La Depresion Y La Homosexualidad

La depresión y el homosexual

Todo ser humano ha experimentado alguna vez en su vida la depresión, un estado de la mente en el que la persona se siente insuficiente, teme cambios en su vida y pierde o tiene miedo de perder algo muy importante o querido.

La depresión es un estado de tristeza extrema en el cual la persona que lo padece no tiene el conocimiento para salir de tal situación, pues cada vez que lo ha intentado se topa con un nuevo fracaso ante el cual se siente frustrado y reafirma aquello que teme: no poder contra los retos de la vida.

Evidentemente, la persona se siente fracasada y regresa al bache del cual no ha podido salir para, en el mejor de los casos, resignarse a vivir una vida oscura y sombría.

Hay quienes intentan cambiar la situación mediante su propia extinción al considerar que el mundo seria un mejor lugar sin él o sin ella, pues cree que nada ni nadie se preocuparía si dejara de existir.

Lo anterior constituye una mentira, la cual queda en evidencia en un proceso terapéutico, toda vez que la persona descubre que al momento de intentar salir adelante se ha impuesto retos demasiado grandes, es decir, ha querido correr cuando en ese momento lo mejor que podría hacer es gatear.

La depresión está relacionada con la pérdida de la esperanza. Cada uno de nosotros la experimenta de una manera u otra, pues ponemos nuestras esperanzas o sueños en las cosas que deseamos tener o alcanzar.

Siendo nuestro mundo un entorno de competencia, la depresión se ha vuelto una de las enfermedades que forma parte de la vida cotidiana para los seres humanos y es común que las personas consideren “normal” sentirse deprimido o ver a otros deprimidos durante algún tiempo.

Estar deprimido es normal cuando existen razones de peso para estarlo, como cuando perdemos a un ser querido o cuando somos despedidos de un empleo.

En estos casos el estado depresivo es denominado luto y constituye una etapa de crisis que brinda la oportunidad de organizar un cambio en la vida y en la manera de ver las cosas, es un proceso completamente natural. En esta etapa, el hombro de la pareja, un amigo o familiar puede ser de gran ayuda.

Sin embargo, cuando una persona lleva ya dos o más semanas en las que su estado anímico no cambia, va arrastrando una cara larga, no disfruta absolutamente de nada, le cuentas un chiste y apenas te hace una mueca o te manda a freír espárragos y ninguna actividad le parece adecuada, estamos hablando de un estado depresivo que puede ir de lo leve a lo moderado.

Los síntomas

• Desinterés por las cosas que antes le gustaban.

• Afecciones en las horas de sueño (dormir menos

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