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Monólogo De Un Asesino


Enviado por   •  6 de Octubre de 2013  •  401 Palabras (2 Páginas)  •  1.544 Visitas

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MONOLOGO DE UN ASESINO

He matado a muchas personas, todas ellas antes de morir me decían “no me mate señor, no me mate” jajajaja, eso era aun mas inspirador para mi, esos gritos eran dulce música para mis oídos. Pero yo no mato por matar, a mi me apasiona sentir y saborear su sangre, esa sangre que fluía por sus venas y ahora se derrama en el piso como un rio misterioso y silencioso.

Yo soy un gran asesino, no tengo ni dios ni religión, no creo en eso. Mi vida es triste y oscura a pesar de que lo tengo todo a la vez no tengo nada. Tengo una gran mansión por casa, se la robe a un estúpido que me quedo viendo mal, jajajaja un hijo de papi. En mi mansión se oyen armoniosos coros diciendo “nooo me mates por favor” y a veces se sienten en la noche como si fuesen fantasmas.

No me asusta la idea de que me agarren esos bastardos policías, ya me he escapado muchas veces y nunca me han localizado. Para esta afición tienes que ser el maestro del disfraz, en la calle soy uno de ustedes un cualquiera, pero en mi mente ustedes son simples cucarachas esperando el dia en que yo las aplaste y las haga morir.

Para la mí la muerte tiene que llegar de alguna manera, un dia me llegara a mí y otro dia le llegara a otro, pero yo tengo la vida de unos en mis manos, no soy dios ni tampoco finjo serlo solo soy un personaje en este cuento de muertes y mentiras que solo trata de tener una vida diferente a la de los demás.

Sin conciencia asesino a quien se me atraviese, no me detiene nada ni nadie. No soy como los otros que asesinan por necesidad, en vez de ponerse a trabajar, ni siquiera se les podría decir asesinos solo son unos simples bobos que matan por ganar algo.

Esta afición me llego gracias a mis compañeros de colegio, aun me acuerdo cuando mate a todos esos bobos, mientras los demás se quemaban en el aula la profe por la ventana se tiro para salvarse y después de eso ya no ha vuelto a andar. Desde ahí me empezó a gustar la sinfonía irresistible de los gritos. En este punto uno se pregunta ¿Quién tiene nuestra vida y salud en sus manos?

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