Los Valores

LOS VALORES HUMANOS

Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en las distintas épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no se puede enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuosas según la concepción que tuvieron los griegos de la antigüedad. Es precisamente el significado social que se atribuye a los valores uno de los factores que influye para diferenciar los valores tradicionales, aquellos que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o principios religiosos, y los valores modernos, los que comparten las personas de la sociedad actual

El ser humano esta constituido por conjuntos de valores que se une con el pasar del tiempo, porque se tiene que pasar por etapas que nos da la vida: estar en el colegio, tener amigos, accidentes, tener una familia, tomar decisiones, priorizar eventos; vivencias que forman valores y sentimientos: capaces de amar, creer, la felicidad, comunicarse, aprender y tantos otros valores que vamos formando con los años.

En la sociedad se presentan serios problemas de conducta, y las personas que pertenecen a una sociedad en países subdesarrollados tienen una característica que permita identificarnos con facilidad; como es lógico no es posible estandarizar los parámetros que rigen la conducta; sin embargo, es posible endurecer la misma. Construyendo parámetros ideales que encaminen los actos al bien común.

Hoy en día las instituciones de la ley deben asumir unas series de responsabilidades cuando desarrolla sus funciones dentro de la misma, para cumplir eficientemente con la misión y visión que tiene la Instituciones, en donde se asegura que cada persona se desenvuelva en un ambiente caracterizado por la coherencia y la vivencia de valores que se ha convertido en una prioridad alcanzable sólo a través de un decisivo proceso de transformación cultural sino en la vida personal.

En la sociedad los valores, normalmente se entienden como valores éticos o morales; y tal vez, el error fundamental cuando se habla sobre este tema radica en que se centran en los valores universales de la ética (honestidad, el respeto, la solidaridad) y no en la jerarquía de valores que debe predominar en un grupo social o en una organización, de tal manera que si bien se enseñan valores, poco énfasis se hace si estos valores predominan por encima de los valores económicos, valores estéticos, dirigidos a la armonía, la belleza y el orden, valores sensibles, aquellos relacionados con el agrado que genera una determinada actividad; valores vitales, asociados al bienestar en términos de salud, vigorosidad o productividad; valores intelectuales, que le conducen a la búsqueda permanente del conocimiento; valores éticos, que definen el “bien moral” del obrar humano; y, por último, valores de lo santo, o el sumo bien; de esta forma dependiendo del predominio de valores que la persona asuma se va a ver impulsado a actuar.

Todo esto conlleva la importancia de reflexionar sobre el efecto de los valores en el comportamiento cotidiano de los individuos y en sus formas de relación. La motivación profunda de la conducta humana está relacionada siempre con el valor implícito en la decisión de esa actuación, porque son justamente los valores quienes nos empujan a actuar de una manera determinada. Esto quiere decir que, dentro de la categoría citada, no pueden considerarse unos valores mejores que otros, pero sí se puede afirmar que la satisfacción generada por algunos de ellos, es más duradera y edificante que la de otros.

De acuerdo a lo anterior se puede decir que los valores son cualidades independientes; es decir, intangibles y, por lo tanto, requieren de objetos depositarios para poder ser captados por el individuo, quien les confiere así la característica de “bien”; el valor no “es” sino que vale, y vale con pertenencia al bien en el que se deposita. Los valores son, entonces, cualidad pura y llevan implícito que la forma de acceso a los mismos, se da a través del descubrimiento intuitivo y no desde la construcción de lo valioso.

Una persona que toma decisiones exclusivamente basada en los valores sensibles o vitales tendrá una conducta cambiante e impredecible, dependiente precisamente de la satisfacción que le producirá la nueva situación o las mejores condiciones que le generará. Pero cuando la persona se inclina por valores intelectuales, estéticos, éticos o santos, sus decisiones frente a cualquier circunstancia serán más coherentes y predecibles, al mismo tiempo que brindarán mayor sensación de transparencia.

Esto quiere decir que los valores no se fabrican sino que se descubren en el mundo; que cada persona tiene su propia jerarquía de valores pero que esta priorización puede cambiar dando prioridad a aquellas categorías que otorgan mayor sentido al actuar humano y que, una Institución movilizada por valores de este tipo es eficiente, comprometida, altamente productiva y absolutamente humana.

Por ello, todo proceso de transformación cultural debe movilizar cambios profundos en las personas a través de una reflexión permanente sobre los valores, por cuanto todo ser humano encuentra sentido a su vida en la medida en que puede realizar valores. El sentido de la vida sería entonces, la motivación básica de la existencia humana.

Día a día los valores están

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