Computacion
KatherineZ12 de Agosto de 2014
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Por supuesto, que la crítica no queda sólo del lado de
los electores, sino que toca directamente el corazón del
sistema jurídico. El poder electoral es, a su juicio, el que
menos atención ha tenido de parte de la ley, de lo cual
desprende las nefastas consecuencias de permitir a gentes
faltas de preparación y de moral elegir y ser elegidos. Por
ello, es necesario que se designen las cualidades que
deben tener los electores y electos para que no sufra el
pueblo por la ineptitud o la inmoralidad de sus
funcionarios; que se acuerden las medidas que dicta la
prudencia para asegurar el acierto de las elecciones....
Del poder legislativo critica
que debía ser el primero en sabiduría y virtud, (y)
llegará a ser el último en ambos aspectos; y a cuerpos
que pueden formarse de miembros ineptos, ha dado la
facultad de dictar leyes, levar ejércitos y armada
nacional, formar la ordenanza de una y otra fuerza,
conceder al Poder Ejecutivo facultades extraordinarias
(...), pues un menor que tenga 23 años y un mayor que
cumpla 30, pueden sancionar leyes a toda la República,
aunque no posean los elementos de la ciencia
legislativa, aunque sean inmorales, siempre que sus
vicios no tengan el carácter de notorios (Ibídem: 76-
77).
Tal como puede verse, Valle no generaliza
abiertamente tales atributos a todos los habitantes de la
región centroamericana; es claro que sus afirmaciones
responden a situaciones puntuales y, por ende, involucran
a determinados grupos sociales. Sin embargo, revelan sus
representaciones con respecto a las características
medulares que se requieren o, por el contrario, se adversan
para la construcción de una república. En este sentido,
tales opiniones tienen un peso significativo en la
construcción de la americanidad, dada la importancia
cimera de la participación de Valle en los acontecimientos
de la independencia y la formación de la república.
Teóricamente, podemos decir que ésta es parte de su
contribución en la construcción de la americanidad tópica
del istmo centroamericano.
Coincide con Sarmiento en los efectos devastadores
de las pugnas políticas y armadas sobre los proyectos de
transformación social y en la necesidad de extender la
educación como medio para salir del estado de postración
en que se encuentra la región. No obstante, a diferencia de
aquél, que desconoce y combate la barbarie del mundo
indígena-hispánico, Valle mantiene una posición más
condescendiente y, aunque señala las limitaciones de las
poblaciones indígenas, reconoce sus potenciales y tiene
esperanza que éstas serán capaces de avanzar hacia formas
superiores de civilización.
Un proyecto ilustrado: ley, moral y educación
Uno de los propósitos más claros de la práctica
política de Valle fue la conformación de un proyecto
civilizador al típico estilo ilustrado. Las fuentes de
información y las relaciones permanentes de Valle dan una
semblanza completa de la dimensión de su figura. Estudió
en la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde
recibió el influjo de las ideas constitucionalistas liberales
y de las doctrinas ilustradas del progreso por medio de la
ciencia y de la educación. Vivió uno de los períodos más
álgidos de la vida política centroamericana y supo
responder a los retos de la historia, posiblemente más allá
de los requerimientos de la misma.
Sobre su formación bastan dos ilustraciones.
Aceptar la física de Newton, la psicología de
Locke y Condillac y las concepciones políticas de
Rousseau y Montesquieu era afiliarse en la
modernidad. Sellar su propio destino (Ibídem: IX).
Valle es uno de los representantes más completos
de la generación de hispanoamericanistas de principios
del diecinueve. Formados en el espíritu de la España
dieciochesca, se enfrentan al cambio que produce la
Independencia con espíritu supranacional que los
caracteriza y realizan esfuerzos malogrados por
constituir, al romperse la unidad hispánica, una
comunidad de naciones hispanoamericanas (Ibídem:
XII).
Ante los riesgos de la manipulación de las masas por la
intervención de los líderes demagógicos, había que optar
por el constitucionalismo. Siguiendo las enseñanzas de
Locke y Montesquieu, preconiza García, abogaba por un
estado representativo que garantizara el ejercicio
pacífico y estable del derecho de propiedad basado en la
limitación del poder y la idea esencial de la constitución
equilibrada que Montesquieu había formado en El
espíritu de las leyes. (Ibídem: XVII). Pero a ello había
que sumar un ingrediente fundamental a toda república que
se preciara de responder a los intereses de la ciudadanía:
la justicia. Fue enfático al decir que la justicia es en cahos
tan grande, el laso único que puede ligar intereses tan
contrarios: y justicia en lo político, es el mayor bien
posible del mayor número posible (Valle, (b) 1969:
190).
La moralidad juega también un papel central en su
proyecto. Dadas las condiciones precarias de autoestima,
secuelas del sometimiento y la opresión de que fueron
objeto las poblaciones indígenas, es pertinente propiciar
valores que reivindiquen los derechos que les
corresponden por derecho natural. En particular importa
la moral que define como el respeto mutuo de los derechos
de todos.
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exégesis
La educación, junto a la ciencia, viene a ser otro de los
pilares de su proyecto, si se quiere el más importante, dado
el énfasis que pone sobre las pobres condiciones de
formación y cultura de los originarios de Guatemala. Por
ello, afirma que entre las obras más grandes del hombre
está la creación, y que la educación es justamente una
especie de creación. Por lo tanto,
negar a los hombres todos los
conocimientos útiles y descuidar
enteramente su educación moral,
sería condenarlos a la más absoluta
ineptitud o incapacidad, dejarlos sin
valor alguno, hacer que en la tierra
no hubiese más que salvajes,
lacandones o camanches, y que la
especie humana fuese una especie de
horda de anímales bípedos, esparcidos
por las selvas y los bosques (Valle,
1982: 90).
De tan negro presagio, Valle saca
fuerzas para proponer una serie de
interesantes propuestas concretas de
cómo instalar, extender y financiar la
educación en la centroamericana de
entonces, en las cuales se da el lujo, de
intervenir en el campo de la pedagogía,
el financiamiento y la administración
educativa.
Americanidad utópica: la América
del futuro
Aun frente a las adversidades,
Valle hace tempranamente, en 1821,
algunas anticipaciones sobre la América
del futuro y, cuando lo hace, dice con
claridad: nos lanzaremos al futuro. Sin
duda, estas anticipaciones están ancladas
en las esperanzas que destilan de las
fuentes seculares de viejas utopías
convertidas en leyendas que identificaban
a la América como tierra de promisión
pero que, a la vez, estaban fundadas en
la evidencia, todavía notable, de la
inmensa riqueza del continente y en las
expectativas surgidas a la luz de los
primeros pasos de la independencia política.
En el texto América hay una disertación luminosa que
constituye el sumunn de una americanidad utópica pues,
apelando a las funciones de la utopía de Roig, bien puede
hablarse de una anticipación del futuro. El nuevo mundo
será una superación del mundo antiguo. La América será
justamente el regazo en que se centrará ese nacimiento y
desarrollo. Por su posición geográfica, su vastedad y
riqueza, la incorporación y multiplicación de los inventos
venidos de otras tierras, la ilustración de sus pobladores,
etcétera, será como ya lo anticipáramos lo que es al
presente en Europa la rica y pensadora Albión.
Habrá desarrollo
productivo de las
propiedades,
apertura a otras
naciones y estados,
desarrollo del comer-
cio, avance de la
agricultura,
multiplicación de las
relaciones por medio
de la marina, aumento
de la población,
llegada de ex-
tranjeros y por ende
de
talentos
e
invenciones, etc.
América
no
caminará un siglo
atrás de Europa:
marchará a la par
primero; la avan-
zará después; y será
al fin la parte más
ilustrada por las
ciencias, como es la
más iluminada por
el Sol.
Pero este futuro
de felicidad y pro-
greso se irá alcan-
zando por medio de
...