Pensamiento Politico
113591714 de Diciembre de 2014
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Conceptos básicos para el análisis espacial
Para proceder al análisis de los datos espaciales, deben conocerse antes las particularidades de estos. Algunas características propias de los datos espaciales hacen que, entre otras cosas, no sean aplicables algunos elementos de la estadística no espacial. Otras condicionan buena parte de las formulaciones que operan sobre ellos, y que iremos viendo en los sucesivos capítulos. Por tanto, abordar el estudio de estas formulaciones no se ha de hacer sin antes tratar con algo más de detalle las propiedades inherentes al dato espacial en lo que a su disposición para el análisis respecta.
Junto a esto, se presentan en este capítulo algunos conceptos fundamentales sobre geometría del plano y el espacio, y sobre las distintas relaciones entre entidades espaciales. Todos ellos son la base para crear análisis más complejos sobre datos espaciales. Unas nociones básicas de matemáticas son necesarias para poder comprender estas ideas.
Introducción
Trabajar con datos espaciales tiene una serie de implicaciones que han de considerarse con detenimiento antes de llevar a cabo cualquier análisis. A lo largo de esta parte del libro veremos formas muy distintas de analizar los datos espaciales para obtener resultados de índole variada, y todas ellas tienen en común el hecho de trabajar sobre este tipo particular de datos. Conocer en profundidad el dato espacial es, por tanto, imprescindible, no solo en lo relativo a su forma, su manejo y su almacenamiento —que ya fue visto en la parte correspondiente— sino también en lo referente a su análisis y cómo ha de tratarse e interpretarse la información que contiene —que lo veremos en el presente capítulo—.
Entendemos por dato espacial todo aquel que tiene asociada una referencia geográfica, de tal modo que podemos localizar exactamente dónde sucede dentro de un mapa. Dentro de esta definición se incluyen datos de campos (superficies) o datos asociados a objetos como puntos, líneas o polígonos. Es decir, todo cuanto puede recogerse según los distintos modelos de representación que ya hemos visto con anterioridad.
El objetivo de este capítulo es múltiple. Por una parte, presentar las principales particularidades de los datos espaciales, así como la formas de tener estas en cuenta a la hora del análisis. Por otra, estimular un correcto razonamiento espacial y un entendimiento adecuado tanto de las limitaciones como de la potencialidad de los datos espaciales como fuente del análisis geográfico. Y por último, presentar algunos de los fundamentos teóricos sobre los cuales se crean después todas las metodologías de análisis, las estadísticas espaciales, y los algoritmos que se detallarán en los capítulos sucesivos.
Estos fundamentos incluyen algunas nociones básicas sobre matemática del plano y el espacio, y conceptos sobre las posibles relaciones existentes entre objetos geográficos.
Particularidades de los datos espaciales
Considerar que el dato espacial es un dato cualquiera sin ninguna peculiaridad supone no realizar sobre él un análisis óptimo. Las características propias de los datos espaciales dotan a estos de una gran potencialidad de análisis, al tiempo que condicionan o limitan otras operaciones. Asimismo, estas particularidades son el origen de una gran parte de los retos aún existentes dentro del análisis geográfico, y por sus implicaciones directas no pueden desestimarse sin más. Su conocimiento es, por tanto, imprescindible para todo tipo de análisis espacial.
El carácter especial del dato espacial deriva de la existencia de posición. Esta posición se ha de entender tanto en términos absolutos (posición de una entidad en el espacio expresada por sus coordenadas) como relativos (relación con otras entidades también en dicho espacio). Las consecuencias de que todo dato espacial se halle por definición localizado a través de coordenadas son diversas, y deben enfocarse desde los distintos puntos de vista del análisis espacial. A continuación veremos los puntos más relevantes que deben considerarse a la hora de tratar con datos espaciales.
Algunos de estos puntos representan problemas que han de tenerse presentes en el análisis. Otros son simplemente conceptos básicos que deben conocerse pero no han de implicar necesariamente una dificultad asociada.
Escala
En el apartado Escala vimos con detalle el concepto de escala cartográfica, y cómo este se aplica de igual modo a la representación y gestión dentro de un SIG. Existe, además, otra forma de considerar la escala, y que resulta de especial interés para los contenidos de esta parte: la escala de análisis.
A la hora de estudiar la información geográfica, podemos hacerlo a distintos niveles y, dependiendo del nivel elegido, los resultados serán de una u otra naturaleza. Esto se manifiesta en las estructuras espaciales (véase más adelante en esta misma sección), que condicionan los valores que se derivan de sus análisis a través de las distintas formulaciones de análisis. Este hecho es fácil verlo con algunos ejemplos, que nos permitirán comprobar cómo a distintas escalas los datos geográficos tienen características distintas.
Por ejemplo, sea el conjunto de puntos de la figura 120. En el ejemplo a) se ve que los puntos se agrupan en conglomerados en zonas concretas del espacio. Esto es lo que denominaremos una estructura agregada. Sin embargo, si nos acercamos y solo enfocamos uno de dichos grupos, el de la parte superior izquierda —ejemplo b)—,la estructura que vemos claramente no responde a una estructura agregada, sino que los puntos se disponen más o menos equiespaciados. Es lo que se conoce como estructura regular. Dependiendo de a qué escala observemos y analicemos la estructura espacial del conjunto de puntos, esta resulta de un tipo o de otro.
Figura 120: Dependiendo de la escala de análisis, la estructura de un conjunto de puntos puede ser distinta.
La escala de análisis debe ir inseparablemente relacionada con el fenómeno que pretendemos analizar, ya que es esta la que le da sentido. Supongamos el caso de llevar a cabo un análisis del relieve. Dependiendo de a qué escala observemos dicho relieve, la imagen que obtenemos es muy distinta. A un nivel global, distinguimos las grandes cadenas montañosas, y el resto del relieve aparece más o menos llano. Si nos acercamos a alguna de esas zonas llanas, se aprecia un relieve que antes no percibíamos, con ondulaciones y accidentes orográficos de menor entidad, que son suficientes para apreciarse a esta escala, pero no a la escala global anterior. Siguiendo este proceso, podemos ir acercándonos progresivamente hasta que incluso un pequeño grano de arena constituya un relieve notable.
Si vamos a llevar a cabo un estudio de cómo el relieve influye en los movimientos de las masas de aire a nivel de todo el planeta, no tiene sentido estudiar las formas del relieve a este último nivel de máximo detalle. Como se muestra en la figura 121, si para definir las formas de relieve en un punto dado lo hacemos considerando dicho punto y los valores de elevación a su alrededor, la caracterización que hagamos varía en función de la dimensión de esa zona alrededor (que es la que define la escala de análisis). Para valores pequeños de dicha zona de análisis, el punto analizado puede definirse como una cima, mientras que aumentando la escala de análisis se advierte que el punto se sitúa en el fondo de un valle.
Figura 121: Dependiendo de la escala de análisis, un mismo relieve puede ser caracterizado como cima (a) o fondo de valle (b)
Por tanto, debemos observar el relieve desde la distancia correcta a la cual la información que nos proporciona es la más adecuada para un análisis dado. Además de existir una escala de mayor relevancia para un análisis concreto, lo cierto es que el conjunto de todas las escalas de análisis contiene en su totalidad una información más amplia que la correspondiente a una única escala, y por tanto resulta de interés el trabajar a múltiples escalas y combinar los resultados.
Este enfoque de escalas múltiples es relevante también en relación con los propios datos, independientemente de lo que representan. Es decir, independientemente de la escala y la dimensión real, y en relación solo con la escala definida por el formato de los mismos. Por ejemplo, en el caso de imágenes, el uso de operadores a diferentes escalas (referida aquí la escala al número de píxeles utilizados en el operador) es ventajoso para realizar ciertas operaciones tales como la detección de bordes (212) (véase Filtros de detección de bordes). Combinado esto con lo anterior, la importancia de la escala en el análisis espacial es de primer orden, y resulta necesaria su consideración en todo momento.
Podemos ver más ejemplos de cómo la escala de análisis condiciona los resultados obtenidos. Supóngase un elemento lineal tal como un camino o el contorno de una finca cuyo perímetro quiere medirse. Como puede verse en la figura 122, la unidad de medida empleada provoca que se obtengan resultados distintos. Para medir la longitud de la línea utilizamos una unidad mínima, que podemos asimilar a una especie de vara de medir. Todos los elementos de la línea que son menores que esa unidad mínima no se recogen. En el caso a) se obtiene un resultado de siete unidades. Si reducimos a la mitad la unidad, cabe esperar que la longitud sea el doble. Sin embargo, obtenemos un total de 17 unidades, de forma que la proporción entre el tamaño de nuestra vara de medida y el número de unidades resultante no se mantiene.
Figura 122: La unidad de medida empleada modifica el resultado obtenido.
Cuando
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