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El Palo De Brasil


Enviado por   •  9 de Agosto de 2014  •  660 Palabras (3 Páginas)  •  303 Visitas

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Los comerciantes del relato, Agustín Pardo y su yerno Mateo de Arroyo, eran dos ejemplos de la clase comercial de finales del siglo XVIII. Esta clase comercial era en su mayoría española y estaba asentada principalmente en Cartagena desde donde, los comerciantes, tenían una gran influencia

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.Los empresarios se dedicaban en general a más de una mercancía. Los mencionados Pardo y Arroyo, por ejemplo, llevaban a cabo la exportación de oro, palo de tinte, cueros y cacao. Asimismo, Pardo también recibía ganancias de las importaciones de telas y otros géneros desde España a la Nueva

Refiriéndose a los tintoreros de Inglaterra, Frailee dice que normalmente se pensaba que el buen palo de Brasil venía de Pernambuco y que la versión barata, el brasilete provenía de Jamaica, lo que coincide con la idea de Fernández

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. En anteriores capítulos ya hemos discutido las grandes cantidades de palo de Brasil de la Nueva Granada que se traficaban hacia esta isla, por lo que podemos tener una fuerte sospecha de que tanto Fernández como los ingleses se refieren parcialmente al palo extraído de Santa Marta, la Guajira y Valledupar. Fernández y los tintoreros ingleses de Frailee hablan en la década de los setentas, antes de que en la siguiente década se montara el estanco de palo de Brasil en Santa Marta; por lo que es comprensibles desconocimiento sobre el palo de Brasil de la Nueva Granada. Allí, los funcionarios y comerciantes no eran completamente ajenos a estos problemas de calidad. En 1775, Julián de Arriaga, encargado del acopio de maderas en la provincia de Santa Marta, escribe al Virrey Manuel Guirior sobre las dificultades del corte de las maderas pedidas desde Cádiz. Dice que hay muchas maderas de baja calidad cuya extracción puede ser tan costosa que no valga la pena y que es mejor enviar al monte un “sujeto inteligente” que pueda distinguir las de buena calidad. Dice además que es difícil encontrar las piezas de las dimensiones que se piden en Cádiz “sin trajinar muchos montes, pues los árboles no son tan corpulentos”. Termina lamentando que las únicas maderas de buena

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298 (Fairlie, 1965, pp. 488-495)299 (Mellor & Cardwell, 1963)300 (Fairlie, 1965, p. 499)

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Calidad y cercanas a la costa se encuentran en el golfo del Darién, pero estos territorios

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