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Neomarxismo

AAJJ7 de Junio de 2012

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NEOMARXISMO

Es una designación cronológica, pero responde a concretas determinaciones lógicas: el movimiento de renovación del marxismo que ha tenido lugar a mediados del s. XX. Aunque los representantes del movimiento han surgido en los más diversos países, su foco corresponde a una definida área geográfica: Europa central.

1. Planteamiento y representantes:

Tomado el término del neomarxismo en sentido lato, su significado cubre una extensión de intereses aproximados a los que abarca el de revisionismo. Dé aceptar este sentido lato puede hablarse de un n. desde la segunda generación marxista, figurando en esa corriente nombres que adquirieron relieve ya en vida de Engels, como es el caso de Bernstein. Pero entonces más bien debería hablarse de neosocialismo de un modo genérico. Lo que ante todo preocupaba a Bernstein, y con él a sus coetáneos Kropotkin, Sidney Webb (v.), laurés, Bebel, etc., era la cuestión práctica relativa al proceso evolutivo del capitalismo al socialismo, problema más de política que de teoría filosófica. De ahí que a esos autores no les ofreciera demasiada preocupación el asunto de salvar la ortodoxia de un sistema como el de Marx. Esta cuestión surge algo más tarde con respecto a quienes, como Mehring, Plejanov, Deborin, Kautsky y Rosa Luxemburg, al aliarse con todo lo que propugnaba el ideal revolucionario, cualquiera que fuera su fuente, quedaban convertidos a los ojos de los seguidores estrictos de los textos de la Ideología alemana o El capital en revolucionarios ilusos o idealistas, incapaces de superar con las armas de su socialismo vulgar o utópico el orden de cosas montado por el capitalismo.

El neomarxismo propiamente dicho sobreviene cronológicamente cuando las doctrinas de Marx se han afianzado como socialismo científico, recibiendo su expresión oficial en los programas comunistas que se desarrollan en la U.R.S.S. desde la revolución de 1917. El n. surge así con la intención de proponer una interpretación de la obra de Marx no condicionada a los dictados del aparato oficial, erigido a través del partido en intérprete autorizado de la misma. Este movimiento corre, pues, paralelo a la consolidación de las doctrinas de Marx en sistema rígido bajo la inspiración del partido como lo exigió Lenin (v.), y bajo la política cultural del régimen jerarquizado como lo estableció Stalin (v.). Con la muerte de este último (1953) y con la denuncia de la dictadura personalista que caracterizó su mandato hecha por Kruschov (1956), los esfuerzos dispersos del movimiento salen a plena luz, tomando carta de naturaleza la tendencia agrupadora de muchas figuras que ofrecen profundas diversidades entre sí, pero que coinciden también en muchos rasgos. Esta tendencia genérica es la que propiamente merece el calificativo de neomarxista. En ella coinciden viejos disidentes desarticulados en la época del comunismo monolítico y jóvenes intelectuales que se dan a conocer en el ambiente de las tendencias policéntricás y liberalizadoras que vienen después.

Geográficamente este n. puede tenerse por fenómeno europeo continental. A él se suman figuras como las del francés Lefébvre, el italiano Gramsci, el alemán Habermas, el húngaro Gyórgy Lukács (v.), el suizo Goldmann, el polaco Schaff, el checoslovaco Kosik. Podrían añadirse otros muchos nombres: Garaudy, Mury, Korsch, Adorno (v.), Luporini, Delta Volpe...

Sigue siendo pieza central de la corriente neomarxista el materialismo (v.), pero paliando algunas de sus consecuencias -denunciadas por la historia y puestas de especial relieve al difundirse en los ambientes culturales europeos los intereses antropológicos y existencialesmediante el recurso a algunas ideas sobre la creatividad humana. Ya los mismos Marx y Engels se sintieron incómodos ante el problema de interpretar la historia y sus contenidos partiendo de una base rígidamente económica, y es precisamente en las oscilaciones de éstos donde se apoya el n. La estructura material de la historia tuvo que ser ampliada por el propio Marx en contacto con la nueva fundamentación de la biología hecha por Darwin (v.) y con la interpretación positivista de la cultura, p. ej., la de Taine (v.). La fe en el economismo que traduce el prefacio a la Crítica de la economía política fue en parte minada por el propio Marx en la introducción que preparó para esa misma obra. Esa introducción, que no fue publicada en tiempo de Marx (lo hizo más tarde Kautsky), ha pasado a ser pieza clave en el n., concretamente en Lukács (P. Demetz, Marx, Engels y los poetas, Barcelona 1968, 100-101, 194, 205).

El n., según eso, es una forma de revisionismo estricto. Opera sobre Marx desde dentro, pero recusando la interpretación dogmática u oficial. Es el sentido que tiene la declaración de Lefébvre cuando afirma: «una sistematización se derrumba: el dogmatismo marxista» (Problémes actuels du marxisme, o. c. en bibl. VIII); o cuando Lukács precisa: «Marxismo ortodoxo no significa adhesión sin críticas» (Histoire et conscience de classe, o. c. en bibl. 18). Cierto que ninguno de los representantes del n. aceptará ser tenido por revisionista reformador, pero es, no obstante, una calificación acertada. Supuesta esta determinación genérica del significado y situado el n. dentro de movimientos comunistas, conviene especificar más detenidamente algunos de sus rasgos.

2. Rasgos concretos del movimiento. a) El n. implica un intento de vuelta a Marx, para darle una interpretación diversa de la oficial. Frente a la línea dogmática se invoca el núcleo de la doctrina, tratando de podar al sistema de aquellas partes que, a juicio de los neomarxistas, no son esenciales, sino que -dicen- respondían a las condiciones de la época en que se formuló, pero no son exigidos por su lógica interna; y, en cambio, subrayar otras que -según ellos- tendían a quedar en segundo plano en la interpretación dogmática de Marx; entre ellas, la dialéctica.

b) Del conjunto de la obra. de Marx adquieren especial relieve para estos autores los escritos de la época de juventud, gran parte de los cuales fueron desconocidos para los primeros teóricos del marxismo. Entre otros títulos se insiste en los Manuscritos económico-filosóficos. Pero se tiende a salvar la continuidad, buscando, p. ej., en El capital el desarrollo de tesis que presiden todos los análisis anteriores, aunque en ocasiones obren implícitamente. Así Lefébvre insiste en que «el desarrollo de su pensamiento -la teoría económica- no destruye sino explicita y enriquece el humanismo concreto» (Le matérialisme dialectique, o. c. en bibl. 83). «El socialismo científico de Marx, incluyendo numerosas modificaciones esenciales respecto a la forma del socialismo heredado de sus predecesores, sin embargo, lo deja intacto en cuanto a su punto de partida: el hombre y su causa» (A. Schaff, La concezione marxista dell'individuo, Morale e societá, Roma 1966, 66). Con la vuelta al Marx joven adquiere importancia la filosofía de Hegel. Los neomarxistas son por eso acusados de liquidar a Marx en favor de Hegel. La respuesta de los representantes del n. es que, como repetidamente lo afirmó el propio Marx, Hegel no puedeser considerado como un «perro muerto»; y concluyen diciendo que no se trata de retroceder a Hegel desde Marx, sino de pasar por Marx leyendo a Hegel. Las controversias a este respecto pueden verse centradas en torno a la crítica que suscitó la obra primeriza de Lukács, Historia y conciencia de clase (1923).

c) La vuelta al Marx joven significa colocar en primer plano los intereses antropológicos, bajo la forma de una filosofía humanista. Los neomarxistas hablan así de trasformar el sistema marxista para llegar a un «humanismo total». Las nociones de cosificación, alienación, subjetividad, persona, tienen así un gran relieve en la polémica entre estas dos corrientes del marxismo (cfr. D. Bell, El debate sobre la alienación, en Varios, El revisionismo. Ensayo sobre la historia de las ideas marxistas, Madrid 1968, 299-325). La versión dogmática del marxismo -dicen los n.- tiende hacia el totalitarismo, y el totalitarismo «se opone a la realización total del hombre», ya que en él se vacía a los sujetos de su interioridad, de su conciencia y motivos personales, instrumentalizándoles al servicio ciego de una causa (Lefébvre, Le matérialisme dialectique, o. c. en bibl. 133, 152).

d) El tema del hombre total es interpretado por los n.. como la «autocreación del hombre» mediante la praxis. De esta forma la discusión se centra sobre las relaciones entre la infraestructura socioeconómica y las superestructuras culturales. La idea de una resultancia mecánica de estas últimas a partir de las primeras -propia de la interpretación dogmática del marxismo- cede el puesto -en el n.- a la afirmación de una interacción dinámica. La mayor parte de los neomarxistas son intelectuales de formación humanista, que no se resignan a aceptar la especie de volatilización del «mundo del espíritu» que se deriva de la interpretación economicista de Marx: de ahí su postura. Son criticados por los marxistas oficiales, que les acusan de liquidar el materialismo histórico -una de las dos aportaciones fundamentales de Marx, según Engels-, derivando así hacia una nueva forma de idealismo. Los n. se defienden diciendo que el tema suscitó escrúpulos en el propio Marx como manifiesta la ya citada «Introducción» a la Crítica de la economía política.

e) En dos esferas incide fundamentalmente este subrayado de lo supraestructural: en la del arte y en la de la moral. La cuestión relativa al arte significa una toma de posiciones respecto al «realismo socialista». Entronizado como estética oficial del marxismo

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