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DESARROOLLO FRANCES


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2012  •  649 Palabras (3 Páginas)  •  276 Visitas

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El desarrollo del Estado francés que lo convierte en paradigma del Estado moderno exhibe un proceso evolutivo que lo lleva, de un vigoroso feudalismo monárquico a la Revolución, pasando luego por el Thermidor y el Directorio, el Consulado y el Primer Imperio, la Restructuración y la Monarquía de Julio, para culminar con el Segundo Imperio.

El Estado nacional es -en la Europa Occidental de la Baja Edad Media y de la temprana Edad Moderna- productor y producto del proceso de emergencia de una realidad nueva, de un cúmulo de fenómenos en parte espontáneos y en parte determinados por la intervención de poderes políticos. Esta constelación abarca y entrelaza: matrices de cambio, acumulación de recursos y riquezas y de medios de acción, extensión del comercio y de las comunicaciones, mercado nacional, ascenso de burguesías, constitución y consolidación de pueblos y nacionalidades, desarrollo de conciencias nacionales. De estos componentes y procesos y de su estructuración como conjunto en la nueva sociedad civil, nace el Estado nacional centralizado que a partir de sus diferentes precedentes históricos se instituye cada vez más como poder político relativamente autónomo y en expansión. El nuevo Estado multiplica sus intervenciones, produce y unifica la sociedad nacional, la trabaja y modela, le impone su supremacía y tiende a absorberla. Sus ámbitos y funciones se despliegan a la vez en lo económico, lo político, lo social, lo cultural, lo espacial, lo jurídico-institucional.

La Revolución Francesa, en sus diveras fases monárquico-constitucional, girondina, jacobina termidoriana-directorial- continúa, como bien comprendió Alexis de Tocqueville, esta tarea histórica del Antiguo Régimen, la libera de formas rígidas y límites estrechos, la extiende y profundiza. El Estado capta los cambios profundos que se vienen produciendo durante el siglo XVIII y que se manifestarán en la espontaneidad revolucionaria; se racionaliza y centraliza; crea la ideología y los mitos que posibilitan o refuerzan su legitimación. La nueva ideología que va emergiendo del Siglo de las Luces primero, y del proceso revolucionario luego -con una mezcla de continuidad y de fractura entre ambas fuentes-, establece un lazo indisoluble entre Estado, pueblo y nación, razón, ley. Tras este vuelo ideológico, el Estado se vuelve promotor y productor de la nación más que a la inversa; hace converger los caracteres locales, regionales y clasistas, los homogeniza y los absorbe en la identidad colectiva de lo territorial, lo étnico y lo nacional.

De hecho, como destaca Pierre Birnhaum, en un proceso único, la Revolución Francesa hace surgir la nación, da al pueblo un papel de primer plano, y refuerza al Estado, lo institucionaliza, lo diferencia de las periferias, lo autonomiza de la sociedad y de sus principales clases y grupos. La triple reivindicación de la libertad, la igualdad y la fraternidad se afirma y despliega

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