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“EL HOMBRE ES EL LOBO DEL HOMBRE” Thomas Hobbes


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  Informes  •  455 Palabras (2 Páginas)  •  2.027 Visitas

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“EL HOMBRE ES EL LOBO DEL HOMBRE” Thomas Hobbes.

Thomas Hobbes fue un pensador naturalista del siglo XVII que consideró al hombre como un “animal social”, como un ser egoísta víctima de su ignorancia, miedos y debilidades. Hobbes considera que en el estado natural todos los hombres somos iguales y que ninguno nace más inteligente que otro; para él, cada quien va adquiriendo la inteligencia con la experiencia. En su condición natural los hombres por instinto y naturalmente entran en un estado de competición y desconfianza entre ellos a lo que Hobbes llama “guerra de todos contra todos” en la que considera que “el hombre es el lobo para el hombre” donde el hombre, víctima de sus pasiones, es su propio destructor.

Analizando la siguiente afirmación: “El hombre es el lobo del hombre” me atrevo a decir que con ello Hobbes define que naturalmente los hombres actuamos de forma egoísta y siempre en pro del beneficio individual, algo que no ha cambiado mucho actualmente, lo que hace que pasemos por encima de los otros con tal de obtener lo que queremos. El hecho de estar en competencia constante es algo destructivo y lo que en un estado natural nos mantendría en una guerra permanente de todos contra todos. Pero el miedo a la muerte supera este instinto y lleva a los hombres a crear un acuerdo, un pacto.

“Las pasiones que inclinan a los hombres hacia la paz son el temor a la muerte; el deseo de aquellas cosas que son necesarias para una vida confortable; y la esperanza de obtenerlas por su industria.” (Leviatán, XIII)

Partiendo de la premisa anterior Hobbes plantea que el interés de los hombres por preservar su propia vida y el hecho de garantizar una vida más dichosa y confortable los lleva a crear un pacto de unión al que llama LEVIATÁN (Estado) con al cuál seden su derecho a la defensa y quien será el encargado de preservar la paz entre los hombres. El estado nace, entonces, por la necesidad del hombre de preservar su existencia, es decir, nace de un deseo individualista y egoísta.

Para concluir, considerar al hombre como el lobo del hombre implica no sólo instintos naturales sino también las pasiones y miedos que lo llevan a la destrucción. El hecho de que en la tierra los recursos sean limitados y estemos en constante competencia no permite que la armonía entre los hombres sea posible, considerando al hombre en su estado natural. El hecho de que el hombre se guíe por su naturaleza egoísta no le deja más límite que la oposición de otro, cuya preocupación será siempre su propio beneficio. Por ello naturalmente seremos los depredadores de nosotros mismos.

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