ECOSOCIALISMO

Ecofeminismo

Es una convergencia entre los movimientos ecológicos, el feminismo y la espiritualidad femenina. El ecofeminismo al igual que el ecologismo, son discursos y movimientos sociales que establecen una relación íntima entre la subordinación de las mujeres y la destrucción de la naturaleza. El problema ecológico no se origina solamente a partir de los excesos de la especie humana en relación a la naturaleza, sino que es un modelo cultural en el que se imponen las visiones masculinas sobre las visiones femeninas, que son consideradas inferiores, ignoradas e incluso invisibilizadas.

La explotación de la naturaleza y la explotación de la mujer se conectan entonces mediante una forma de ver la realidad y un conjunto de prácticas: el sistema patriarcal.

La crítica del feminismo se centra en el patriarcado, un modelo de organización que se caracteriza por dividir la realidad en pares de opuestos:

• cultura contra naturaleza,

• mente contra cuerpo,

• razón contra sentimientos,

• conocimiento científico contra saber tradicional,

• ciencia contra experiencia,

• ambición contra humildad, etc.)

Donde los primeros componentes de cada par son más valiosos: cultura, mente, razón, conocimiento, ciencia ambición y los asocia a lo masculino. Los segundos componentes de esos pares son menos valiosos, donde quedarían las mujeres, pues, del lado de la naturaleza, del cuerpo, de la materia, de las emociones, del saber tradicional, de la experiencia, de lo hogareño, rasgos considerados femeninos frente a sus opuestos considerados masculinos. A partir de ahí, se justifica ideológicamente el dominio y la explotación de la naturaleza y de las mujeres a favor de los propósitos egoístas masculinos, e impera el machismo.

Las implicaciones directas de estas visiones filosóficas vuelven al hombre "cultura" y lo enfrentan a la "naturaleza", las mujeres que por ser las garantes del alimento, el agua y la salud son las primeras víctimas del desequilibrio ecológico, y las primeras en organizarse para resolver los conflictos.

La economía de mercado intensifica la situación al invisibilizar todo aquello que no tenga traducción a un valor monetario. Las mujeres han venido realizando muchos trabajos imprescindibles para la vida (parir, alimentar, cuidar, mejorar semillas y plantas, buscar leña, conseguir agua, etc.) que no son pagados y que por tanto no figuran en ninguna cuenta de resultados.

Sin embargo, el sistema capitalista considera que población activa es aquella que está en edad de trabajar, siempre que no sea estudiante, ama de casa u otros colectivos que no realizan trabajo remunerado. Según esta definición, una persona en edad legal de trabajar que lleva a cabo tareas domésticas en su casa y no recibe remuneración salarial forma parte de la población inactiva.

La mitad de la humanidad, las mujeres, han venido realizando históricamente todas las labores asociadas a la reproducción y los cuidados de los seres humanos, pero para el capital, el valor de los cuidados, de la armonía vital, de la reproducción y de la alimentación, del cuidado de las personas mayores o dependientes, es algo pasivo, que no cuenta en el mercado porque no produce valor en términos económicos.

El ecofeminismo, por tanto, busca como objetivos esenciales conservar la tierra y sus recursos, poniendo en el centro la vida y su cuidado, en contraposición a la búsqueda de beneficio

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