El mundo mágico de Bellas Artes
Montserrat GarridoReseña16 de Marzo de 2017
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El mundo mágico de Bellas Artes
El Palacio de Bellas Artes, en sus inicios fue el antiguo Teatro Nacional, pero se pensó en agrandarlo en 1901, bajo el mando del arquitecto italiano Adamo Boari. Su construcción comenzó en 1904, pero abarco desde el régimen de Porfirio Díaz hasta la Revolución Mexicana. Adamo Boari se basó en el Art Novo para el diseño.
Anteriormente ya había visitado el Palacio y siempre me ha parecido que es una de las más hermosas construcciones que hay en todo el país, pero jamás me detuve a mirarlo con atención y delicadeza, observando cada uno de los detalles que componen la entrada principal, noté desde hace tiempo las esculturas ubicadas en los costados del portón, pero su significado real, nunca lo supe.
El 24 de Septiembre, por fin descubrí lo increíble que es en realidad el Palacio de Bellas Artes, gracias a los vastos conocimientos que la Profesora Ana Barón nos brindó acerca de su creación y del significado de los elementos que conforman la construcción.
Recuerdo que hablamos de muchos aspectos de la fachada, las estatuas, los mascarones en el balcón, la cúpula del monumento, las figurillas de las puertas, los cuatro pegasos en la explanada, pero las figuras de las mujeres a los costados de la puerta principal, llamaron mucho mi atención. Del lado izquierdo se ubicaban dos mujeres, las flores que llevaban a lo largo del cuerpo, representaban la juventud, la inmadurez, la inexperiencia, y del lado derecho yacían otras dos mujeres, sin embargo ellas representaban la madurez al no llevar flores en el cuerpo, debajo del pie de una de ellas, estaba un balón, según lo que nos explicaron, el esférico simbolizaba el recorrido, es decir la trayectoria que ambas mujeres tenían.
Con esta primera introducción ya estaba encantada, al ingresar al Museo, logré captar que Federico Mariscal fue quién elaboró el diseño interior. Más adelante, antes de subir las escaleras, en el techo, una alusión al sol daba el toque a todo el panorama de la primera sala.
Posteriormente, el primer mural que analizamos fue El hombre controlador del universo por Diego Rivera, fue el primero y fue mi favorito, la forma en la que está elaborado y la explicación que nos dieron fue lo suficiente para que me enamorará del mural. El hombre en el centro y la sociedad capitalista por un lado, y la socialista por otro, dos visiones del mundo completamente distintas y juntas al mismo tiempo en las cuales, una no puede subsistir sin la otra. La profesora Ana, nos dijo que Diego Rivera tenía dos maneras de firmar sus obras; escribir su nombre, o representarse en el, aquí estaba él representado dentro del mural; un pequeño niño de la clase capitalista con un perico posando en su antebrazo.
Otro mural que me atrapó fue La nueva democracia por David Alfaro Siqueiros, en el centro de dicha obra un individuo con cuerpo de mujer y rostro de hombre con grilletes atados a sus manos, pero libres al mismo tiempo pues, no los sujetaba a nada, significaba la liberación hacia una nueva forma de gobierno.
Más adelante tres nuevos murales de Diego Rivera, La dictadura, Danza de los Huichilobos y México Folklórico y turístico, no eran más que una sátira de los dictadores de ese tiempo, y una especie de broma a la sociedad mexicana.
Al lado, un mural de José Clemente Orozco titulado Catarsis, donde los excesos de la población eran evidentes, la ‘Chata’ una traficante de los años 30 y 50, era la máxima figura de la obra que representaba las exuberancias de la comunidad.
Otro de mis murales preferidos del recorrido fue el Tormento de Cuauhtémoc de David Alfaro Siqueiros, donde la crueldad vivida durante la conquista española fue plasmada en la obra con elegancia y delicadeza, la Malinche, aparecía en el lado de los españoles, y era la única a la que se le apreciaba el rostro, eso significó para Siqueiros que fue una traidora.
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