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Cida bolsa de valores

yahaziel201217 de Julio de 2014

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Cida bolsa de valores

L a posibilidad de una guerra en Medio Oriente estimula el incremento en el precio del petróleo. Los principales bancos están al borde de la bancarrota. Los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos se enfrentan a una oleada de intranquilidad en la industria.

¿Esto suena familiar? Son algunas de las condiciones que provocaron la gran caída del mercado de valores entre 1973 y1974, la única caída en la bolsa de valores en los últimos 50 años que se compare con la crisis actual.

Y cuando la caída del mercado terminó en 1975 con una subida rápida, el mercado británico se duplicó en ocho semanas. ¿Podría repetirse la historia?

Mientras que es tentador repetir paralelos históricos, estos no deben ser exagerados. Las condiciones económicas y del mercado de valores eran peores en 1973 que en la actualidad.

A consecuencia de la guerra del Yom Kippur los precios petroleros se cuadruplicaron; si alguien permitiera una actual «utilidad de guerra» de entre 3 y 5 dólares el barril, el mismo efecto en la actualidad haría subir el precio del crudo a US$ 100.

FUERTE DESEMPLEO

Como resultado, las tasas de inflación alcanzaron dígitos dobles, mientras que el desempleo también creció fuertemente, lo que hizo que los economistas acuñaran el término inflación estancada.

Uno no podría excluir por completo tal aumento en el precio del petróleo en esta ocasión, pero pocos lo pronostican. Incluso si la guerra con Irak altera el abasto petrolero de esa nación, otros productores como Arabia Saudita han informado que compensarán el déficit.

El precio del petróleo tuvo tan gran impacto en la década de los 70 porque las economías ya estaban presionadas en exceso, gracias a una relajación de las políticas fiscales y monetarias. En esta ocasión la inflación está bajo control firmemente.

En términos del mercado de valores, la escalada de la declinación de 1973 y 1974 fue casi similar en Estados Unidos, y mucho mayor en Gran Bretaña. El Índice Dow Jones cayó 45% entre enero de 1973 y diciembre de 1974 comparado con una reducción de 36% hasta este momento. En Gran Bretaña el FTSE 100 ha caído 46%, pero la caída del mercado de Londres cayó del inicio de 1973 al final de 1974 69.4%, según Barclays Capital.

A mediados de los 70 las valuaciones cayeron de un promedio a muy baratas; en la actualidad han disminuido de muy caras a, cuando mucho, un poco por arriba del promedio.

En pocas palabras, los paralelismos con 1973 y 1974 son más superficiales que profundos. De hecho, los inversionistas deben mantener la esperanza de que las condiciones no se deterioren de la misma manera y en la misma extensión como lo hicieron tiempo atrás.

El índice de precios de la Bolsa de Valores de Nueva York experimentó este lunes un fuerte golpe al caer 326 puntos, el equivalente a 2.1 por ciento.

Otros índices como NASDAQ y S&P 500 también bajaron en alrededor de 2 por ciento, informó CNN.

Esto se agrega a que durante el mes de enero, el Dow Jones bajó en 5 por ciento, el peor enero en cinco años. Los analistas explicaron que esos cambios se debieron a un sentimiento de desilusión por las ganancias de las empresas y a fuertes cambios en los valores de los mercados emergentes como China, India y Brasil.

La explicación al bajón de hoy fue el desagrado por parte de los inversionistas al anuncio del Instituto de Gerencia de Abastecimiento de que la actividad manufacturera creció al ritmo más bajo desde mayo del año pasado.

Por último, los analistas agregan que lo de hoy podría no ser el final de la caída, ya que las acciones han mostrado ganancias récord en 2013 y no ha habido una corrección desde hace más de dos años. Se define una corrección como un descenso del 10 o más por ciento en los valores de las acciones comerciales.

Luego de llegar a un récord histórico el último día del año pasado, el Dow Jones bajó hasta ahora en un 7 por ciento.

Otro elemento que causa inquietud en los mercados internacionales es la crisis estructural en Ucrania, donde el gobierno pretende afianzar una alianza económica con Rusia mientras que la oposición insiste en que se firme un acuerdo con la Unión Europea. Las confrontaciones e inestabilidad llevaron a que la moneda nacional cayese a su punto más bajo en cuatro años.

Desplome de la Bolsa de Valores

"MES: OCTUBRE"

El 19 de octubre se desplomó la Bolsa Mexicana de Valores. En un día perdió 52 671 puntos, esto es, 16.5%. Dicha tendencia continuó en los días siguientes hasta volverse un fenómeno dramático. En el curso de un mes llegó a perder 70% y seguía a la baja, generando un clima de histeria entre los inversionistas. Miles de personas se vieron afectadas, lo que creó un ambiente de incertidumbre y malestar muy negativo. De hecho se trató de una muerte anunciada. No obstante, la intensidad de la caída nos sorprendió a todos. La historia es ésta.

Desde los últimos meses de 1986 empezó a darse un dinámico crecimiento del índice de precios de las acciones cotizadas en la Bolsa Mexicana de Valores. Entre el 31 de diciembre de 1986 y el cierre de mayo de 1987, la bolsa había subido 148%, por lo que muchos analistas consideraban que su auge no se prolongaría demasiado. Sin embargo, el mercado accionario tuvo incluso una apreciación más rápida, que continuó hasta octubre, cuando alcanzó niveles sin precedente. Luego del inicio de la jornada bursátil excepcionalmente activa ocurrida el lunes 5 de octubre, día siguiente a la postulación de Carlos Salinas de Gortari, las autoridades financieras ordenaron la suspensión de las actividades de la bolsa por unas horas.

En los días posteriores, la tendencia de los precios de las acciones fue a la baja, pero sin que hubiera aún conciencia de que esto llegaría a convertirse en un desplome. La caída fundamental ocurrió a finales de la tercera semana de octubre, al mismo tiempo en que se derrumbaban las bolsas de valores de los principales centros financieros mundiales.

Antes de entrar a analizar los aspectos que pudieron influir sobre la caída, vale la pena subrayar que el 5 de octubre la suspensión de las actividades de la bolsa fue de sólo hora y media. Como a las 11 de la mañana, Gustavo Petricioli me llamó para decirme que la Bolsa se estaba comportando de una manera sumamente irregular, desquiciada; que la gente quería comprar todo, a cualquier precio, y que este movimiento era tan severo que ya ni siquiera se podía atender físicamente a la clientela dentro de las casas de bolsa.

Petricioli me dijo que después de platicarlo con la Comisión Nacional de Valores y con la directiva de la Asociación de Casas de Bolsa, habían llegado a la conclusión de que era necesario suspender temporalmente sus actividades. Aprobé la medida, y cuando volvió a abrir el mercado bursátil, ya con más orden, hubo un pequeño descenso en el índice, aunque la jornada terminó muy alta.

Estas aclaraciones vienen a cuento, porque resultó sumamente injusto que personas ligadas a las casas de bolsa atribuyeran el desplome a la suspensión de la- bores del 5 de octubre. Su argumento consistió en señalar que a raíz de la suspensión se perdió definitivamente la confianza, pues el incidente demostró la capacidad del gobierno para alterar cabalmente el movimiento del mercado bursátil, exhibiendo la vulnerabilidad del mercado frente a la fuerza del gobierno. Esta explicación soslaya que fue una decisión concertada entre las autoridades y los directivos de las casas de bolsa, y no explica por qué pasó una semana entre esta acción y el desplome.

En mi opinión, la caída de la Bolsa de Valores fue un fenómeno que se dio, en buena medida, como contagio por lo ocurrido en Wall Street, donde el crack tuvo lugar el mismo día y siguió después una tendencia paralela. La repercusión que los movimientos de Wall Street tuvo sobre todo el mundo capitalista se debió a las consideraciones —evidentes para las personas versadas en materia financiera— de que la caída de la bolsa de Wall Street alteraba la relación económica interna de ese país, lo cual obligaría al gobierno a contraer su economía para hacer frente a su déficit financiero y comercial. La recesión podría modularse sólo con inflación, fenómenos que inevitablemente, dada la fuerza y preeminencia de la economía norteamericana, dañarían a todas las demás economías.

Para México era posible suponer que resultaría más difícil exportar y que disminuiría el turismo. Además, podría darse un alza en las tasas de interés norteamericanas, lo que aumentaría el servicio de nuestra deuda, y disminuiría la capacidad de inversión del Estado. Por otro lado, en esos días empezaron a verse señales de la posible caída de los precios internacionales del petróleo.

Todo ello hizo que los inversionistas mexicanos, al analizar tal panorama y mirar hacia dentro del país, se preguntaran sobre nuestra capacidad para resistir una perspectiva tan sombría.

El temor de que los problemas de la economía norteamericana obligaran al gobierno de México a hacer otro ajuste que incrementara la inflación y que ello condujera a la baja de sus acciones, llevó a los inversionistas a vender de manera precipitada.

A raíz del desplome empezamos a preguntarnos qué debíamos hacer. Tuvimos algunas reuniones en las que se habló de promover medidas de apoyo para que no se derrumbara plenamente la bolsa. Se dijo que había que hacerlo cuando ésta ya estuviera cerca de su punto más bajo, para que no se perdiera mucho dinero. Se hablaba de inyectar a la bolsa un

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