ORIGEN DE LA PALABRA PINGA
cemiltf21 de Junio de 2015
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En el habla popular, más de tendencia vulgar, que está inscrito sobre todo en las localidades marginales o delincuenciales (aunque también se presenta en las sociedades pudientes), las personas hacen uso de una gran diversidad de vocablos, de los cuales destacan en sobremanera los disfemismos, que son palabras o expresiones usadas deliberadamente de forma despectiva o insultante para referirse a algo, lo contrario de los eufemismos o expresiones tabú. Pero cuántas veces nos hemos detenido un momento a pensar cómo fue que se popularizaron tanto aquellas palabras, cuáles fueron sus orígenes o quién fue la primera persona o pueblo en utilizarlas, cómo fue evolucionando con el tiempo el significado de dichas expresiones o que acepciones se le han otorgado en otras localidades.
El vocablo “pinga” es un claro ejemplo de disfemismo muy popularizado en Latinoamérica y sobre todo en el Perú. El objetivo de este trabajo es brindar un alcance de los orígenes, evolución y situación actual de dicha expresión basándonos en el estudio de la semántica sincrónica y diacrónica; así también analizarla como unidad léxica y dentro de un campo semántico, lo que pertenece al estudio de la semántica estructural.
1. Aspecto diacrónico y sincrónico de la palabra pinga
Etimológicamente, el vocablo pinga tiene su origen en una lexía popular atribuida al militar, político y ex presidente del Perú Simón Bolívar: “¡Vaya usted a la pinga!”. La historia es narrada por Ricardo Palma en una de sus pícaras tradiciones titulada La pinga del libertador, que pertenece a su inédita obra Tradiciones en Salsa verde, que saldría a la luz tardíamente en el año 1973, el relato nos cuenta la singular forma de expresión que caracterizaba a Bolívar, este en lugar de decir “¡Vaya Ud. al carajo!”, como lo habría dicho un español o un americano, solía decir esa frase para dirigirse a sus subordinados: “¡Vaya usted a la pinga!”. Y más histórico, señala Palma, es que cuando en la batalla de Junín, varios jinetes pasaron cerca del General y, acaso por halagar su colombianismo, gritaron: ¡Vivan los lanceros de Colombia! Y Bolívar, contestó, dominado por justiciero impulso: ¡La pinga! ¡Vivan los lanceros del Perú! Desde entonces fue popular la frase: ¡La pinga del Libertador!
Inicialmente esta palabra carecía de significado nominal propiamente dicho, ya que no se le tomaba como sustantivo o adjetivo en sí, solo era una locución interjectiva que semánticamente tenía solo significación gramatical, expresando un estado de ánimo: desprecio, cólera, desagrado, esto según lo que decía Bolívar. Pero luego la palabra se hizo más popular y se le atribuyó una acepción nominal, aunque no se sabía exactamente qué cosa podría significar pinga como sustantivo, la gente solo empleaba dicha palabra de un modo pícaro y sarcástico, por el simple hecho de ser popular y graciosa entre la gente. La palabra pinga¸ entonces, fue producto de un léxico inventado en la época del proceso de la Independencia del Perú, que con el transcurrir de los años se le fueron perfilando matices mucho más groseros.
¿Cómo fue entonces que pinga adquirió el significado vulgar, también llamado coprolálico, que en Perú se conoce? Pues según el escritor Gregorio Martinez Navarro en su Libro de los espejos: 7 ensayos a filo de catre, la perduración en el Perú de la palabra “pinga” se debe a la migración China allá por el siglo XIX, ya que ellos le denominaban pinga a un palo que servía como herramienta para trasladar baldes de agua o cestos repletos de verdura. Dicho palo se cruzaba sobre los hombros de los cargadores para llevar sendos pesos colgados a los extremos y cada vez que era menester el uso la susodicha herramienta decían “pásame la pinga”. Obviamente la picardía del criollo, por medio de la comparación del palo con el órgano sexual masculino
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