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La calavera


Enviado por   •  22 de Enero de 2014  •  Informes  •  484 Palabras (2 Páginas)  •  240 Visitas

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La calavera les ofrecía una sonrisa ladeada, como si estuviera invitando alegremente al trío a unirse a ella para toda la eternidad.

--Parece que no somos los primeros --murmuró Sadun Tryst. El veterano y fibroso guerrero le dio unos golpecitos con la punta de su cuchillo, haciendo que el descarnado centinela se balancease. Detrás de la macabra visión, podían distinguir la escarpia que había atravesado la cabeza de su predecesor y lo había dejado colgado hasta que el tiempo había hecho que todo, a excepción de la cabeza, cayera al suelo hecho un confuso montón.

--¿Acaso creías que íbamos a serlo? --susurró una figura alta y encapuchada. Si Sadun tenia un porte esbelto, incluso aristocrático, Fautzin parecía casi cadavérico. El hechicero Vizjerei se movió como un fantasma mientras tocaba la calavera, esta vez con el dedo de una mano enguantada--. Pero esto no es cosa de hechicería. Sólo un trabajo de torpe pero eficaz mecánica. Nada que debamos temer.

--A menos que sea tu cabeza la que se clave en el siguiente poste.

El Vizjerei se tironeó la fina perilla gris. Sus ojos, ligeramente sesgados, se cerraron una vez como si reconocieran la verdad de la última afirmación de su camarada. Si el semblante de Sadun recordaba más bien al de una comadreja poco digna de confianza --y algunas veces la personalidad no le iba a la zaga--, Fautzin se asemejaba más a un gato consumido. La protuberancia que tenia por nariz, en constante agitación, y los bigotes que asomaban por debajo de aquella nariz no hacían sino contribuir a la ilusión.

Ninguno de los dos era reputado por su pureza, pero Norrec Vizharan le hubiera confiado su vida a cualquiera de ellos... y de hecho lo había hecho en varias ocasiones. Mientras se reunía con ellos, el veterano guerrero miró hacia delante, donde una vasta oscuridad anunciaba una cámara de gran tamaño. Hasta el momento habían explorado siete diferentes niveles y, curiosamente, los habían encontrado vacíos de todo salvo de las más primitivas trampas.

También los habían encontrado vacíos de cualquier tesoro, una tremenda decepción para el diminuto grupo.

--¿Estás seguro de que no hay hechicería aquí, Fauztin? ¿Ninguna en absoluto?

Los rasgos felinos, medio escondidos bajo la capucha, se arrugaron un poco más, ligeramente ofendidos. Los amplios hombros de su voluminosa capa conferían a Fauztin una apariencia llamativa, casi sobrenatural, en especial porque superaba en estatura al más musculoso Norrec, que en absoluto era un hombre pequeño.

--¿De verdad tienes que preguntarlo, amigo mío?

--¡Es que no tiene sentido! ¡Aparte de unas pocas trampas patéticas, no hemos encontrado nada que nos impida alcanzar la cámara principal! ¿Por qué molestarse en excavar

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