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Jorge Tellier


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2013  •  385 Palabras (2 Páginas)  •  340 Visitas

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Jorge Teillier Sandoval (Lautaro, 24 de junio de 1935 - Viña del Mar, 22 de abril de 1996) fue un destacado poeta chileno de la llamada generación literaria de 1950,1 creador y exponente de la poesía lárica.

Era hijo de Fernando Teillier Morín y Sara Sandoval Matus, nieto de los colonos Georges Teillier Panellier (nacido en Ruffec, Charente) y de Melanie Morin, que habían llegado desde Francia décadas atrás a esa región.

Su infancia transcurrió en el sur de Chile, en la Araucanía. Desde su infancia, coincidente cronológicamente con la segunda guerra mundial, la vida cotidiana del autor estuvo ya marcada por el contacto directo con la naturaleza y una forma de entender la tradición capaz de articular en un mismo enfoque rasgos culturales, sociales e históricos chilenos, franceses y mapuches. A la ascendencia francesa del autor, se acopló la tradición mapuche, y prontamente, a través de la literatura, un sentido aún más universal.

Dice Teillier: "No recuerdo haber intentado escribir poema alguno hasta los doce años de edad. La poesía me parecía algo perteneciente a otro mundo y prefería leer en prosa. Leía como si me hubiesen dado cuerda".2 Pero aunque desde los 12 años escribía prosa y poesía, fue a los 16, en la ciudad de Victoria donde escribió, su "primer poema verdadero", o sea, explica Teillier, "el primero que vi, con incomparable sorpresa, como escrito por otro".2 Gran parte de los poemas que componen su primer libro, Para ángeles y gorriones (1956), nacieron "sobre el pupitre del liceo".

De su época liceana —especialmente fecunda para el novel autor, que colaboró activamente en diversas publicaciones locales, con poemas o pequeñas crónicas que en buena medida anticipaban el particular universo poético que más tarde consolidaría en sus libros—, recordará en 1968: "Mi mundo poético era el mismo donde también ahora suelo habitar, y que tal vez un día deba destruir para que se conserve: aquel atravesado por la locomotora 245, por las nubes que en noviembre hacen llover en pleno verano y son las sombras de los muertos que nos visitan, según decía una vieja tía; aquel poblado por espejos que no reflejan nuestra imagen sino la del desconocido que fuimos y viene desde otra época hasta nuestro encuentro, aquel donde tocan las campanas de la parroquia y donde aún se narran historias sobre la fundación del pueblo".2

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