Discuso Graduacion
urano00720 de Octubre de 2013
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Una brillante accion de nuestro amigo David Lopez Sandoval que deberiamos replicar en todos los ambitos profesionales:
Breve discurso que leí el otro día en el acto de graduación de 2º de Bachillerato. Las caras de algunos padres eran un poema:
Habéis querido que diga unas palabras en vuestro acto de graduación. A pesar de que me siento muy honrado de que hayáis pensado en mí, creo que no ha sido muy buena idea, porque seguro que os voy a fastidiar el acto, seguro que os lo echo todo a perder.
Yo debería aquí ser optimista, tendría, en una tarde como esta, que insuflaros ese ánimo tan propio de veladas como la presente. Os debería decir que la vida es maravillosa, que podréis con todo si os lo proponéis, que el futuro es prometedor, que el futuro pertenece a los jóvenes como vosotros. Pero no. No puedo hacer eso. Os estaría mintiendo otra vez, y hoy quiero ser inoportunamente sincero con vosotros. Así que escuchad lo que tengo que deciros. Luego, si queréis me abucheáis o sencillamente pasáis de mí. Lo que prefiráis.
Veréis, ex alumnos de 2º de Bachillerato. Vuestros padres y vuestros profesores os hemos tomado el pelo. Así, como suena. Si alguna vez oísteis que sois la generación más preparada de la historia, empezad a desechar esa idea, porque en lo sucesivo no tendréis nada que hacer cuando debáis competir con un alemán, un coreano, un inglés, un chino o un hindú por un puesto de trabajo. Es lo que tiene haber estudiado en uno de los sistemas educativos más desastrosos del mundo. Si consideráis que con lo que os han exigido en el instituto o con lo que os pedirán en la Universidad tenéis suficiente, estáis apañados.
Por otro lado, pensad que el país que os dejamos, esta España que a don Miguel de Unamuno le dolía infinitamente y que a mí me aburre más allá de lo soportable, es un país en ruinas, donde sólo podréis triunfar si os metéis en un partido político, os hacéis jugadores de fútbol o dais un braguetazo como dios manda con algún-barra-alguna potentado-barra-potentada que os permita además ser estrellas rutilantes de la prensa del corazón. De los Pirineos hacia abajo no hay más salida. Vuestros padres y vuestros profesores os hemos dejado la piel de toro más seca que el ojo de un tuerto, así que preparaos, si os da miedo cruzar sus fronteras, para la mediocridad, la estupidez y el bizantinismo más desesperante.
Y ahora me dirijo a quienes han sido mis alumnos de Humanidades. No es nuevo lo que estáis a punto de oír, pero, puesto a ser un cenizo, creo que no estará de más que os lo repita. Las Humanidades han muerto, hace ya más de un siglo que están bien muertas y enterradas. Lo que habéis estudiado y lo que estudiaréis son los restos de un cadáver. Y no sólo porque Occidente se haya lanzado como un desesperado a vanagloriarse del avance tecnológico desde que un franchute del siglo XIX -¡fijaos, menuda antigualla!-, un tal Augusto Compte, dijera que sólo el método científico nos proporciona la verdad del mundo, sino porque sé que la mayoría de vosotros iréis a una Universidad, la española, y a unas facultades, las de Murcia, llenas de enchufismo y medianía, donde sólo valorarán vuestra capacidad para adaptaros y para hacerle la pelota al tonto de turno. Además, tened presente que aquí somos muy catetos, y que siempre os considerarán medio idiotas por ser humanistas, ya que por todos es sabido que una bata blanca o una fórmula matemática inextricable nos pone a los españolitos más que un calendario solidario con chicas en paños menores.
Y ahora es cuando todos me decís: ¿entonces?, ¿qué salida nos queda, pedazo de gafe, grandísimo pesimista del tres al cuarto? Y ahora es cuando yo os doy dos o tres apuntes de algo que nadie me dijo nunca y que he tenido que descubrir por mi cuenta y riesgo, a golpe de cabezazos contra molinos de viento, otrora gigantes. Atentos.
Ahí
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