La esmeralda sagrada

La esmeralda sagrada

Había una vez una muchacha de 15 años de nombre Wiñay cusi elegida por Huáscar para formar parte del monasterio de vírgenes, mandadas por la abadesa para venerar al padre sol, con inciensos fogatas y sacrificios. Pasados varios años de estos rituales, una mañana desembarcaron en la isla de las vírgenes, los guardias, como Pumayo y el anciano Paulu tupac, hombres de la confianza de Huáscar para hablar con la abadesa sobre el arresto del soberano por su hermano Atahualpa de pronto el anciano saco una esmeralda de entre sus vestiduras indicando que era un regalo de la madre de Huáscar para el mismo que era codiciado por Atahualpa desde hace ya muchos años y que Huáscar prefería sufrir cualquier castigo antes de entregarle la esmeralda, que fue exactamente que por eso prefería dársela a la abadesa que juro cuidarla con su vida. A la muerte de Huáscar, Atahualpa tomo el control y pasada la fiesta del inti-raymi el ordeno que todos salieran y pregunto por la esmeralda mandando a buscar dichosa joya pero todo fue inútil ya que estaba segura donde la abadesa. Hasta que Pumayo hablo sobre el paradero de la joya porque Atahualpa lo ascendió de cargo.

Atahualpa partió de inmediato a la isla de las vírgenes y dio comienzo al interrogatorio pero la abadesa confió la piedra, al descubrir la traición de Pumayo, a Wiñay cusi para esconderla de Atahualpa, ella corrió temerosa por su vida y llego a un lugar seguro y escondió la piedra en una excavación envuelto en el pasto verde, hasta eso Atahualpa sometió a la abadesa amarrándola y lanzándole sobre tizones ardientes para así ella revelase el paradero de la esmeralda, en su último suspiro busco a Wiñay cusi pero ella al ver esta situación se arrancó los ojos para no ver el sufrimiento de las demás. Entonces Atahualpa con mucha ira, ordeno matar a las vestales jóvenes de esa isla.

Atahualpa vio a Wiñay cusi y la interrogo pues era la que le faltaba y fue ella quien le aviso que conocía el destino de dicha piedra pero necesitaba ojos para indicar su paradero, Atahualpa la encerró en una celda a la espera de que encuentren nuevos ojos para Wiñay cusi. Después de varias semanas de ponerle los ojos incorrectos, al fin un adivino encontró los ojos correctos que al colocárselos a ella se tornaron del color de la esmeralda con un misterioso fulgor, Atahualpa le pregunto dónde estaba la joya al que ella contesto que la esmeralda había brotado en sus ojos, además de un presagio sobre su muerte y la desgracia que caería sobre su pueblo a mano de los españoles a lo que Atahualpa mando a dar muerte a Wiñay cusi.

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