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Julio Cortazar


Enviado por   •  20 de Agosto de 2013  •  786 Palabras (4 Páginas)  •  248 Visitas

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ENSAYO DE CARTA A UNA SEÑORITA EN PARIS

JULIO CORTÁZAR

Carta a una señorita en París, en éste cuento hay pocos personajes, los cuales están poco descritos. Generalmente, se narra un hecho único “vertical”, con una introducción, un nudo y un desenlace. La temática de estos cuentos es producto de los sueños, por lo tanto muchos de ellos son fantásticos. Esa súbita introducción del elemento fantástico en un cuento que hasta aquel momento no lo es (ya que resulta creíble y realista) es una de las características de los cuentos de Julio Cortázar.

Ya desde el principio de la obra nos damos cuenta de que el personaje está en cierto conflicto: “yo no quería venirme a vivir a su departamento...”, pero en las páginas siguientes revela que había ido a la casa para descansar. Los síntomas de su conflicto, de su crisis, de su enfermedad moderna serían entonces: el cambio constante (cuando expresa que ha cerrado muchas maletas en su vida, y se ha pasado horas haciendo equipajes); la presión de su trabajo y todo lo que hacía en su tiempo libre (leer historia argentina por ejemplo), y a su vez, la mudanza (“esta mudanza me alteró por dentro”) a un ambiente ajeno, propiedad de una persona ausente y lejana (no sólo lejana físicamente, sino lejana en el sentido de que ella -Andrée - era de una clase social más alta, refinada y de cierto modo, inalcanzable). Asimismo, todas las cosas y objetos de la casa que él no puede tocar lo oprimen de alguna forma: “Y yo no puedo acercar los dedos a un libro...destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafío me pase por los ojos como un bando de gorriones”.

El personaje no puede hacerlo, pero los conejos sí. El conflicto interno que tiene el personaje le provoca una reacción corporal, que es la de vomitar el primer conejo en el ascensor para poder subir e instalarse en el departamento; según él, este acto es “un anuncio de lo que sería mi vida en su casa” (por la casa de Andrée). Recordemos que él expresa en el comienzo del cuento que no quería ir a vivir al departamento porque “le duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire...”. De este modo, los conejos parecen una especie de vacuna contra el orden que tanto molesta al personaje dentro del departamento (“Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia”). Se van multiplicando cada vez más para “atacar” al orden que resultaba nocivo para el personaje: juegan entre los objetos que él no puede tocar y que pertenecen a esa clase más alta que resulta inaccesible para él mismo (el cuadro de Miguel de Unamuno, los libros del anaquel -que son roídos por los conejos-, entre otros). Se puede decir entonces

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