Cartas De Propp

Había una vez una pequeña familia que vivía en una humilde casa de campo. Los padres se llamaban Dora y Carlos y su hijo, Felipe. Ellos trabajaban cuidando las ovejas de Roberto, que era el dueño multimillonario de una empresa que vendía las pieles de aquellos animales.

Roberto vivía en la gran ciudad e iba al campo solo a principio de mes para pagarles por el trabajo realizado.

Felipe había cuidado a las ovejas desde que era muy pequeño y con el correr del tiempo les había tomado un gran cariño. Su trabajo era alimentarlas y cuidar de que no se escaparán del corral pero no sabía que es lo que hacían con ellas después de que las pasaba a buscar un camión.

Un día decidió preguntárselo a sus padres. Ellos consideraron que ya era grande para saber la verdad y le dijeron que a las ovejas las sacrificaban y luego las comercializaban. Felipe no podía creer lo que estaba escuchando, ya que en esa ciudad estaba prohibido el maltrato animal. Muy triste dijo que por ese día no iba a trabajar y se quedó todo el día en la cama.

Al día siguiente, Felipe abrió el corral y mientras algunas ovejas se escapaban, apareció Dora muy enojada, cerró el corral y lo retó fuertemente a Felipe, ya que sabía que eso no se podía hacer porque si Roberto se enteraba no les iba a pagar.

Felipe estaba muy indignado, preparó un bolsito y sin decirle nada a sus padres, se fue a la ciudad en busca del dueño del rebaño. Cuando llegó a la oficina le pidió explicaciones de porque se dedicaba al maltrato animal, Roberto le dijo que él no tenía que darle explicaciones a nadie. Felipe enfurecido le tiró con todo lo que tenía a mano, desde lápices, biromes hasta las sillas. Roberto tomó la misma actitud y disputaron una gran pelea. Luego llegó el personal de seguridad, los separó y discutieron verbalmente y le pidió por favor que termine con ese negocio que tan mal le hace a los animales y le dijo que hay muchas maneras de ganar dinero. Después de un largo rato Roberto entendió le dijo que libere a las ovejas, que no las va a comercializar nunca más.

Felipe regresó al campo y allí lo estaban esperando muy orgullos sus padres y todas las ovejas mientras que en la ciudad se estaban llevando preso a Roberto.

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