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El Gallo De Don Chema


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2014  •  680 Palabras (3 Páginas)  •  349 Visitas

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Acostumbrado a levantarme tempranito, pá compañar a mi Papa al trabajo, ese veinticuatro era como si juera Domingo, nada e'tareya, nada e'asoliada, ¡Sólo Choteyo!

La María, mi hermana, también se levantó temprano, pá ir con mi Mama al pueblo a trer los comprados pá la Cena.

Juimos a bañarnos. Diunos bejucos me tiré a la poza, igual como ví a Tarzán en el pedazo de diario a colores, en que venía envuelta la tapa de dulce.

La María por estarme aplaudiendo, simás dejír en la corriente el huacal con que se estaba bañando.

Llegamos de guelta al rancho, despertando con el retozo a todos, Bravo, mi Papa, nos calló la bulla diciendo: - ¡Dejen dormir cipotes! ¡no jodan tanto! ¡trínquense otra vez! ¡quioy nuay pisto!. Tristes, nos miramos; nuiva ver pollo, ni cuetes, ni nada.

Salimos al patio; nos sentamos en las raices del mango y con las manos teniéndonos las quijadas, nos quedamos viendo salir al sol dialláaa lejos".

Pasaron los Pérez, los Monzones, todos los del Valle. La vereda los llevaba recto al Pueblo.

Caminamos un rato, viendo siempre pá bajo. Pasamos el riyo y salimos al otro lado, onde vivía Don Chema.

Eran enemigos mi Papa y Don Chema. Desde la vez que me metí al gallinero y lespanté toditiiitas las gallinas. Como me reí everlo ese día. Corriya y corriya diun lado pá otro sin poder alcanzarlas.

En eso estaba pensando cuando oyí un papaleo: ¡Era el gallo chorompo e Don Chema!.

Cuando el animal, quiandaba buscando comida, estuvo más cerca, miré a la María con sonrisa e malicia y le dije : - Seguro se saltó el cedaaazo.  La María se rió al entenderme y me siguió pa yudarme.

Despacito nos juimos moviendo.  El gallo volteaba el ojo y sonaba el pescuezo cada vez que nos miraba acercanos.  Caminaba pa trás, y no siva, confiado de sus espuelas quiá más diuno le había ensartado.

Lo acorralamos por unos bambús, la María con miedo se le tiró encima.  ¡¡ Se armó un gran relaaajo !! .  Al final de cuentas se le salió, dejándole solo las plumas de la cola en las manos.  Pero ahí estaba Yo, detrás, y conmigo si no se jué.

Al nomás agarrarlo y oyir la vocesota e Don Chema gritando: -Dejenme al gallo cipotes! ¡no se lo gueveyen!- Salimos zumbados como el diablo.

Apenas habíamos llegado al riyo, cuando sentí las manotas e don Chema clavadas en l espalda.  Medio me le solté, gatiando y por entre las patas me le juí.

Comencé a saltar de piedra en piedra, y en una desas ¡PUM GUM!. Me cayí dándome un sopapo en el coco.

Así

...

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