Pensamiento Politico
chikilo_313 de Abril de 2015
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Esbozo político latinoamericano
I. América y su concepto
La metrópolis española cuando tipificó a América, la concibió como un
mundo atrasado. El norte era establecer la civilidad. El mosaico de culturas y de
lenguas diferentes de América, debía ceder a la idea de progreso y de evolución.
España nunca pensó en la diversidad cultural de las sociedades
indo-americanas. Se habló más bien de Hispanoamérica, y con ello la intención era
resaltar la fuerte influencia y el dominio que el cristianismo y la lengua castellana
habían impuesto en el continente. En líneas generales se puede decir lo mismo para la
cultura brasilera. El portugués era la referencia, las lenguas indígenas sencillamente
no contaban.
La antropología en sus escuelas en América Latina nunca pensó en la
pertinencia de estudíar lo diferente. Los registros simbólicos, espirituales y
lingüísticos de los pueblos indígenas eran considerados irrelevantes, como para
formar parte de un saber que se debía conservar.
El concepto de América Latina subrayó el esfuerzo del pensamiento
metropolitano por conformar un modelo teórico-metodológico que fuera capaz de dar
cuenta del tronco común latino que existía de este lado del mundo. Sin embargo pone
de lado lo referente al legado cultural de los pueblos indígenas y africanos.
Dentro de este mosaico cultural era necesario que la ciencia hiciese un rastreo
minucioso que fuese capaz de dar cuenta del pasado. La historia sin duda no había
comenzado con la llegada del hombre europeo a este continente. La antropología ha
demostrado que antes de la llegada de la cultura europea hubo una larga historia que
se remonta a quince mil (15.000) años.
Los métodos arqueológicos, tanto los experimentos realizados con el carbono
catorce y la termoluminicencia, han demostrado que tenemos una cultura de larga
data. La antropología ha estudíado los pueblos costeros indígenas venezolanos, así
como también la civilización Timoto-Cuica, y otras.
América fue un tipo de sociedad donde la regla fundamental no era la
existencia del Estado Nación; sino que hubo más bien culturalmente centros de poder
distribuidos con arreglo a lo geográfico y a los segmentos culturales. Sin embargo hay
casos diferentes dentro de esa variedad político-estructural como es el caso del
Imperio Inca en donde hubo una especie de Estado Central y un poderío simbólico
atribuibles al Inca y a sus descendientes directos, esto indica la existencia de un
complejo cultural donde la matriz fundamental siempre ha sido el ejercicio del poder.
El mal, la intolerancia y la dominación no provienen tan sólo de la presencia
del hombre europeo en el vasto territorio de América, sino que desde muy remotos
tiempos la complejidad de las culturas demostró diferenciaciones y juegos de poder.
A este respecto se ha hablado –retomando los conceptos clásicos de la filosofía- de la
naturaleza humana y de la condición humana. Es menester revisar la literatura que a
este particular ha legado Hannah Arendt.
Europa siempre ambicionó un pensamiento único. Los pensadores clásicos de
la filosofía concibieron la vida del espíritu como un largo proceso de maduración.
El espíritu absoluto (G.W.F. Hegel) había descendido sólo en las culturas desarrolladas,
los otros residían en la primitividad.
La idea de minoría de edad se impuso. Los indígenas fueron tomados bajo el
cargo y la responsabilidad de las misiones cristianas con el objeto de civilizarlos, este
proceso empezaba enseñándoles la religión cristiana y sus referentes culturales.
Occidente se erigió como la cultura superior. Incluso pensadores como Carlos
Marx, en tesis sumamente discutibles, pensaron que era necesario que la cultura
europea arrasara las formas clásicas de la civilización hindú. Había que seguir las
formas tradicionales de desarrollo del capitalismo. Esas leyes nunca respetaron las
diferencias culturales.
Venezuela es un ejemplo ilustre de cómo los indígenas fueron vencidos con la
cruz, con la pólvora y con los arcabuces, ese proceso se dio dentro de un marco de
resistencia cultural violenta. Las atrocidades más espantosas se practicaron aquí. Los
indígenas eran empalados, como lo refiere Fray Bartolomé de las Casas, eran muertos
para ofrecerle su carne como alimento a los canes de los dominadores. Esto se hacía
porque se consideraba que estos pueblos indígenas no tenían alma, de allí que no era
un problema moral la muerte de estos seres.
Hombres como Fray Bartolomé de las Casas defenderán a los pueblos
aborígenes del genocidio al cual fueron sometidos. La cultura europea practicó no
sólo el genocidio sino también el etnocidio. Producto de que los pueblos indígenas
latinoamericanos comenzaron a diezmarse, se hizo necesario traer la mano de obra
africana. El modo de producción que gobernó a estas sociedades fue el esclavista,
aunque se pueden discutir distintas tendencias en relación a estas
conceptualizaciones.
Venezuela ve emerger la resistencia indígena en hombres como Guaicaipuro,
Tamanaco, Paramaconi, Chacao, Carapaica y tantos otros que sería largo mencionar.
De Guaicaipuro se dio cuenta incendiándole su choza muriendo asesinado bajo el
fuego de los arcabuces. Dos lógicas culturales se enfrentaban, las flechas, cerbatanas
y macanas contra la pólvora, los caballos y los perros. Tamanaco moriría en un
combate desigual contra un Mastín. La civilidad había traído y aportado su violencia.
También las culturas africanas recibirían de lo suyo, el Negro Miguel, en 1515
se levanta en el pueblo de Buria contra Diego de Losada, se declara rey, unge a su
mujer Giomar como reina y a su hijo como príncipe. Este experimento fue
prontamente derrotado por Diego de Losada, costándole la vida a Miguel y a los
suyos. Dentro de la tradición cultural venezolana la figura del Negro Miguel no ha
desaparecido, subsiste en el imaginario religioso tomando su lugar en la santería, la
corte indía y el culto a María Lionsa.
La historia ha demostrado como tenor, que la violencia es una constante en el
proceso de conformación de las sociedades. Carlos Marx dijo en el Manifiesto
Comunista que la historia de la humanidad, no era otra cosa que la historia de la lucha
de clases.
II. La Independencia
La España que se lanza a la conquista de ultramar, era un país asedíado por
una fuerte crisis interna. España vivía la época del metalismo. El oro y los metales
preciosos formaban parte de la columna vertebral de esas economías. Las riquezas de
las naciones dependían de la capacidad de compra que estas manifestaban para
acceder a las materias primas.
El descubrimiento de América abrió una fuerte competencia en el Océano
Atlántico entre España, Inglaterra y Portugal. El comercio español era realizado en
grandes galeones. De América se llevaba el café, el cacao, el tabaco, el algodón, el
caucho, el oro, las esmeraldas, las perlas y muchas otras cosas más.
El comercio estuvo asentado en una estructura económica y social de
dominación. Al comienzo los indígenas eran sacrificados en la extracción de perlas en
las islas de Cubagua, Coche y Margarita. El modo de producción era el esclavista.
España había legislado cuando se intensificó el atropello contra los indígenas para
que estos fueran considerados como vasallos. Sin embargo la apetencia del
colonizador era infinita, las leyes eran irrespetadas por doquier.
La conquista y la colonización de América por España fue llevada
básicamente por hombres que encontraron su libertad embarcándose en las carabelas
de Cristobal Colón y de Américo Vespucio; lo anterior señala que no fue lo mejor de
España lo que vino al Continente Américano.
Los hombres que conquistaron y colonizaron América tenían un norte claro,
igualarse socialmente en una sociedad cerrada y dominada por la inquisición. Estos
hombres trajeron desde el viejo mundo sus instituciones, sus creencias y su cultura.
A los ojos de los Reyes Católicos América no era más que un fiel surtidor de
metales preciosos. La economía que se practicó acá fue de extracción. En el caso de
España no hubo la intención de desarrollar el Nuevo Mundo.
España estaba viviendo un proceso complejo que la retrasó económicamente
con respecto a Inglaterra y los países Bajos. Los judíos habían sido expulsados de
España y con ellos la posibilidad del desarrollo capitalista. La economía española se
centró en un modelo de acumulación sin reproducción capitalista. Mientras Inglaterra
invertía las riquezas de sus colonias en el mundo, desarrollando la industria
capitalista, España se diluía en el disfrute y el parasitismo que impulsó a la realeza
posteriormente en época de decadencia a expedir y vender títulos nobiliarios.
La sujeción de todo el aparato de la superestructura jurídica e ideológica del
Estado español, se centró en
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