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Reflexion De La Antigona


Enviado por   •  8 de Mayo de 2013  •  689 Palabras (3 Páginas)  •  331 Visitas

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GONA

Antígona (personaje principal de esta obra, quien es también sobrina del rey Creonte gobernador de Tebas) se encuentra en medio de dos leyes, las humanas y las delos dioses. Por un lado la ley establecida por su tío, quien prohibió de forma que se enterrara el cadáver del hermano de Antígona por el crimen de traición a la patria que este cometió, por el otro lado la ley moral, aquella que se encuentra escrita en el corazón de los hombres, la cual exigía que no importando la causa o el motivo de la muerte del ser humano, por más vil que fuera éste, siempre su cuerpo debiera ser enterrado, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente.

Antígona pide a su hermana Ismene que la ayude a enterrar a Polinices, contraviniendo el mandato de Creonte, que ha ordenado que, como castigo al traidor, su cadáver quede insepulto. Pero ésta, alegando que de siempre había sido una persona temerosa e indecisa, no le prestó su ayuda y cuando le prometió no decirle nada a nadie, Antígona insistió en que no se lo callara.

Antígona ante tal hecho fue descubierta por uno de los guardias que cuidaban del cuerpo, quien la apreso y la llevo al palacio ante Creónte. Donde le preguntó si era ella quien había cubierto el cuerpo de Polinices y afirmó q sí, que había sido ella y nadie más; pero Creonte no la creyó y pensó que Ismene tenía algo que ver, pues la había visto muy inquieta y mandó traerla a su presencia. Ismene había cambiado de idea, y sin haber participado en los hechos le dijo a su tío Creonte que ella había ayudado a Antígona.

Tras mandar a ambas a una celda, aparece Hemón, hijo de Creonte y prometido de Antígona. El gobernante que decide dejar en libertad a Ismene mientras que a Antígona la iba a dejar abandonada en una cueva con un poco de comida, la iba a enterrar en vida, para que así “su muerte no salpicara a la ciudad”.

La llegada del anciano Tiresias anunciando negros presagios llena a Creonte de inquietud. En un principio se niega a aceptar su error, pero su seguridad se desmorona y, atemorizado, intenta evitar que se cumpla la condena de Antígona.

Pero cuando llegó adonde se encontraba ésta, vio como estaba ahorcada y como agarrado a su cintura estaba su hijo Hemón, que había cargado su espada contra él, se la había clavado en el pecho, y en consecuencia había muerto. Volviendo a su palacio, con su hijo en brazos, encuentra que su esposa, Eurídice, no había podido soportar la muerte de Hemón y también ella decidió quitarse la vida.

Éste es el papel que le queda a Creonte. Por haber castigado a su sobrina, pues ésta había dado sepultura a Polinices, después de que éste muriera en combate contra su ciudad natal, Tebas, y de la que es Creonte el máximo representante, su hijo y heredero, Hemón , y su esposa, Eurídice, habían muerto. Tuvieron que morir

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