La naturalidad

El ser humano es en esencia un ser social, alguien que necesita mantener relaciones grupales para poder sobrevivir y como ya es conocido por muchos, la comunicación es el proceso que relaciona a los individuos por medio de símbolos conocidos por ellos; una forma de comunicación importante es la oratoria que sirve para que el orador tome una serie de actitudes, así como de técnicas verbales y no verbales, para influir sobre un determinado grupo de personas, con la intención de que piensen, sientan y actúen de una manera previamente establecida. La Oratoria es un poderoso recurso de trasformación personal y grupal. Su uso consciente y ético puede crear beneficios, aunque su uso ciego y pragmático puede, por contraste, convertirse en arma para oprimir, manipular o dominar, lo cual sería una forma sutil de violencia.

Un buen orador es un líder potencial con la capacidad para conducir a otros hacia la libertad, la igualdad, la paz, la autoconfianza, la justicia y la productividad, y no hacia la senda de la limitación, la coacción, el servilismo y la degradación. El objetivo de la oratoria es el que el orador aprenda a relacionarse creando un vínculo transitorio o verdadero, expresarse exponiendo o compartiendo sus ideas o sentimientos y a influir modificando la percepción, actitud o formas de actuar de los interlocutores. Para esto el orador debe tomar en cuenta que para alcanzar un nivel óptimo en su comunicación debe de seguir las siguientes bases de la oratoria eficaz: como lo es la coherencia ya que esta es la capacidad de iniciar, continuar y culminar la exposición de un tema sin perder el sentido de la idea principal ni romper el hilo temático; dado q la coherencia permite que el oyente capte fácilmente las ideas en forma ordenada, sin tener que realizar esfuerzos intelectuales.

La naturalidad: por esta entendemos que es una actitud basada en la autenticidad y no en la pose. El orador de comportamiento natural es percibido como un comunicador relajado y seguro de sí mismo, como alguien q se siente cómodo siendo quien es, y que no intenta aparentar algo distinto. La claridad se refiere a la claridad mental o claridad en las ideas, ya que es necesario y conveniente saber antes lo que se diría, debido a que hay que tener bien claras las ideas que serán expuestas y desarrolladas durante el discurso. La sencillez esta se refiere a la comprensibilidad; lo que indica que el orador debe expresarse en un lenguaje entendible para todos o al menos para la mayoría del público. La elegancia es la forma de expresar lo que pensamos, puede ser tan o más decisiva que el propio contenido. Nadie excepto el público exclusivamente desinteresado, desea escuchar a un orador que carezca de la capacidad de dar belleza a sus palabras y frases al momento de emitirlas. Esto quiere decir que todo orador para transmitir su elegancia debe combinar un vocabulario adecuado, entonaciones apropiadas, buena dicción y lenguaje corporal congruente con la personalidad del orador, el contenido del discurso y las expectativas del público. El impacto si pensamos que tenemos algo importante que decir, es conveniente encontrar formas impactantes de decirlo, a fin de que sean escuchadas, aceptadas y recordadas.

Hay varios elementos que pueden ayudarnos a ampliar el impacto de nuestra presentación: una imagen atractiva, un agradable tono de voz, un contenido temático actualizado útil, argumentos lógicos y ejemplos claros, una forma elocuente de exponer el tema y sentido del humor. Lo esencial es tocar el corazón de los oyentes y relacionar los distintos aspectos del tema con sus necesidades. La fluidez hablamos de fluidez en el sentido de la facilidad con la que son emitidas las palabras y frases por parte del orador. Para que el público perciba la comunicación del orador como fluida, este deberá expresarse de manera moderada, sin rapidez ni lentitud, y sin hacer pausas muy largas o frecuentes. La concisión cuando usamos este término estamos refiriéndonos a la capacidad de seleccionar y expresar lo prioritario, lo valioso, lo esencial del tema que se diga para exponer.

Para lograr una verdadera concisión debemos evitar lo redundante, lo inexpresivo y lo artificioso, es decir lo que no despierta interés verdadero en el público. La imagen del orador también es muy importante ya que es frecuente que en una relación entre orador y público, el grupo vea al orador antes de oírlo hablar. Por lo tanto, se hace indispensable que este ofrezca una imagen que satisfaga o al menos no contradiga las expectativas de sus interlocutores. El orador debe tener una clara conciencia de su imagen: Antes de presentarse ante el público es posible crear una imagen positiva del orador antes de que sea visto por el público ente el cual hablara. Esto se logra haciendo publicidad previa a la presentación. Durante

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