cuentos infantiles y de una

serie de documentos sobre mitos y leyendas heroicas de la antigua Alemania,

además da autor de varios estudios de filología. Muere en Berl

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Poco después tuvo una niñita que era tan blanca

como la nieve, tan encarnada como la sangre y cuyos

cabellos eran tan negros como el ébano.

Por todo eso fue llamada Blancanieves. Y al nacer

la niña, la reina murió.

Un año más tarde el rey tomó otra esposa. Era

una mujer bella pero orgullosa y arrogante, y no podía

soportar que nadie la superara en belleza. Tenía

un espejo maravilloso y cuando se ponía frente a él,

mirándose le preguntaba:

¡Espejito, espejito de mi habitación!

¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces el espejo respondía:

La Reina es la más hermosa de esta región.

Ella quedaba satisfecha pues sabía que su espejo

siempre decía la verdad.

Pero Blancanieves crecía y embellecía cada vez

más; cuando alcanzó los siete años era tan bella como

la clara luz del día y aún más linda que la reina.

Ocurrió que un día cuando le preguntó al espejo:

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¡Espejito, espejito de mi habitación!

¿Quién es la más hermosa de esta región?

el espejo respondió:

La Reina es la hermosa de este lugar,

pero la linda Blancanieves lo es mucho más.

Entonces la reina tuvo miedo y se puso amarilla

y verde de envidia. A partir de ese momento, cuando

veía a Blancanieves el corazón le daba un vuelco en

el pecho, tal era el odio que sentía por la niña. Y su

envidia y su orgullo crecían cada día más, como una

mala hierba, de tal modo que no encontraba reposo,

ni de día ni de noche.

Entonces hizo llamar a un cazador y le dijo:

-Lleva esa niña al bosque; no quiero que aparezca

más ante mis ojos. La matarás y me traerás sus

pulmones y su hígado como prueba.

El cazador obedeció y se la llevó, pero cuando

quiso atravesar el corazón de Blancanieves, la niña

se puso a llorar y exclamó:

-¡Mi buen cazador, no me mates!; correré hacia

el bosque espeso y no volveré nunca más.

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Como era tan linda el cazador tuvo piedad y dijo:

-¡Corre, pues, mi pobre niña!

Pensaba, sin embargo, que las fieras pronto la

devorarían. No obstante, no tener que matarla fue

para él como si le quitaran un peso del corazón. Un

cerdito venía saltando; el cazador lo mató, extrajo

sus pulmones y su hígado y los llevó a la reina como

prueba de que había cumplido su misión. El cocinero

los cocinó con sal y la mala mujer los comió creyendo

comer los pulmones y el hígado de

Blancanieves.

Por su parte, la pobre niña se encontraba en

medio de los grandes bosques, abandonada por todos

y con tal miedo que todas las hojas de los árboles

la asustaban. No tenía idea de cómo arreglárselas

y entonces corrió y corrió sobre guijarros filosos y a

través de las zarzas. Los animales salvajes se cruzaban

con ella pero no le hacían ningún daño. Corrió

hasta la caída de la tarde; entonces vio una casita a la

que entró para descansar. En la cabañita todo era

pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda

imaginar. Había una mesita pequeña con un mantel

blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pequeña

cuchara, más siete cuchillos, siete tenedores y

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siete vasos, todos pequeños. A lo largo de la pared

estaban dispuestas, una junto a la otra, siete camitas

cubiertas con sábanas blancas como la nieve. Como

tenía mucha hambre y mucha sed, Blancanieves comió

trozos de legumbres y de pan de cada platito y

bebió una gota de vino de cada vasito. Luego se sintió

muy cansada y se quiso acostar en una de las camas.

Pero ninguna era de su medida; una era

demasiado larga, otra un poco corta, hasta que finalmente

la séptima le vino bien. Se acostó, se encomendó

a Dios y se durmió.

Cuando cayó la noche volvieron los dueños de

casa; eran siete enanos que excavaban y extraían

metal en las montañas. Encendieron sus siete farolitos

y vieron que alguien había venido, pues las cosas

no estaban en el orden en que las habían dejado.

El primero dijo:

-¿Quién se sentó en mi sillita?

El segundo:

-¿Quién comió en mi platito?

El tercero:

-¿Quién comió de mi pan?

El cuarto:

-¿Quién comió de mis legumbres?

El quinto.

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-¿Quién pinchó con mi tenedor?

El sexto:

-¿Quién cortó con mi cuchillo?

El séptimo:

-¿Quién bebió en mi vaso?

Luego el primero pasó su vista alrededor y vio

una pequeña arruga en su cama y dijo:

-¿Quién anduvo en mi lecho?

Los otros acudieron y exclamaron:

-¡Alguien se ha acostado en el mío también! Mirando

en el suyo, el séptimo descubrió a Blancanieves,

acostada y dormida. Llamó a los otros, que se

precipitaron con exclamaciones de asombro. Entonces

fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar

a Blancanieves.

-¡Oh, mi Dios -exclamaron- qué bella es esta niña!

Y sintieron una alegría tan grande que no la despertaron

y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo

enano se acostó una hora con cada uno de sus compañeros

y así pasó la noche.

Al amanecer, Blancanieves despertó y viendo a

los siete enanos tuvo miedo. Pero ellos se mostraron

amables y le preguntaron.

-¿Cómo te llamas?

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-Me llamo Blancanieves -respondió ella.

-¿Como llegaste hasta nuestra casa?

Entonces ella les contó que su madrastra había

querido matarla pero el cazador había tenido piedad

de ella permitiéndole correr durante todo el día hasta

encontrar la casita.

Los enanos le dijeron:

-Si quieres hacer la tarea de la casa, cocinar, hacer

las camas, lavar, coser y tejer y si tienes todo en

orden y bien limpio puedes quedarte con nosotros;

no te faltará nada.

-Sí -respondió Blancanieves- acepto de todo corazón.

Y se quedó con ellos.

Blancanieves tuvo la casa en orden. Por las mañanas

los enanos partían hacia las montañas, donde

buscaban los minerales y el oro, y regresaban por la

noche. Para ese entonces la comida estaba lista.

Durante todo el día la niña permanecía sola; los

buenos enanos la previnieron:

-¡Cuídate de tu madrastra; pronto sabrá que estás

aquí! ¡No dejes entrar a nadie!

La reina, una vez que comió los que creía que

eran los pulmones y el hígado de Blancanieves, se

creyó de nuevo la principal y la más bella de todas

las mujeres. Se puso ante el espejo y dijo:

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¡Espejito, espejito de mi habitación!

¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces el espejo respondió.

Pero, pasando los bosques,

en la casa de los enanos,

la linda Blancanieves lo es mucho más.

La Reina es la más

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