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Julie's Novel

Filins31 de Julio de 2014

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Julie no se consideraba una persona especial y tampoco consideraba que lo que hacía era algo especial sin embargo de alguna manera ella quería hacer algo por las personas que eran vagabundas, el día que Julie ayudó a un hombre vagabundo nunca se imaginó que esa fachada de barba, bigote y pelo largo además de la ropa se escondía un hombre multimillonario.

Frederick era el hombre más afortunado de la tierra, tenía riqueza, y una posesión muy elevada sin embargo, aquello no le llenaba de felicidad, había algo que le hacía falta, su condición económica y le era de atracción a mujeres caza fortunas, lo único que él quería era encontrar la felicidad verdadera.

Capituló uno

Julie observaba desde su ventana, como la lluvia caída incesante, seguramente era una de esas horribles tormentas que se habían anunciado en la radio y en la televisión, Julie suspiró y se levantó de su cama probablemente su cama estaba tan caliente que se le hizo difícil decidirse, su pequeño apartamento tenía buena calefacción, se dirigió a la pequeña cocina y abrió la gaveta sacando el café para tomar, una buena taza le sentaría muy bien para un día muy frío y lluvioso.

Puso el agua en la cafetera y se dirigió al baño, se contemplo en el espejo, Julie siempre había tenido un complejo por su apariencia, ella siempre pensó que no era hermosa, cuando era una niña sufrió de Bulimia y anorexia, y ella aún pensaba que no era hermosa así como era, su cabello era Castaño y su piel blanca estaban marcadas por unas mejillas rosadas, sus ojos eran grandes y avellanados, sus padres siempre le decían que era hermosa, sin embargo a su edad aún permanecía soltera.

Bueno no era que se consideraba vieja, ella apenas tenía 22 años por lo tanto estaba a tiempo de conseguir al hombre indicado, su hermana France era hermosa es lo que siempre decía, que era hermosa, cabello castaño claro, alta y con un porte elegante, no era como ella bajita y algo llenita .

Ella siempre había soñado un casarse de blanco, e incluso de formar una familia, los sueños eran sólo sueño se dijo a sí misma, decidida a apartar los recuerdos amargos tenía que alejar esos pensamientos y pensar en lo que más le gustaba hacer, era Navidad y ella había aceptado un trabajo como voluntaria en un refugio de Heidelberg, Alemania. La problemática que existía en la ciudad era el gran número de vagabundos sin hogar, viviendo en los parques, sufriendo hambre y frío.

Julie no tenía corazón para ver algo así, era muy triste, es por eso que ella decidió ser voluntaria de un hogar que se dedicaba a brindarle comida caliente y un techo donde vivir temporalmente.

El gobierno y la gente de mucha influencia económica no le daba importancia a estos centros, ¿Cómo iban a pensar en ellos, cuando a ellos no le hacían falta nada?.

Si al menos hubiera un poco de conciencia por parte de la gente millonaria, habría un equilibrio estable y de alguna manera disminuiría la población de vagabundos en las calles, el aroma del café recién colado la sacó de sus pensamientos, y se apresuró a invertir el café en una taza de porcelana blanca, se hizo dos tostadas con jalea de uva y desayuno rápidamente, el día iba a ser algo movidito luego se fue a su cuarto se vistió rápidamente y salió de su apartamento.

Tan pronto estuvo fuera sintió un frío que se le filtrara hasta los mismos huesos, Julie ajustó su abrigo de tal manera que pudiera protegerse del frío invernar y caminó hacia la estación que la llevaría a cuatro calles más adelante.

Julie pensó que por algún motivo éste sería un día diferente.

Frederick Smith lo tenía todo dinero, una mansión, una empresa exitosa. Como hijo único de Burke Smith había heredado la fortuna de sus padres ahora que estaban muertos, pero la vida de Frederick no era felicidad como él pensaba, ni aquellos lujos que le rodeaba le daban la sensación de paz y tranquilidad.

La vida social o más bien en el círculo social donde él se movía no era más que una fachada de gentes que se aman así mismo, sin importarle el sufrimiento de los demás, como pocos de los ricos y era así que se podía llamar, él era muy diferente, de hecho le gustaba donar dinero a las personas que no tenían nada.

Frederick ser crio en un barrio muy pobre, sabía perfectamente lo que era no tener nada para comer, recordaba las Navidades que a pesar de que su padre no ganaba lo suficiente para atraer algo digno de comer, lo que podía llevar, él lo traía con un rostro lleno de amor y de ternura, su padre amaba a su familia, y él se sentía orgulloso de donde él vino y lo que tenía era porque su padre había trabajado duro para acumular la fortuna que ahora él poseía.

Fueron años de trabajo constante sin descanso, porque siempre su padre le decía que antes de morir él quería que al menos tuviera algo y así fue, 32 años trabajando para su familia hasta que al fin logró fundar una fábrica de vinos.

Lo único que Frederick esperaba era casarse con una buena mujer que lo quisiera, no era que él fuera tan feo, al contrario él era atractivo a tal magnitud que volvía locas a todas las mujeres incluyendo a las de mayor edad.

Todas las que se acercaban querían vivir una vida de lujo, de joyas de viajes era como si quisieran pasearse como un pavo real agitando coquetamente las alas, sumergido en sus pensamientos al instante miró hacia la gran ventana de cristal de su oficina y vio una joven que le llamó la atención ¿quién sería? En ese instante por algún motivo desconocido quiso conocerla

Capítulo dos

Julie jamás había sentido un frío tan espeluznante como lo sentía ahora, a pesar que su abrigo era bastante grueso para mantenerla caliente, en esos momentos no era de buena ayuda, pero que podía hacer hubiera querido quedarse en su apartamento ,avanzó por las heladas calles de la ciudad, la ciudad estaba completamente adornada y en cada poste de luz había unos aguinaldos y muchas bombillas, por las noches era un buen espectáculo porque cuando se prendía las bombillas la ciudad brillaba en todo su esplendor.

―Buenos días señorita-un vagabundo que pasaba la saludó con mucha cortesía.

―Buenos días Isaac- Julie se volvió a saludarlo. ―Te espero esta noche.

―Ahí estaré como siempre señorita. ―y el vagabundo sigo empujando un carrito que llevaba muchas cajas vacías, Julie lo miró con ternura, su amor por lo desvalido era un punto débil para ella, no era que ella tenía una vida cómoda y del lujo, pero si consideraba que lo que ella tenía le bastaba para vivir, ella vivía en un departamento pequeño y ni siquiera ganaba tanto para sostener las múltiples deudas que tenía, sin embargo eso no le hizo disminuir su espíritu navideño.

―Buenos días Han. ―Julie saludó al chofer que conducía el autobús que la llevaría hacia su destino.

―Buenos días Julie. ―contestó Han con su cordial sonrisa.

Era un hombre de 50 años de edad, casado con tres hijas y dos nietos, tal como todos ganaba su sustento de la mejor manera que podía hacerlo y era conduciendo el autobús, de hecho le gustaba mucho.

―¿Cómo está Lille?. ―Preguntó Julie porque sabía que su esposa estaba enferma.

―Está mejor por ahora, Sam la está cuidando. ―contestó con un tono de tristeza.

―Han, ella es fuerte lo va a superar confía en Dios. ―le dio unas suaves palmaditas y se ubicó en el asiento de siempre.

―Buenos días a todos.

―Buenos días. ―contestaron todos los pasajeros a coro.

El chofer puso en marcha el autobús, Julie miraba por la ventana en esa época las tiendas se llenaban de tantas personas, parejas con sus manos entrelazadas y en su rostro brillaba la felicidad, también pudo observar a un hombre gordo con vestuario que seguramente le habrá costado una fortuna, el hombre gordo miraba con desprecio y repugnancia a un pobre vagabundo que pedía limosna. ¡Qué tristeza le dio en su corazón! Julie sabía que no podía cambiar a muchas personas y mucho menos obligarlas a que tuvieran un poco de amor. No obstante lo que ella hacía, por muy poco que fuera le llenaba de satisfacción.

― Llegamos Julie.¬― anunció Han y abrió la puerta del autobús.

― Gracias Han, y feliz Navidad para todos.

― Igual para ti.

El refugió estaba ubicado en un barrio central de Heidelberg, el edificio no era muy grande, estaba pintado de blanco y color café, en el interior había una parte con 20 camas, y una cocina con varias mesas de plástico color blanco, Julie hubiera querido expandir el refugió y añadirle más camas, pero en fin se hacía lo que se podía. Y además el local no era de ella, sino de Sr Piller que se le había dejado para que usaran refugio

― Buenos días Julie.¬― La saludó Gea con su sonrisa deslumbrante.

― Buenos días Gea.¬¬― Julie fue directamente a su pequeña oficina.

― Estos son uno de los días más fríos. ― Comentó Gea que estaba apoyada en el marco de la puerta.

― Ironías de la vida, así es. ― Dijo con voz tensa.

― ¡Vamos Julie!, Hace todo lo posible por brindarle lo que puedes a todas estas personas.

― No es suficiente, y lo sabes-― Suspiró con cansancio.

Gea y Julie no sólo eran voluntarias del refugio, sino que eran muy buenas amigas, ella se conocían desde hace tiempo, y juntas compartían la misión de dar algo a los que no tenían nada.

― Lo sé, pero se hace lo que se puede y con lo poco que recibimos, ya sabes no todo el mundo es dadivoso.¬

― En efecto, a veces me dan las ganas…..

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