Juarez Asesino
abecerebro4 de Septiembre de 2013
3.583 Palabras (15 Páginas)421 Visitas
Juárez Asesino
Por: Juan Bosco Abascal Carranza
En 1904 y 1905, aparecieron dos libros escritos por Francisco Bulnes, en que denigraba la participación y herencia históricas de Benito Juárez.1 Convertido en eco de los detractores políticos de aquel estadista oaxaqueño, repitió la sentencia escrita por Ignacio Ramírez en 1872 a la muerte del patricio: "¿Dónde están los títulos que acreditan la grandeza de Juárez? La escasez de vergüenza y patriotismo es la única herencia que nos ha dejado. En aquel hombre sólo había pequeñez".
Bulnes sumó otros dos cargos: el de impostor que cobijó siempre su gloria con la sabiduría que emanaba de los políticos que le rodearon; y aquel que no podía faltar, el estigma de pertenecer a la raza indígena. El historiador criollo le consideró un miembro atrasado de su raza que fue empujado, más allá de su capacidad, por el impulso de la Reforma:
"El temperamento de Juárez fue el propio del indio, caracterizado por su calma de obelisco, por esa reserva que la esclavitud fomenta hasta el estado comatoso en las razas fríamente resignadas... El aspecto físico y moral de Juárez no era el de apóstol, ni el de mártir, ni el de hombre de Estado, sino el de una divinidad de teocali, impasible sobre la húmeda y rojiza piedra de los sacrificios".3
Y como suele suceder con todos aquellos que quieren regañar o enterrar a los muertos para siempre, el ataque de Bulnes fue un tiro por la culata que devolvió actualidad al acusado y porvenir promisorio y lisonjero a su memoria. Una gran cantidad de plumas se volcaron para rebatir al escritor, entre ellas las de Justo Sierra y Andrés Molina Enríquez.4 La celebración centenaria del natalicio de Juárez en 1906, si bien había iniciado con malos augurios dos años antes por culpa de Bulnes, para dicha fecha se había convertido en euforia patriotera desbordada. A partir de este momento, Juárez quedó en la cúspide de nuestro panteón histórico.
*¡Juárez, Juárez, Juárez!
La historia parece repetirse, pero los censores en turno son distintos. Unos provienen de aquella añeja tendencia de presentarlo aún como el comecuras irascible. Y como buenos católicos se dedicaron a quitar de los altares públicos o visibles los retratos y efigies del oaxaqueño. El busto desplazado en Nuevo León por un alcalde panista, lo mismo que el cuadro quitado por el presidente de la República, Vicente Fox, y luego trasladado de Los Pinos a Gobernación, más bien parecen intentos trasnochados de exorcismo que posiciones racionales. Las pugnas ideológicas polarizadas, el prurito religioso malentendido y las incongruencias y desconocimientos de los significados históricos de nuestros procesos y de la figura de Juárez, continúan caracterizando a un gran sector de la derecha católica y conservadora mexicana.
Esto no desconcierta, ni parece raro. Es más, se veía venir desde el mismo momento en que se supo la victoria electoral, sí de Fox, pero también del PAN. Y muchos nos dijimos: ¡Hasta luego Hidalgo, que Iturbide ocupará seis años tu septiembre! ¡Adiós Cuauhtémoc, tu águila ahora sí caerá, y vendrá a usurpar tu solio aquella ave imperial que nos trajo Hernán Cortés, ahora, el nuevo civilizador! ¡Hasta la vista México prehispánico, que tal y como lo querían Alamán, Mora y Zavala, ya no serás el fundamento de nuestra historia y nacionalidad, honores que merecerá, en este sexenio, el mundo colonial novohispano! ¡Bienvenido Madero, que bajo tu disfraz krauziano, te convertirás en el adalid que buscará ensombrecer la figura zapatista-indígena de Emiliano Zapata!
En estas cuentas verdaderas o no, pero posibles, la figura de Juárez parecía permanecer, como dice aquella canción que nos enseñaron en la escuela primaria, como "baluarte inconmovible". Ni Maximiliano, ni mucho menos Miramón, le llegaban a los talones. Y tan sabía la misma derecha que no contaba con un rival de sus talantes, que lo único que se le ocurrió fue tratar de borrar del espacio visible aquel rostro impasible, adusto, que ni las litografías, ni los daguerrotipos, ni las fotos, ni los cuadros, ni las películas, ni las telenovelas, han podido cambiar en una leve sonrisa.
Sin embargo, en plena euforia zapatista, a la llegada de la caravana a territorio defeño y a pocos kilómetros del Zócalo, en una madrugada fresca, conversando Marcos con Julio Scherer para Televisa y Proceso, el subcomandante renegó también del legado histórico de Juárez:
"Consideramos que en México debe reconstruirse el concepto de nación, y reconstruir no es volver al pasado, no es volver a Juárez ni al liberalismo. No es esa historia la que tenemos que rescatar".
En una primera instancia, parecería insólita la condena, pero el sentido de la entrevista, al igual que la pregunta específica que provocó el comentario del subcomandante, marcan el tono y la razón de la aseveración del líder zapatista. Se condena a Juárez porque se condena al liberalismo. Era el repudio al sistema liberal y al ahora llamado neoliberal por parte del EZLN, lo que hacía hablar así al vocero insurgente.
*Por sus obras lo conoceréis
Razones no le faltan al sup. El establecimiento del federalismo trastocó a los pueblos indios de México de tal manera que ni la hecatombe provocada por la conquista española es comparada con la que trajo el nuevo sistema en el siglo XIX. Los embates jurídicos, lo mismo que las rapiñas y despojos reales en contra de la propiedad colectiva de los pueblos, en pos del establecimiento de una clase propietaria con medios de producción individuales o privados, trajo muerte y pobreza a la gran mayoría de indígenas mexicanos.
Sí, aquí empatan en su malquerencia hacia Juárez y su grupo de gigantes tanto la Iglesia católica como los conservadores y los pueblos indios. La ley reformista de desamortización de bienes comunales los afectó a todos ellos. La embestida en contra de la organización política interna de muchos pueblos indios, en favor de un sistema político-administrativo uniforme y controlado desde las instancias gubernamentales del Estado, trajo mayor control y explotación sobre sus personas. Esto y lo anterior iba dirigido a la consolidación de un Estado moderno próspero y unitario, en donde la diversidad y la autonomía no cabían. Juárez formó parte de este empeño y con ello se llevó entre las patas a la primera propuesta federalista mexicana (que le daba soberanía interior real a las entidades), lo mismo que a la organización política- económica-administrativa de la gran mayoría de las sociedades indígenas.
*¿Y qué fue de aquel indito ovejero?
Juárez se separó a muy corta edad de la sociedad indígena que le vio nacer. Las virtudes de la vida indígena comunal fueron desconocidas para él. El sentido de identidad étnica nunca fue intenso en él y la acción educativa del nuevo Estado lo convenció y lo convirtió en aquello de lo que siempre estuvo orgulloso: ser ciudadano liberal mexicano. Para Juárez, al igual que para gran parte de los políticos de aquel siglo, el horizonte promisorio del liberalismo era la única vía por medio de la cual los individuos serían mejores, prósperos y felices. Nadie buscó en los mundos supervivientes de los pueblos indios el futuro posible a edificar.
Para Juárez, al igual que para gran parte de los políticos del siglo XIX, el horizonte promisorio del liberalismo era la única vía por medio de la cual los individuos serían mejores, prósperos y felices. Nadie buscó en los mundos supervivientes de los pueblos indios el futuro posible a edificar.
Y sin embargo, y a pesar de no haber cumplido la promesa de felicidad y abundancia, no hay duda de que el liberalismo impactó en todo el territorio nacional, para bien de unos cuantos, y para mal de la gran mayoría de mexicanos, incluidos los indígenas. Falta por estudiar aún la huella que en las diversas regiones de nuestro mapa dejó este sistema, aniquilando, conviviendo, convergiendo, en varios espacios, con los mundos tradicionales, rural y urbano, heredados de la colonia.
Falta por analizar los cambios que también tuvieron las mismas comunidades indígenas, a partir del siglo XIX, en su convivencia beligerante con el liberalismo. Porque si bien hoy hemos palpado la existencia y actividad de estos pueblos gracias al movimiento rebelde del EZLN, también esta misma insurrección (lo mismo que la investigación histórica y antropológica) ha mostrado que ellos no han permanecido estáticos en el tiempo, sino que se han transformado al mismo ritmo de la historia del otro México.
La gran mayoría de los escritos sobre Juárez han sido apologéticos a su persona, a su actuar y al sistema que ayudó a cimentar. Otros, como los de Bulnes y los libros de texto de la derecha católica mexicana, han sido para denostarlo. Muy pocos textos e investigaciones se han realizado para ubicar su trayectoria dentro de los procesos históricos de nuestro país y de su futuro próximo.
Hoy, que no gobierna el PRI. Hoy, cuando Fox no le quiere ver la cara ni pintada en Los Pinos. Hoy, que Marcos lo repudia. Hoy, podemos empezar la tarea de investigar, de analizar, de reflexionar sobre él, por primera vez, sin presiones ni atavismos ideológicos malentendidos. Hoy estamos en la posibilidad de darle a don Benito en el próximo festejo de sus 200 años de existencia un regalo inmejorable: el por fin conocerle a él y a su México, a su obra y su tiempo. Tal vez conociendo mejor este capítulo y cerrándolo, podamos reconstruir a la
...