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ECOSOCIALISMO


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2013  •  13.149 Palabras (53 Páginas)  •  335 Visitas

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ECOSOCIALISMO, INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN

Información y comunicación no son sinónimos. La información es una simple transmisión de conocimientos, noticias o ideas. La comunicación supone una puesta en común. En el caso de la información, no se espera una respuesta por parte del receptor. A menudo, lo que se busca (y lo veremos más adelante) es una reacción, lo que es muy diferente. Si alguien escucha una “emisión” de radio o de televisión, recibe un cierto número de informaciones, un mensaje cuyos contenidos están organizados por el emisor, quien, desde luego, tiene unos objetivos precisos y la expectativa de provocar una reacción por parte de los receptores. Pero no espera una respuesta y menos aún una discusión. Se supone que cada receptor reciba pasivamente la información y reaccione positivamente con respecto a ella.

La prensa está conformada por el conjunto de los medios informativos. Puede ser escrita, radial, televisiva u otra. Puede ser diaria, semanal o mensual. Puede también estar permanentemente a disposición de quienes desean informarse. La palabra “prensa” viene de la máquina de impresión que se utilizaba hasta hace algunos años. De este modo, la expresión “prensa escrita” sería un pleonasmo. Sin embargo, se utiliza esta locución para diferenciarla de los otros medios como la radio o la televisión. La libertad de expresión es el derecho que tiene cualquier persona de expresarse. Esta libertad tiene como corolario la libertad de prensa. Estamos hablando de dos derechos fundamentales: poder informar y poder ser informado. Toda la ciudadanía tiene el derecho de recibir una información veraz. Existe pues una ética que el informador debe respetar. La información difundida debe ser verificable; si no, se transforma en un rumor que confunde a la gente y perturba el orden público. La ciudadanía y cada persona en particular tienen el derecho de recibir una información fidedigna y de hacerse una opinión a partir de la información recibida.

La libertad de prensa es, pues, el derecho de emitir mensajes para informar a la gente. Desde luego, libertad no es libertinaje. La libertad de prensa supone una moral muy rigurosa. La prensa no puede decir cualquier cosa porque simplemente le dé la gana de hacerlo o, peor, porque quiere alterar el orden público. Volvemos a subrayar el hecho de que la ciudadanía tiene el derecho de recibir una información veraz para que cada persona pueda ejercer sus derechos ciudadanos.

El problema mayor, que impide o dificulta el respeto del derecho a la información, es la concentración de los medios informativos en las manos de unos pocos. Estos pocos, individuos o grupos, poseen la totalidad o gran parte de los medios y pueden así manejar la información a su antojo. Pueden manipular la mente de la gente sin que ésta pueda darse cuenta de ello y sin que pueda recibir una información distinta de la que este “poder mediático” decide propagar.

A pesar de que todos sabemos lo que significa la palabra “democracia”, no nos parece inútil recordar la etimología y el sentido de ésta. Viene de dos palabras griegas: demos (el pueblo) y kracia (el poder). La democracia es el poder en manos del pueblo, es decir, en manos de todos los ciudadanos, sin excepción. La palabra “oligarquía” viene también de dos palabras griegas: oligos (unos pocos) y kracia (el poder). La oligarquía es el poder en manos de unos pocos. Ambos conceptos, obviamente, chocan de frente. Ambos son incompatibles. Para que se pueda ejercer la democracia, toda la ciudadanía debe tener la posibilidad de informar y ser informada. Sin eso, no puede ejercer su participación en la colectividad en la cual vive (ya sea ésta local, nacional o internacional).

Cuando se habla de oligarquía refiriéndose a la concentración de los medios informativos en unas pocas manos, se está designando claramente un sistema antidemocrático. La prensa se convierte no en un ente informador, esclarecedor, herramienta indispensable de las prácticas democráticas, sino, al contrario, en un arma para trastornar a la ciudadanía y manipularla. No se trata solamente de difundir informaciones falsas, incompletas o confusas, sino de difundir informaciones insignificantes destinadas a distraer a la gente (en los dos sentidos de la palabra “distracción”: entretenimiento y estrategia destinada a llevar la atención hacia hechos intrascendentales e impedir así una toma de conciencia y de responsabilidad). Es bien conocida la fórmula del imperio romano decadente: “Panem et circenses”. Se trataba de dar a la gente algo de pan y los juegos del circo. Así se quedaba tranquila. ¡Qué pueda comer y distraerse! De este modo, no se va a preocupar por los asuntos de la “Ciudad”, no va a ejercer sus derechos de “ciudadanía”.

En la palabra “información”, se encuentra esta otra: “formación”. Para participar activamente en la “cosa pública”, en la “res publica”, en la “república”, es necesario formarse e informarse. De este modo, los medios de “información” deben ser, al mismo tiempo, medios de “formación”. Formarse no es algo aburrido. Al contrario. Es algo apasionante. El ser humano se da cuenta de que, al formarse e informarse, va creciendo existencialmente y socialmente. La república necesita que cada persona —sin ninguna excepción— esté bien informada y pueda formarse de manera permanente (desde su nacimiento hasta su muerte). Necesita que cada persona pueda pensar, reflexionar, confrontar ideas y participar en la gestión de la Ciudad. Necesita que el pueblo entero pueda ejercer el poder. Eso es la democracia y eso es, al mismo tiempo, el poder popular. Ambas expresiones —democracia y poder popular—, sí, son sinónimos.

La persona que queda hipnotizada durante horas y horas frente al televisor es igual a aquellos romanos que iban a ver los juegos del circo. Así, la persona se des-interesa de los asuntos públicos, se des-vincula de la “res publica”, se des-entiende de la república. El imperio romano se alejó de la república. Los ciudadanos perdieron su “derecho de ciudadanía”. Finalmente, el imperio se hundió. Lo mismo pasa en los imperios decadentes del siglo XXI. Para lograr una democracia verdadera y sana, insistimos, es imprescindible formarse e informarse. La democracia no es una situación inmóvil. La democracia se está haciendo (o des-haciendo) cada día. No se debería hablar de “democracia participativa” porque el adjetivo está de más. Es la participación de todos y cada uno, lo que hace la democracia. Y, de agregar un adjetivo a este sustantivo, hablaríamos más bien de “democracia directa”. Para lograr esta “democracia directa” no basta la información. Se hace indispensable la comunicación. La comunicación es el hecho de “poner en

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