Color Personal

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Por: Elizabeth Rodríguez Lezama

Educación Pública

Soy defensora a ultranza de la educación pública, aunque no del método educativo que actualmente se aplica en nuestro país; no de los docentes que, lejos de preocuparse por hacer un buen papel al frente de las aulas, utilizan su profesión para alcanzar cargos sindicales que les permitan ganar salarios estratosféricos, sin desquitar un solo peso del dinero que les pagamos con nuestros impuestos.

Me indigna ver la manera en que Elba Esther Gordillo, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), manipula a los gobernantes, negocia cargos para su familia y sus allegados, desde los niveles más bajos del poder público, hasta las secretarías federales y presidencia de la república, con ese tipo de liderazgos no estoy de acuerdo, porque eso de ningún modo representa el verdadero espíritu de la educación pública.

Estoy convencida de que la educación debe estar al alcance de todos y con la misma calidad en cada rincón del país, puede ser una utopía cada vez más lejana, pues existe una diferencia abismal entre la enseñanza que se imparte en las zonas urbanas y la que reciben los alumnos de las escuelas más alejadas de las ciudades, ahí donde los niños y las niñas caminan varias horas para llegar a su centro de estudios y donde los maestros trabajan dos o tres días por semana, con grupos hasta tres grupos de diferente grado, imposible creer que en esas condiciones se pueda tener un nivel de aprendizaje ideal.

Sin duda hace falta mucho más trabajo en la materia, no se mejorará en este sentido por obra y gracia del espíritu del gobierno, es menester que los padres de familia nos involucremos en la materia, que lejos de conformar comités que solo administren las cuotas “voluntarias” que nos exigen para dar cupo a nuestros hijos, elijamos a representantes en esos organismos que se involucren en los procesos educativos, que exijan a los docentes un trabajo de calidad, que vigilemos que se actualicen, se preparen, que los métodos de enseñanza aprendizaje que el gobierno elabora se hagan con el concurso de las mejores mentes en la materia y no se liciten a los amigos de los secretarios o de los líderes sindicales.

Pese a todo esto que falta creo en la educación pública por la simple y sencilla razón de que si ésta no existiera en México, con todas la deficiencias que pueda tener, quien esto escribe, y probablemente quien esto lee, seríamos analfabetas.

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