Julio Cortazar

Julio Cortazar

Págs. 277

SINOPSIS

En esta obra, Julio Cortazar descifra a un hombre llamado Horacio Oliveira, y la Maga. Cada uno de ellos entrelazados por una historia de amor; Oliveira es un argentino emigrado a París y Maga una mujer uruguaya. En esa línea, ambos se vuelven vagabundos y frecuentan a un grupo de amigos denominados “El club de la serpiente”.

Oliveira, por un lado, es un hombre un tanto intelectual, que saca a relucir el miedo, la ignorancia, el deslumbramiento, y todos aquellos fetichismos con los que ha crecido desde pequeño. Teniendo en la vida un poco de orden que a la vez se va convirtiendo en un archivo monótono; él y su vida, él frente a los otros: un vago consciente de él mismo.

Para Maga, por el contrario, no existía el desorden, no tenía noción de la felicidad. Y con esa falta de conciencia, Oliveira se empezó sentir acorralado -entre la Maga y la noción- . Consideró que Maga y su hijo Rocamadour (su mundo) lo habían absorbido y era inevitable desear su independencia para sentirse libre; le molestaba la derrota – su libertad contra su ansiedad por ese mundo-. No podía aceptar lo que ocurría, sin intentar explicar, razonablemente, el desorden, la libertad y el universo.

Pese a ello, Oliviera y Maga eran la suma de una ilusión; para él, en París todo era Buenos Aires y viceversa. Además, había aprendido a no defenderse con la acumulación de «cultura», un truco de la clase media argentina, para sustraer la realidad y quedarse sin nada, sin el vacío que le rodeaba.

Oliveira, no quería caer el egocentrismo y aquellas formas que se configuraban cotidianamente; esa comprobación de la confianza que dan el intelecto, con frases como: «se lo digo yo», «si de algo estoy seguro», «es evidente que»; encontrando en contraparte, una apreciación desapasionada de la tolerancia, la duda inteligente y la oscilación sentimental.

En ese sentido, él había aceptado el hermoso interior de Maga; estaba feliz de saber que ella creía lo que él decía sin tomarse el tiempo y comprobarlo. Aunque ella le hablará en un lenguaje tonto y misterioso; se le pasaran los vasos de cerveza y le tuviera que explicar las cosas una y otra vez sin que le pudiese entender. Era feliz al esperar que Maga hiciera las cosas de manera incorrecta o ignorara las cifras.

El club, por su lado, sabía que la presencia de Maga era inevitable y natural. Dentro del grupo, Oliveira se daba cuenta de que prefería ver a sus amigos por separado. En tanto, cuando la Maga preguntaba algo: una fecha o una explicación, las proporcionaba sin ganas, pero se tomaba el tiempo de hacerle saber la diferencia entre conocer y saber, y la instruía en ejercicios mentales; sin embargo, no obtenía éxito y poco

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