EL PARTENÓN.ÓPERA DE SYDNEY

EL PARTENÓN

La arquitectura griega en su búsqueda de la belleza ideal, introducía correcciones netamente visuales a elementos de sus edificaciones sin función constructiva alguna, para evitar deformaciones que provocaba naturalmente la percepción visual, aspirando alcanzar los ideales de belleza perfectos, basados en la proporción, el equilibrio y la armonía, es decir, la perfecta relación armónica entre las partes y el todo, representada, entre otros, por el sistema de proporción áurea.

Por ejemplo, en el Partenón, la curvatura del estilóbato corresponde a una deformación provocada para evitar el efecto óptico de hundimiento de la zona central, así como las columnas están levemente inclinadas hacia los laterales para evitar la sensación de caída. Otros ejemplos en esta edificación, son el ensanchamiento del fuste de las columnas, para que no parezcan más estrechas en el centro al ojo humano, y la diferencia de tamaños de los intercolumnios para que, de lejos, parezcan iguales. Así, se infiere que la deformación, en este caso, es un elemento de ornamentación, debido a que es usada para embellecer la construcción bajo los preceptos de la arquitectura griega.

Así como la deformación, que además de ornamentar, da valor al espacio exterior del edificio, otro elemento de ornamentación en este caso, es el policromado de la construcción con colores vibrantes como el azul, rojo y dorado, tanto en elementos estructurales como capiteles y triglifos, como en la decoración escultórica.

ÓPERA DE SYDNEY

Así como la arquitectura en el mundo griego comienza con los ornamentos y establece la estructura como consecuencia de los mismos, en algunas edificaciones contemporáneas se puede apreciar el mismo patrón, tal como sucede en la ópera de Sydney, en donde la nervadura de sus paneles de hormigón o mal llamadas cáscaras, son la materialización del concepto de velas de barco que Jorn Utzon pretendía evocar, sin ser estas concebidas necesariamente como elementos estructurales por los espectadores, sino como algo netamente ornamental. Al interior, las costillas de las bóvedas que se unen en determinados puntos, forman abanicos conforme a la intención original.

Por otro lado, el exterior de las secciones esféricas de la ópera, se desarrolla bajo el mismo hilo conductor, al ser recubiertas por azulejos de color blanco brillante y crema mate, cambiando la percepción del espectador según la cercanía a la construcción, generando textura al verla de cerca, y sensación de superficie lisa al verla de lejos, tal como sucede con las velas de los barcos del concepto base, percepción favorecida también por el océano que rodea casi por completo la edificación.

Asimismo, un espacio imprescindible de esta construcción es la sala Utzon, en donde cada color de las paredes policromadas fue plasmado estratégicamente por el arquitecto, a quien cada nota musical que escuchaba en la ópera le evocaba un color diferente, sensación posteriormente materializada de manera ornamental, sin esto preceder la fase estructural, tal como sucede con los aspectos mencionados inicialmente.

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