EL ALCOHOLISMO

Consumo abusivo y alcoholismo.

El alcoholismo es una adicción, una dependencia farmacológica al etanol. Se trata de una enfermedad de carácter crónico y evolución progresiva que parte de la ingestión excesiva e incontrolada de bebidas alcohólicas de mayor o menor grado. La persona percibe un deseo incontrolable de beber. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome de la dependencia del alcohol es “un estado de cambio en el comportamiento de un individuo, que incluye, además de una alteración que se manifiesta por el consumo franco de bebidas alcohólicas, una continuidad de ese consumo de manera no aprobada en su ambiente sociocultural, a pesar de las dolorosas consecuencias directas que puede sufrir, como enfermedades físicas, rechazo por parte de la familia, prejuicios económicos y sanciones penales; un estado de alteración subjetiva en el que se deteriora el dominio de la persona dependiente. El alcohólico padece un trastorno crónico de la conducta caracterizado por la dependencia del consumo de alcohol, que se manifiesta como la incapacidad de detener la ingestión y la imposibilidad de abstenerse de beber.

Los enfermos de alcoholismo beben en exceso y dependen del alcohol, a tal grado de provocar un trastorno mental evidente o de intervenir en su salud física. Existen dos formas de intoxicación etílica, que suelen asociarse a dos tipos de alcoholismo: AGUDA Y CRÓNICA.

Se dice que el alcoholismo o la intoxicación es aguda cuando se trata de una embriaguez transitoria, una crisis pasajera por consumo puntual excesivo. En cambio, se considera crónico cuando hay un consumo habitual de dosis moderadas de bebidas alcohólicas. Esta situación suele provocar trastornos en el carácter, como de desconfianza, irritabilidad y periodos depresivos, entre otros, al margen de toda una serie de lesiones y daños que la bebida va ocasionando en todo el organismo.

El alcoholismo es una verdadera enfermedad en la que se manifiesta una insaciable necesidad de ingerir bebidas etílicas, con un deseo compulsivo e incontrolable. El enfermo no puede parar de beber cuando ha comenzado la ingesta, pierde el control sobre sí mismo, además la necesidad irreversible de aumentar cada vez más la cantidad de alcohol, que llevará hasta la intoxicación con el fin de alcanzar sus efectos máximos.

En realidad, el alcoholismo es adicción, y como tal comienza cuando existe una dependencia de la sustancia, en este caso, el etanol, que se manifiesta con cambios en la conducta, necesarios para adaptarse al nuevo consumo, y toda una serie de complicaciones. El alcohólico necesita beber, y pierde el control sobre su forma de hacerlo. Trata de controlar su consumo, aunque no puede y bebe cuando ha planeado no hacerlo.

El efecto tóxico del etanol presente en las bebidas que se comercializan se encuentra en la depresión de las funciones del sistema nervioso

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