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El Amigo Imaginario


Enviado por   •  30 de Junio de 2014  •  538 Palabras (3 Páginas)  •  292 Visitas

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El amigo imaginario

Apareció un día que yo estaba solo, jugando tazos en el patio. No me estaba divirtiendo mucho, porque me había peleado con mis amigos, así que estaba algo triste y aburrido. La verdad, no sé de donde salió, aunque mi patio da a la calle, así que a lo mejor se pasó por debajo de la reja. O eso creí en ese momento. Cuando me habló, ya estaba frente a mí, y no me había dado cuenta de su presencia.

-¿Me dejas jugar contigo?- me preguntó.

Su voz era un poco rara, mejor dicho, ronca. Yo alcé la vista y lo mire. Traía ropa antigua, con los pantalones cortos a las rodillas, como usaban los niños de hace muchísimos años. Era muy, pero muy pálido, casi blanco, y tenía grandes ojeras oscuras debajo de los ojos, que eran azules. También estaba flaquísimo.

-¿Cómo te llamas?- le pregunté, haciéndole señas para que se sentara.

-Travión- me respondió

¡Qué nombre tan raro! Pero como yo ya estaba aburrido de jugar solo, acepté. Lo malo era que Travión no sabía jugar tazos, ni tampoco lo que eran. Así que sacó unas canicas que se veían viejas y gastadas, y con esas jugamos.

-¿En dónde vives?- le pregunté-. Nunca te había visto por aquí.

-Por allá- contestó, señalando hacia la derecha. No podía ser, ahí solo quedaba el cementerio.

-¿Estás seguro?

Travion sonrió, y vi que tenía los dientes amarillos y podridos. Seguro no se los lavaba.

-Si –afirmó-. Mi casa es pequeña, oscura y fría, pero me gusta. Aunque a veces me siento solo ahí. Tú también estás solo, te peleaste con tus amigos.

Yo iba a preguntarle cómo lo sabía, pero en eso salió mi mamá y me dijo:

-Oí voces. ¿Con quién hablas, Raúl?

Yo la mire extrañado. Entonces me di cuenta de que ella no veía a Travión.

-Estoy con… un amigo imaginario –le dije, porque Travión se había puesto el dedo en sus labios, como indicándome que no le dijera nada a mi mamá. Luego ella se metio a la casa, moviendo la cabeza. Travión se levantó y me dijo:

-Ven, te invito para que veas donde vivo.

Lo seguí. Y si, nos fuimos hacia el cementerio. Caminamos por entre los senderos, yéndonos hacia el fondo, donde están las tumbas más viejas. Una de ellas tenía una lápida movida. Travión se detuvo y murmuro:

-Aquí vivo. ¿Quieres entrar conmigo?

Me estaba pidiendo que entrara a la tumba. Mi nuevo amigo era un muerto y quería llevarme con él. Negué con la cabeza, entonces él tomó mi mano y me jaló.

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