Cuento de la tercera edad

Blanca y el abuelito Aníbal

[pic 1]Había una vez unos pequeños hermanitos, la mayor era la niña quien cuidaba y quería mucho a su hermanito. Ellos salieron a vacaciones del colegio y les pidieron a sus padres que los enviaran de viaje con su abuelito materno quien era un señor de edad pero le gustaba viajar del pueblo a la ciudad y viceversa. Así que sus papas decidieron llamar al abuelito Aníbal y preguntarle si podía llevar a los dos pequeños. El abuelito Aníbal encantado acepto y dijo que con él y con la abuelita Carmen quienes eran los papas de la mama estarían una semana, y al cabo de la otra semana los llevaría donde los abuelitos Daniel y Berenice para que jugaran y disfrutaran con ellos.

Contentos Diana y Carlos con ayuda de sus papas alistaron sus maletas y no hallaban la hora de llegar a donde el abuelito Aníbal para Abrazarlo y salir a viajar. Durante el recorrido Diana hablo mucho con su abuelito sobre sus grandes planes para el futuro mientras Carlos les mostraba sus acrobacias con Blanca la perrita de los niños.

Cuando llegaron a San Juan, Blanca revoloteaba por toda la casa mientras la abuelita Carmen los saludaba con dulces y postres deliciosos. Durante la semana Diana y Carlos jugaban pero también le ayudaban a sus abuelitos con los quehaceres de la casa y les hacían tanto caso como si se tratase de sus papas.

[pic 2]Un día antes de irse para la casa de los abuelitos Daniel y Berenice, el par de hermanitos acompaño a sus abuelitos a la finca que quedaba un poco alejada del pueblo, por supuesto llevaban a su perrita para que esta disfrutara de la naturaleza y el sano aire que se respira. Cuando fueron a almorzar Diana llamo a Blanca pero ella nunca respondió así que se fueron con los abuelitos a buscarla por todos lados. Ya casi iba a atardecer y el abuelito Aníbal al ver que Diana y Carlos no paraba de llorar decidió ir a buscar a un amigo vecino de la finca para que lo ayudara en la búsqueda. Cuando llego de nuevo a la casa, Diana y Carlos se sorprendieron pues el abuelito venía con Blanca entre sus brazos embarrados hasta el cuello.

De la felicidad los niños abrazaron a su abuelito sin importar el barro y se devolvieron al pueblo feliz. Luego de llegar a la casa, aun se sentía el cálido viento de verano así que sacaron las mangueras y jugaron hasta caer la noche mojándose y bañándose en el patio de la casa como tres niños chiquitos y en la noche luego de un gran día, el abuelito conto que luego de encontrar a blanca por fuera de la finca, la perrita lo rescato quedarse en un barrial al que había caído.

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