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GLOSAS


Enviado por   •  26 de Abril de 2015  •  Informes  •  438 Palabras (2 Páginas)  •  144 Visitas

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En un día como hoy, 17 de septiembre, pero del año 1224, San Francisco de Asís recibió la gracia más grande de su vida.

Desde su conversión a Dios no descansó un segundo de meditar y predicar el Evangelio con su vida y su palabra.

Muchos hermanos lo seguían, pero no siempre estaban de acuerdo con su forma estricta de vivir el Evangelio. Apenado y triste por este hecho decidió orar con más fuerza a Dios.

Dos días antes de su muerte, se alejó al Monte Alvernia, para entregarse totalmente a la oración y haciendo ayuno durante 40 días. De rodillas, orando con los brazos abiertos, llegó el amanecer, y se le apareció un ángel, que luego de conversar con él partió dejándole unas cicatrices en su cuerpo, en las manos, en los pies y a su costado.

Francisco, que tanto deseaba asemejarse a Cristo, con este rasgo se identificó más a Cristo crucificado.

Cada uno de nosotros llevamos también sobre nuestro cuerpo la santa señal de los cristianos. Hemos sido ungidos, sellados y marcados con la señal salvadora de la Cruz en nuestro pecho y en nuestra cabeza al recibir el santo bautismo.

El proyecto de vida de Francisco se concentra en la vivencia y proclamación del Evangelio; por lo tanto su proyecto consiste en una forma de vivir en el mundo, el Evangelio.

Más que una norma a la que se obedece, es una propuesta de vida que lo hace feliz, que lo realiza como persona.

La espiritualidad de los franciscanos la podemos encontrar resumida en estas palabras de San Francisco: "La Regla y vida de los Hermanos Menores es esta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad".

Hoy también es un día de gozo y alegría para nuestra comunidad religiosa, ya que las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas van a renovar sus votos en la misa de esta tarde en la Capilla del Colegio.

Vamos a pedir al Señor que encienda nuestros corazones con el fuego de su amor y nos otorgue la gracia de llevar pacientemente la cruz de cada día.

Digamos con fuerza y orgullo la oración Simple que nos dejó San Francisco:

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:

Donde haya odio, ponga yo amor,

Donde haya ofensa, ponga yo perdón,

Donde haya discordia, ponga yo unión,

Donde haya error, ponga yo verdad,

Donde haya duda, ponga yo la fe,

Donde haya desesperación, ponga yo esperanza,

Donde haya tinieblas, ponga yo luz,

Donde

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